Pocos álbumes tienen un nombre tan decidor como el último disco de Dream Theater. A dramatic turn of events le calza justo todo lo que vivió la banda antes de la salida de este trabajo, e incluso lo que ha venido después. Como sea, el “giro dramático” al que alude el conjunto que, de alguna u otra forma, revitalizó el género del rock progresivo en los '90, tiene mucho más de componente emocional que lo estrictamente musical.
En el análisis pesa la publicitada salida del baterista y principal compositor de Dream Theater, Mike Portnoy. Su mano fuerte se hizo sentir, particularmente en Systematic chaos (2007) y Black clouds and silver linings (2009), en los que el grupo explotó al máximo su faceta más metalera. Para Portnoy, que comenzó a compartir con bandas de la nueva camada del género como Avenged Sevenfold, le pareció que el camino de su banda iba por ahí. Pero al resto (su “partner”, el guitarrista John Petrucci, el tecladista Jordan Rudess, el vocalista James LaBrie y el bajista John Myung) no. Eso marcó el exilio de Portnoy y provocó que Dream Theater decidiera enfocarse a sus sonidos más progresivos, remontándose a álbumes como Images & words (1992) o Awake (1994).
Y si bien este elemento sonoro siempre ha estado presente en la música del grupo, ahora se manifiesta de forma plena. Cortes como “On the backs of angels” y “Build me up, break me down” lo corroboran. Asimismo, las secciones más duras de la banda siguen vivas, como en “Lost not forgotten”, aunque más interesantes son “Bridges in the sky” y “Outcry”. La adición de Mike Mangini, en reemplazo de Portnoy, resulta adecuada porque se mantiene el alto nivel de virtuosismo técnico que tanto gusta del grupo. Aún así, en este nuevo registro, Dream Theater recurre a su propio pasado para darse un refresco. Interesante, sin dudas. Sin embargo, un segundo disco con este line-up dirá si la banda encontrará una voz más novedosa a su ya consagrado sonido.