KABUL.- Una bocanada de aire fresco ha llegado a Afganistán con la celebración del primer Festival de Cine de Derechos Humanos (FCDH) en un país devastado por la insurgencia talibán y tres décadas consecutivas de conflictos armados.
El Centro Cultural Francés de Kabul acoge el festival durante una semana en la que se proyectarán 50 películas y se convertirá en el principal escenario de un certamen que cuenta con una alta participación de profesionales y aficionados.
El FCDH incluye una amplia selección internacional de documentales, cortometrajes, películas de ficción y animación que además se podrán ver en otras dos localizaciones de Kabul y en Mazar-e-Sharif, capital de la provincia norteña de Balkh.
Las cincuenta cintas que figuran en la sección oficial fueron seleccionadas entre más de doscientas e incluyen 32 producciones locales -siete de ellas dirigidas por mujeres-, y 18 procedentes de países como Estados Unidos, la India, Egipto, Arabia Saudí, Pakistán o Irán.
La temática gira en torno a la violencia, la injusticia y la discriminación, con un ánimo de denuncia que ha impulsado una iniciativa fílmica que no tiene precedentes en esta parte del globo. "Existen alrededor de 33 festivales de derechos humanos en diferentes partes del mundo, pero ninguno de ellos se encuentra en Oriente Medio o Asia Central, regiones afectadas por ataques contra los derechos humanos", dijo el director del evento, Malek Shafi.
El encargado de dar el pistoletazo de salida fue precisamente el cortometraje "El acordeón" (2010), del cineasta iraní Jaffar Panahi, un director que fue condenado en 2010 en su país a seis años de cárcel acusado de atentar contra el régimen de los ayatolás.
"La función del festival no es sólo fomentar el cine, sino también hacer frente a las necesidades políticas, culturales y sociales", destacó en una rueda de prensa el director de comunicación del certamen, Hassan Zakizadeh.
Zakizadeh se refirió en particular a su país, donde la industria cinematográfica, todavía en ciernes, padece a menudo el fervor de los líderes religiosos y políticos conservadores que consideran que el cine "difunde vicios que están muy alejados del islam".
Ahmed Latif, un cincuentenario cineasta afgano, relató en ese sentido lo distante que se encuentra ahora Kabul de aquella capital afgana que llegó a contar con 23 salas de cine.
"Ahora sólo están activas seis, el resto quedaron destruidas por 30 años de guerras", subrayó.