Tom Waits es, sin dudas, el cancionista más íntegro e interesante sónicamente de Estados Unidos. Un tipo que logró construir un personalísimo estilo donde composición, interpretación (en el más actoral de los sentidos) y política de sonido aparecen siempre ajustados. Bad as me es lo comprueba. Es una auténtica fiesta para los que necesitaban un nuevo disco de canciones originales tras el Real gone (2004). Un disco amargo e intenso que navega entre el blues, las baladas y el dark cabaret. Este último, un estilo que se acuñó para describir el contacto de la tradición burlesque y voudeville germana con el punk en los '70.
Coproducido junto a su esposa, Kathleen Brennan, Bad as me mantiene la particular preocupación de Waits por los arreglos y un sonido viejo, aspero y experimental. Especialmente en las percusiones, que suenan densas y tribales. "Chicago" es breve, agitada "cabaretera" y con las de guitarras Keith Richards y el vanguardista Marc Ribot irrumpiendo casi imperceptiblemente. "Raised right men", a pesar de tener la familiar cadencia blues, tiene unos teclados disonantes y el bajo de Flea (Red Hot Chilli Peppers). "Hell broke Luce" es pura percusión y con una voz estremecedora, que funciona como contrapunto de la dulce "New yea´rs eve" que cierra el álbum.
La mirada de Waits sigue siendo afilada y amarga. En la brillante "Talking at the same time" el personaje recorre desde su casa hasta el centro de la ciudad mientras todo el mundo le habla. En "Kiss me", exige que ella le de un beso "como si fuera un extraño una vez más". Todo mientras un piano se escucha a los lejos y el sonido imita la condensación de los discos de los cuarenta. En la hímnica "Last leaf" declara: "soy la última hoja en el árbol / el otoño se llevó el resto / pero no me va llevar a mí". Y ese espíritu de resistencia se respira en todo este disco que es sin duda uno de los grandes lanzamientos de este año y que está disponible íntegro en la página web del cantante.