Puesto como sustantivo, tal como está escrito en el nombre de este concierto, el cantar de Violeta Parra es un legado universal en música y versos ya reconocido. Pero dicho en infinitivo, cantar a Violeta Parra es por la misma razón una exigencia mayor y una prueba para el talento y la sensibilidad no de ella, que ya se fue a los cielos como escribe su hijo Ángel, sino de quienes la invocan aquí en la tierra. Ahí están los méritos del concierto que acaban de estrenar el fin de semana del 21 de octubre en el Teatro Municipal de Las Condes la actriz Francisca Gavilán y las cantantes y músicas Magdalena Matthey y Elizabeth Morris.
La primera es la protagonista que un público de masas ya ha visto en la película "Violeta se fue a los cielos" (2011), de Andrés Wood, basada en el libro de igual título del mencionado Ángel Parra, y luego de su sorprendente interpretación en la pantalla ahora es un hallazgo escuchar a Francisca Gavilán cantar en vivo. Y Magdalena Matthey con Elizabeth Morris son dos de las más aventajadas compositoras e intérpretes que desde la década pasada vienen renovando el repertorio de la canción chilena de raíz latinoamericana, con especial influencia de Violeta Parra y propiedad para recrearla.
La selección de canciones es una primera muestra de la opción personal de estas tres intérpretes. Es un equilibrio entre composiciones reconocidas como "Corazón maldito", "La jardinera", "Rin del angelito", "Volver a los diecisiete" y "Casamiento de negros" con otras que bien pueden ser descubrimientos para el gran público, entre las melodías conmovedoras de cueca en "Adiós que se va Segundo" y "La mariposa" y la alegoría de las estrofas de "En los jardines humanos", también llamada "Es una barca de amores", a lo largo de un repertorio de diecinueve canciones que tampoco necesita ser demasiado largo para ser certero.
En escena parece natural que cada una asuma un rol distintivo. Está escrito en los créditos que Elizabeth Morris es la autora de estos arreglos para tres voces, cuarteto de cuerdas y la dupla entre Marcelo Córdova (contrabajo) y Andrés Pérez Muñoz (saxo y clarinete). Así trabaja ella sobre el escenario, como si fuera el corazón musical del conjunto, aplicada en la guitarra o el cuatro, con la delicadeza ya probada en discos y canciones propios y compartidos para orquestar instrumentos acústicos y sustituir acordes, y con su timbre de voz extra suave como un regalo adicional.
Con Elizabeth Morris sobre el engranaje instrumental, Magdalena Matthey queda libre para privilegiar su especialidad de cantante. Aunque también es guitarrista, en este concierto ella sólo toca un bombo en "Maldigo del alto cielo", porque sobre todo está a cargo de la voz más protagónica, aparte de ser la que más se mueve en el escenario y la que entabla los diálogos que rompen el hielo con el público, invitando a la gente a cantar y a hacer palmas en "La jardinera" o cantando una jugada versión a capela en "Qué pena siente el alma". Llama la atención la libertad con que las dos cantantes combinan e intercambian líneas melódicas, con Magdalena Matthey en una voz baja en "El albertío" y luego en una alta en la canción siguiente, pruebas nítidas de la comunicación estrecha que ambas han desarrollado después de años de carrera compartida.
Y también parece natural que en su condición de actriz Francisca Gavilán se haga cargo de los textos poéticos de Nicanor Parra que van intercalados entre las canciones, aunque sobre todo su sello va a quedar patente en las composiciones más intensas. Es ella la que canta los versos tormentosos de "Maldigo del alto cielo" así como los de "Arauco tiene una pena" y la prueba máxima de interpretar los dos himnos absolutos que son "Volver a los diecisiete" y "Gracias a la vida", uno tras otro, ambos de su postrero disco Las últimas composiciones de Violeta Parra (1966). La actriz lo ha testimonado unos minutos antes, al agradecer sobre el escenario: "Se ha abierto una ventana para mí de cantar. Me llena el alma", dice, y lo confirma ahora, cuando una emoción inusitada la termina de asaltar en medio de "Volver a los diecisiete" y casi le quiebra la voz, aunque termina airosa entre la ayuda espontánea de sus compañeras y la ovación de un público a esas alturas con la sensibilidad a flor de piel. Francisca Gavilán puede haber asombrado a la audiencia con su interpretación de Violeta Parra en el cine, pero aquí, en vivo junto a Elizabeth Morris y Magdalena Matthey, las tres develan una emoción que parece más allá de cualquier representación escénica y que nace genuina de la canción en estado puro.
Las canciones
Arreglo para cuarteto de cuerdas
Qué he sacado con quererte
Es una barca de amores
Arriba quemando el sol
El guillatún
La lavandera
Maldigo del alto cielo
El albertío
La mariposa
Corazón maldito
Arauco tiene una pena
Qué pena siente el alma
Adiós que se va segundo
La jardinera
Rin del angelito
Volver a los diecisiete
Gracias a la vida
Casamiento de negros