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Amor a la vena

Tres conciertos dio la baladista chilena en el Teatro Municipal de Las Condes, donde estrenó formalmente su más reciente trabajo, titulado Seducción.

02 de Noviembre de 2011 | 11:41 |
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Idola. Myriam Hernández es de las pocas cantantes chilenas con un repertorio de hits interminable.

Harold Castillo

Cuando un espectador cualquiera asiste a un show de Myriam Hernández, los gestos de asombro son impresionantes. Como ningún cantante popular local de los últimos veinte años, sus credenciales musicales son grandiosas: sin repetirse, puede estar fácilmente dos horas en el escenario interpretando una sucesión de hits románticos.

Perdida desde hace algunas temporadas en el limbo por errores propios -apoyar a un candidato presidencial y no rodearse de colaboradores que extrajeran toda su alquimia creativa-, Hernández parece dispuesta a terminar con su ausencia. Anoche, en un copado Teatro Municipal de Las Condes en la presentación de su nuevo disco, Seducción, evidenció que su plan de retorno va en serio.

Acompañada de una banda competente, aunque escasa en espontaneidad, la solista expuso todas sus facultades escénicas. Sagaz en su capacidad para convencer con sus dramas contenidos -y que tanto empatizan con la mujer promedio-, dueña de una garganta prístina y de genuina intensidad y segura en su fluido contacto con el público.

Su caso se asemeja al de Matías Fernández. Al igual que el deportista, la mujer posee condiciones especiales. Ese talento innato de artista sentimental y melancolía incurable, la hermana con su facilidad por entender las pulsiones del género femenino: sabe llegar al auditorio con historias de corazón roto y nostalgia por algo que pudo ser y no fue.

Aunque en un comienzo su voz se diluía entre los instrumentos y la escenografía jamás la ayudó (era igual a un estelar televisivo), rápidamente se repuso. Con éxitos reconocibles como "Mío", "El hombre que yo amo", "Si pudiera amarte" y "Sigue sin mí", entre otros, el auditorio se encendió y demostró que artistas de su talla a nivel continental, prácticamente, no quedan disponibles.

A diferencia de los baladistas actuales, Myriam Hernández corre con una ventaja esencial: creció escuchando radio AM y se empapó del cancionero setentero italiano e hispano. Esa gran escuela logró que aprendiera los mejores manuales. A eso, además, ahora le agrega una madurez desconocida y que no entrega concesiones facilistas. Por más que sus canciones estén sumergidas en la pena, su música de piel sensible está siempre abierta a todas las intemperies emocionales. No es casual que incluso haya experimentado con el rock en "Quiero saber".

La cantante está viviendo un momento de inflexión en su carrera. Es su gran oportunidad para lograr la trascendencia y reencantar a las grandes audiencias. El público, de hecho, lo entendió así y la pidió para Viña. A Myriam Hernández le causó risa. Sabe que, esta vez, las cartas juegan a su favor.

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