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Canciones para jardinear

02 de Noviembre de 2011 | 12:04 |
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Que los niños tienen derecho a escuchar "rock a su altura" es el postulado de Mosquitas Muertas, banda iniciada en 2010 y dirigida por Rodrigo Latorre, un hombre que sabe de niños y de rock en su doble calidad de profesor de música y de director del grupo de sonido rockero y gitano La Mano Ajena respectivamente. Y este disco debut es también un primer trabajo para demostrar esa tesis de música para niños no sólo aplicada al rock, sino al más amplio inventario: en Canciones para jardinear se escucha hot jazz gitano, psychobilly, blues, bossa nova, cueca, rock, soul, marcha, rock and roll, polca, órgano psicodélico a go-gó en una "Canción de la jungla", trompe mapuche en "El pequeño indiecito" y una letra en mapudungun en "Tañi pu che", entre otras variedades.

A primera escucha es atractiva la idea de que un disco para niños no tenga la ingenuidad típica ni el tono paternalista, sobreprotector o de plano ramplón de tanta "música infantil". Mosquitas Muertas se hacen cargo de que la población infantil sabe hace rato qué significa una música tan vieja como el rock, con varias de estas canciones para jardinear inscritas en ese género, y además dan por entendido que los niños también saben qué es por ejemplo el horror, con una canción en particular sobre eso. Latorre tiene una simpatía innata para cantar con actitud soul, blues o rockera y transformar todo eso en juego, aunque una pregunta que este disco deja planteada es sobre qué efecto puede tener entre un público de niños la estridencia propia del rock, como suena en un par de canciones entre esa "Canción del horror" y el blues "Agudo o grave".

La pregunta queda en parte respondida por la variedad de los arreglos: así como hay electricidad también se escuchan timbres suaves en "El trencito" o por completo acústicos en "El cascarón", una especie de bossa nova con guitarra acústica, violín y coros de niños. Otro punto a favor de la atención del público objetivo es que las de Mosquitas Muertas son canciones cortas y ágiles, para tratar desde asuntos abstractos como los atributos "grave" y "agudo" del sonido hasta urgentes como la estrofa "Deja la basura en su lugar / No botes eso, se puede reciclar / Apaga la luz después de jugar / No más calentamiento global". Y siempre es bienvenida la presencia del mundo animal. Ahí está la "Cueca de los animales" que incluye koala, oso, elefante, monos, cóndor, chinchilla y puerco espín, o el blues de "Los animales de la granja" que agrega patos, gallinetas y a "la tortuga como siempre impuntual", o la "Polka de las aves", donde viven gorriones, colibríes, zorzales, chincoles y loicas: este jardín también funciona como un primer manual sobre aves de Chile.

—David Ponce

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