Las dos periodistas en la portada de ''El chileno de maleta'', uno de los tantos libros que escribieron a cuatro manos.
El MercurioSANTIAGO.- "Es una mujer que vivió el siglo XX en plenitud, con todo lo que significó", dice la periodista Ximena Torres Cautivo, intentando plasmar en una idea a su entrañable amiga Graciela "Totó" Romero.
Hoy se conoció la noticia del fallecimiento de la periodista, insigne socia y dupla de Torres en libros tan recordados como "El evento" y "Cómo sobrevivir en Chile después de los 30".
Y aunque la pena es profunda, la actual editora de Terra también recibió la información con alivio. "Estos últimos años, en que la Totó estuvo en una condición triste, de cada vez desapegarse más, reconocer menos, estar más adormilada por la morfina, era un estado que no tenía nada que ver con la Totó que todos queremos y conocemos", dice la periodista en tiempo presente.
Torres aclara que ese estado no se debía a alguna afección de carácter mental, sino a los fuertes sedantes que recibía en el tratamiento contra el cáncer. "Casi no tenía los pulmones, había perdido uno porque era muy fumadora. Dejó de fumar, pero había hecho un tumor que no tenía sentido sacárselo. El tratamiento era para aminorarle los dolores. Ella no sufrió, pero estuvo bien ida, en una agonía larga de la que le habría cargado tener conciencia. Por suerte no la tenía", cuenta.
Pero no sólo esos últimos días de Romero están frescos en el recuerdo de su partner, sino también las múltiples aventuras que vivieron juntas desde que se conocieron en pleno Altiplano chileno, y que las transformaron en inseparables.
"Yo estaba partiendo, estaba en la antigua Revista del Domingo de El Mercurio, y me mandaron en un viaje muy entretenido, en que la única mujer era la Totó. Por eso compartimos las piezas, en una especie de caravana por el Desierto en que nació esta amistad. Nos daban risa las mismas cosas, la misma gente, compartíamos las experiencias de modo muy similar. Era una afinidad que tenía que ver con el humor", recuerda.
Entonces, Totó "trabajaba en la revista 'Vanidades', que cubría el jet set internacional, y para mí ella era como del jet set, con su moño, flaca, fumaba, usaba unas ropas que nadie se ponía. Era muy elegante, y yo la encontraba súper notable".
Pero Torres asegura que la ubicaba y admiraba desde mucho antes de conocerla. "Antes de ser tan amigas, cada vez que yo necesitaba a alguien que dijera algo desternillante o estruendoso, sabía que tenía que marcar su número. Ella iba a decir un comentario que iba mejorar cualquier artículo, algo que no pasaría inadvertida".
"La gente tendía a asumir que ella era muy cuica, de cocteles, pero ella además era asistente social, y tenía una vocación por andar en mundos que no eran los cuicos. Tenía una gran sensibilidad social, que tal vez le venía por su papá, Alberto Romero, fundador de la Sociedad de Escritores de Chile, un autor súper importante de la literatura social. Más de alguien le preguntó cómo un escritor tan sensible podía tener una hija tan frívola, pero ésa era una percepción súper equivocada. Acá en Chile las apariencias en general etiquetan a la gente. Ella era muy amplia de cabeza, joven, culta, pero no de una cultura de élite: Ella era capaz de seguir una teleserie con la misma pasión con que veía una película de Bergman", agrega Torres.
Esa inclinación por empaparse del mundo y su gente, se graficó en sus estudios de Trabajo Social, pero también en un carácter inusualmente abierto para su época, que le dio fama de liberal y feminista. "Ella promovió el control de natalidad, el uso de la píldora, cosa que le costó su puesto en el Hospital Salvador, porque la consideraron una activista. Siempre salía mal de las partes, porque metía las patas".
"Fue valiente, una mujer que ojalá todos copiaran su ejemplo, de nunca perder la vitalidad para seguir trabajando o creando. Porque según todos los documentos ella habría muerto de 86 años. Nació en 1925 según la historia oficial. Yo creo que ella manipuló el carné, porque le cargaba el tema de la edad. Pero si efectivamente murió de 86 años, hasta los 84 trabajó con la vitalidad de una cabra de veinte, y eso es súper admirable. Yo creo que su lucidez tenía que ver con eso".