Tras su lanzamiento en FILSA, la nueva obra de Baradit ya está en librerías, por un valor promedio de $19.900.
Ediciones BSANTIAGO.- La sala Pedro Prado de la Estación Mapocho no estaba llena; estaba repleta. Incluso quedaron personas fuera y en las escaleras. Así fue la presentación oficial de "Policía del Karma" (Ediciones B, $19.900), la novela gráfica de Jorge Baradit y Martín Cáceres. Uno de los títulos más esperados del año. Pero no sólo por el peso de sus autores, sino por su trama: La existencia de una policía secreta que a lo largo de la historia de Chile se ha dedicado a perseguir a las personas por crímenes cometidos durante vidas pasadas. Una apuesta de gran formato que se para de igual a igual frente a cualquier cómic europeo.
-"PDK" nació de un cuento tuyo titulado "Policía del Karma". ¿Cómo surge esta idea de agentes que te persiguen por los crímenes del pasado?
-Creo que en la primera página de "Ygdrasil", necesitaba inventar una razón para que el militar protagonista tuviera su carrera cuestionada. En lo único "raro" que pensé es que había sido algo horrible en otra vida lo que le impedía ascender en ésta. El segundo capítulo vino tres años después, cuando conversaba con Ángela (su esposa) sobre lo mala que era la antología de cuentos "MP3" (en que los cuentos estaban relacionados con canciones). Ella me preguntó qué canción habría elegido yo para inspirarme y en algún lugar estaba sonando "Karma Police", de Radiohead. "Una Policía del Karma, pues... una policía que te persigue... por tu karma... por crímenes cometidos en otra vida". Cuando lo dije, supe que tenía una de esas premisas que se construyen solas, que venden novelas, series y hasta películas. Una premisa tan neta que se escribió sola.
-La primera aproximación a "PDK" es que se trata de una novela gráfica. Pero además tiene un trailer, un videoclip, una banda sonora, microdocumentales y un blog. ¿Cuáles son los reales alcances de este proyecto?
-No tengo idea de hasta dónde va a llegar; es una metástasis más que un virus. Como me gusta decir, la novela gráfica no es un sol en torno al cual giran virales y merchandising vacuos, sino un nodo relevante de una estructura molecular donde cada componente es autovalente. Y que en conjunto construyen una catedral flotante, hecha de nodos que entran y salen del softworld al hardworld. Una obra dispersa en multiplicidad de plataformas. Un parásito que anida en el encéfalo de los talentosos que se sientan inspirados. "PDK" es una obra rizomática. Un tumor hecho de inteligencia colectiva.
-Háblanos de tu experiencia de trabajo junto a Martín Cáceres.
-Perfecta. El único problema que tuvimos nacía de mí y mi propia impaciencia. Al final la orfebrería de Cáceres prevaleció y fue lo mejor. Él fue capaz de acoger mi propuesta, integrarla y encarnarse en ella aerodinámicamente. Su talento encontró, además, una obra acorde y el resultado está a la vista: Una obra cumbre del dibujo nacional, sin duda.
-A tu juicio, ¿cuál es la principal diferencia al momento de abordar una novela sólo como texto, comparado con la novela gráfica?
-Integrar. Ser capaz de reconocer qué es lo relevante que puede aportar el dibujo y qué el texto. El valor del gesto y el silencio. Hacer novela gráfica es, en muchos sentidos, quedarse callado como escritor y dejar que en lo posible sea la ilustración la que aporte la mayor cantidad de información posible. Si no, terminas con el peor de los recursos: Caras con globos de texto parloteando textos interminables. Acción, actuación. Una manera de enfrentar eso en "PDK" fue entregar bocetos de puesta en página al dibujante con detalles generales de la trama. La mayoría de las veces Martín ni siquiera sabía lo que decían las viñetas, sino lo que estaba ocurriendo. De ese modo, cada situación expresaba como en cine mudo; es decir, los textos debían reducirse al mínimo para explicar. Por eso los diálogos entregan información extra y la acción se explica por sí misma.
-Apuesto a que ya estás pensando en tu siguiente proyecto. ¿Podrías contar algo?
-Ahora quisiera pensar en una novela convencional, pero seguramente se desbocará en quién sabe qué. Tiene que ver con el caso del cabo Valdés y su abducción en Pampa Lluscuma. Un adelanto de eso está en el cuento publicado en la antología "Octocéfalo" (Ediciones SM), que también se lanzó en la FILSA.