González incluyó temas de todas sus etapas a solas y con Los Prisioneros, en el más completo repaso que hasta ahora ha hecho a su repertorio.
El Mercurio
SANTIAGO.- Promediando el concierto y tras interpretar "Mi casa en el árbol" —su ya lejano primer single en solitario—, Jorge González se toma un respiro, y como pocas veces en lo que va de noche viaja hacia atrás. Cuenta que cuando compuso cierta canción, muchos de sus viejos seguidores se le fueron encima por haber terminado de "traicionar al punk".
Pero entonces, recuerda, hizo oídos sordos, pensó en lo bueno que es vivir sabiendo que se hizo una gran canción que le gustó a pocos, antes que un mal hit, y concluye que esa posibilidad de no casarse con estilo alguno le permitió "tener mi propia personalidad".
Entonces el ex líder de Los Prisioneros toca los primeros acordes de "Fe", la balada incluida en ese mismo disco titulado sólo con su nombre (1993), pero el relato que la antecede no sólo es válido para ese recordado tema, sino para todo lo que ya ha mostrado en la velada.
Porque precisamente por todos los rincones de esa "propia personalidad" se paseó González en este nuevo reencuentro con Chile, que materializó esta noche de miércoles en el Teatro Caupolicán. Desde el punk a las baladas, pasando por el electropop de su primera edad con Los Prisioneros y los contados éxitos que anotó en la segunda.
De todos modos, tras sus temporadas de presentaciones a solas con la guitarra eléctrica y la de tributo al disco La Voz de los 80, el recorrido de González por su discografía —ante más de 3.500 personas que poblaron el recinto de San Diego— no abrió con ninguno de sus temas firmados a solas o con el trío sanmiguelino, sino con un clásico local: "Arauco tiene una pena".
Colorido rock hay en esta lectura del tema de Violeta Parra, de la mano de la misma banda que acompañó a González en sus presentaciones de principios de año (Gonzalo Yáñez, Jorge del Campo y Pedropiedra), y se mantiene luego en una eléctrica versión de "Corazones rojos".
Pero luego, y tras la promesa de que "éste va a ser el mejor show de toda mi vida", el recorrido toma rumbo definido y algo cronológico, con el énfasis en el primer disco de Los Prisioneros. Así se suceden "Paramar", "La voz de los 80", "Brigada de negro", "Sexo" y "Por qué no se van" (nuevamente con el verso "si tu apellido no es González ni Ríos").
La excepción la marca "Concepción", para luego saltar al primer adelanto de su esperado nuevo disco, "Pobrecito mortal", que el propio Florcita Motuda coreó con entusiasmo desde el palco. Tal como mostró en el festival El Abrazo y en este mismo recinto en enero, el actual trío de músicos logra mantener la esencia sonora de Los Prisioneros (aunque con la fidelidad que éstos no siempre podían garantizar), y así lo demuestran en "San Miguel".
En "Necesito poder respirar", en tanto, nuevamente viene el empalme con "Creep" (Radiohead), mientras que en una sintética y algo deslavada versión de "El baile de los que sobran", el saludo tiene nombre propio: "Grande Giorgio, grande Camila".
Será la única alusión a la contingencia de González, quien hoy pasó por alto sus ya tradicionales y largos minutos de crítica a gobernantes, empresarios y medios de comunicación, para concentrarse en las canciones. Así, en el segmento más íntimo se permitió incluir piezas tan atesoradas por sus seguidores como "Esas mañanas", además de otras tan inhabituales en su repertorio como "Nunca más", del disco de 1999 Mi Destino.
"Ultraderecha", del segundo tiempo de Los Prisioneros, y "More than a woman", de los Bee Gees, fueron las elecciones para el cierre de una jornada que se extendió por dos horas y cuarto, y en la que Jorge González encontró nuevas formas de conjugar la palabra reencuentro. Ya no con su figura ni con un disco particular en algún aniversario emblemático, sino con la globalidad de un repertorio tan diverso como esencial e histórico.