Otra punto para Mars: La guitarra, en él, no es un simple adorno. El norteamericano también aporta en su banda.
Héctor Yañez, El Mercurio
SANTIAGO.- La escena es la misma que se ha repetido varias veces a lo largo de las últimas temporadas: Sobre el escenario, un nóvel cantante en el estallido de su popularidad; en las tribunas, en tanto, una multitud de niños y adolescentes gritan de forma ensordecedora.
El paisaje no cambia en el debut en Chile de Bruno Mars, pero que ello no lleve del todo a engaño. Porque a diferencia de las últimas estrellas fabricadas o impulsadas por la industria norteamericana del entretenimiento, el cantante de ascendencia filipina y puertorriqueña al menos deja entrever en vivo que, detrás de similar fachada, puede haber una materia prima distinta.
De la mano de su único álbum a la fecha, el exitoso Doo-Wops & Hooligans (que le valió liderar la actual previa del Grammy, con seis nominaciones), el norteamericano logró repletar esta noche la Arena Movistar, con cerca de 13 mil personas.
Allí desplegó una oferta obviamente acotada, que se nutre sobre todo de los géneros agrupados bajo el concepto general de "música negra". Aunque la partida es con los aires algo dramáticos de "The other side", la sucesión posterior es inequívoca al respecto.
Así, "Top of the world" muestra un funk clásico, que remite sobre todo al primer Michael Jackson, claramente uno de sus referentes principales. En "Money", en tanto, se acopla al rock and roll de manual, para empalmar con los aires de reggae y raggamufin que se alternan en "Billionaire". Sobre esa misma base es que luego se levanta el R&B "Our first time".
El sostén de ese colorido está en su correcta banda de acompañamiento, en la que sobresale un trío de bronces que aporta tanta intención como su algo hiperventilado MC. El ritmo cinematográfico de "Runaway baby" es tal vez la mejor muestra.
Sobre ese soporte, y bajo un coro permanente del público, Mars interpreta con una voz que no es descollante, pero que al menos cuenta con los atributos del registro afroamericano y un pequeño stock de trucos. Sin embargo, ello no impide que el cantante tropiece cuando menos debe: En su gran éxito, "Just the way you are", las diferencias entre el tono de su voz y el del piano son insoslayables.
Pero el incidente, a fin de cuentas, no es otra cosa que el reflejo de lo que Bruno Mars es: Un cantante que pese al éxito en el que navega, está aún en fases iniciáticas. Tras el estándar de sus piezas, sin embargo, se trasluce cuerda pop para rato.