Friedman apoyado en el hombro de Mustaine, en una de las épocas más populares de Megadeth: La del disco ''Youthanasia'' (1994).
El MercurioCANNES.- Hasta hace cerca de una década, Marty Friedman era conocido nada menos que como el guitarrista de Megadeth, una de las bandas más emblemáticas en el heavy metal planetario. Pero en estos días, sin embargo, el músico estadounidense sorprende en un rol que nada tiene que ver con ese recuerdo cargado de electricidad y distorsiones.
El guitarrista, quien permaneció cerca de doce años junto a Dave Mustaine y compañía, se paseó en los últimos días por el Midem 2012, el encuentro de la industria musical que se realiza en Cannes, como embajador del pop japonés, uno los géneros más edulcorados de las últimas temporadas.
"Es puro azúcar", dijo Friedman durante su ponencia en el stand de Japón el pasado fin de semana, en uno de los momentos más llamativos de la última edición del Mercado Internacional del Disco y de la Edición Digital, que cerró sus puertas ayer.
Vestido a la vieja usanza, con pantalones ajustados, chaqueta de cuero y cabello rizado largo, los únicos signos exteriores de su conversión al modo de vida de Japón, país en el que ha residido los últimos años, eran su dificultad para recordar algunos términos en inglés y unas gigantescas botas negras, con suelas de cinco centímetros de altura.
Nada que ver, por tanto, con el estilo que predomina en la cuidadísima estética de los artistas nipones, como los grupos de chicas Perfume o AKB-48, que ha vendido cinco millones de singles.
Friedman relató que durante sus múltiples visitas a Japón con Megadeth, comenzó a sentirse atraído por su forma de entender y producir la música, con cantantes cuyas voces siguen exactamente la pauta de las melodías, que definió como "tristes y alegres al mismo tiempo".
"Adele es una artista fantástica. A mí me encanta, pero su música es difícil de procesar para este público", comentó.
En el país asiático, en cambio, triunfan los cantantes melódicos, con producciones en las que se mezclan dance, progressive y pop azucarado, que sirven de soporte a letras que reflejan la idiosincrasia de la juventud japonesa.
Asentado como productor, Friedman ha logrado hacerse un espacio en el panorama musical japonés, en el que el ochenta por ciento de la música que se consume lleva el sello nacional.
"No hago esto por dinero. Todo el que se dedica a la música sabe que el peor camino para ganar dinero con la música es hacerla por esa razón", aseguró el guitarrista, quien recordó con satisfacción sus tiempos en Megadeth, aunque afirmó rotundo que dejar la banda e instalarse en Japón fue "lo mejor" que hizo en su vida. "Ahora estoy haciendo lo que sólo yo puedo hacer", enfatizó.
Según el último informe de la IFPI, Japón ostenta junto a EE.UU. las mayores cifras de ventas legales de música y, en opinión de Friedman, el pop asiático y el nipón en concreto (conocido como "J-Pop") están a punto de experimentar una inmensa proyección global.
Según el músico y productor, el público está cansado de la música deprimente, y afirmó su apuesta en el triunfo internacional de artistas rocambolescos como Lady Gaga, la única artista occidental que se coló entre los 20 más vendidos del pasado año junto a Avril Lavigne en Japón.
De la explosión musical de Oriente Chile ha sido testigo, primero con la exitosa presentación que en 2011 cumplió el grupo X-Japan y, más recientemente, con el revuelo que causó la confirmación de la visita de los coreanos JYJ en marzo, cuyo género es denominado por origen como "K-Pop".