El enorme escenario de Viña, García, su guitarra y la ovación. Una combinación que pasará a la historia de Viña 2012.
José AlvújarVIÑA DEL MAR.- Si se habla de ruptura con los estándares festivaleros en pasos tan recordados como los de Faith No More o Franz Ferdinand, esa sección de Viña hoy deberá agregar un nuevo capítulo, tras la presentación de Manuel García.
El ariqueño imprimió una postal que es sin dudas inusual para este evento, pero más importante que eso: Su rotundo éxito demostró que aquí se pueden hacer cosas distintas de las que durante largos lustros se vienen dando cómodamente por sentadas.
Resaltando su rol de cantautor, García desplegó una intensa presentación centrada en los temas más familiares para sus seguidores, y a la que, pese a la brevedad, logró dotar de distintos momentos.
Así sacó a lucir al solitario trovador de piezas como "Témpera" y "Vida mía", al compositor romántico e intimista de "Tu ventana", al rockero de "Reloj", y a la voz combativa de "Piedra negra".
En este último aspecto, García aprovechó la plataforma para amplificar su voz, y expresar que "ahora soñaré poder hablar prontamente con el Presidente de la República, para contarle, con respeto y con cariño, que la gente lo está pasando mal en Cabildo, Dichato, Aysén. Que los niños mapuches lo están pasando mal en Temuco, y que los estudiantes no lo dejarán dormir si usted no los deja soñar. Viva Chile".
Se lee largo, pero el cantautor se tomó todo su tiempo para hacer esa demanda en el mayor show televisivo del país. Tal como hizo para compartir la poesía biográfica sobre las tres generaciones de "manueles" que existen en su genealogía.
La comunión con el público llegó así a ser mayúscula, y se tradujo primero en antorchas de plata y oro. García las devolvió con la entrega mayor que representa el pararse aquí solo con una guitarra, para interpretar la ya emblemática "El viejo comunista".
La aclamación fue larga y rotunda, vino la Gaviota de Plata y la extendida petición por seguir escuchándolo, que el cantautor intentó frenar con la solicitud de dar pie a la competencia folclórica. Hubo que llamarlo de vuelta, darle Gaviota de Oro, pedir calma y despedirse con "Los colores" a capella.
Aquí se habla de triunfos, y todos estos elementos arriba de la mesa arrojan que éste fue rotundo para el artista. Los trofeos ahora se van a su casa, pero en este escenario se quedará la semilla que plantó García: Un espacio para el canto popular, para las voces solitarias, que cuando tienen méritos tan enormes, terminan por imponerse en los lugares más impensados. Como Manuel García en Viña 2012.