El ex vocalista de Garras de Amor, Diego Rodríguez, también estuvo presente en el encuentro.
UPIVIÑA DEL MAR.- Las primeras horas de la cuarta jornada del Festival de Viña del Mar estuvieron marcadas por la intensa energía y conexión entre Los Bunkers y el público. Luego, la canción de Manuel García fue coreada y ovacionada por toda la Quinta Vergara, dando vida al gesto de admiración más importante de todo el certamen. Pero el Monstruo no sólo se manifestó fanático del rock y de las composiciones del ariqueño, sino que también de la música bailable.
La cumbre tropical de la noche, levantada por las bandas trasandinas Garras de Amor y Ráfaga, encendió los ánimos de las casi 20 mil personas que convirtieron el recinto viñamarino en una pista de baile.
Garras de Amor tuvo la tarea de dar el vamos a la espectáculo. En poco más de 35 minutos, el grupo hizo un barrido a su repertorio y recordó temas ya clásicos de su discografía. El momento más emotivo de su show llegó hacia el final, cuando invitaron al escenario a su ex vocalista, Diego Rodríguez, quien sufrió un accidente que dañó su columna en el año 2004.
Sin antorcha el grupo multinacional abandonó el escenario para ceder el espacio a Ráfaga. La banda replicó el éxito de sus antecesores, y tampoco obtuvo el galvano. El Monstruo solicitó el premio, pero el corte de la transmisión televisiva impidió su entrega.
Los grupos lograron mantener al Monstruo activo hasta después de las 03:25 de la madrugada.
La fórmula de "cumbre tropical" se consolida así como una buena estrategia para el festival, luego de que el año pasado debutara el formato con Villa Cariño y Los Viking 5, y de que en una ocasión anterior se reunieran sobre el escenario Tommy Rey y la Sonora Palacios.