MUNICH.- En junio se cumplen 30 años de la muerte del para muchos mejor director alemán de cine, Rainer Werner Fassbinder y el escritor Jürgen Trimborn trata de justificar su mito en una nueva biografía.
"Me gustaría ser para el cine lo que Shakespeare para el teatro, Marx para la política y Freud para la psicología: alguien tras el cual nada sea como antes", expresó alguna vez Fassbinder que era todo menos modesto.
Trimborn asegura que la estrella del cineasta "reluce con más brillo en el extranjero" y denuncia el "desinterés general" en la obra del cineasta que hay en su país. El autor pretende en el libro, titulado "Ein Tag ist ein Jahr ist ein Leben" (Un día es un año es una vida), que salió al mercado esta semana, hacer un análisis objetivo, sin dejarse impresionar por las disputas por el legado de Fassbinder.
Desea mostrar "hechos y documentos en lugar de emociones". Cerca de 50 páginas de pies de notas lo atestiguan. Además, muestra la corta vida del director, que murió con sólo 37 años en Munich y que con películas como "Angst essen Seele auf" (1974) o "Berlin Alexanderplatz" (1980) se convirtió en el "niño mimado" y el precursor del nuevo cine alemán.
Con sus más de 40 películas en sólo 13 años y descubrimientos como el de la actriz Hanna Schygulla, fue quizás el representante más importante del cine alemán y el director más exitoso en la Alemania de posguerra.
Su libro comienza con la infancia infeliz marcada por la soledad y el rechazo de Fassbinder, definido por la revista "Stern" como "borracho y genio". El biógrafo relata la detención de Fassbinder en una sauna homosexual en París, su gran y no correspondido amor con Gnther Kaufmann y su sorprendente matrimonio de dos años con la actriz Ingrid Caven.
También aparecen sus arranques volcánicos de cólera. "Era habitual las peleas en los rodajes", revela. "Como con todo lo que hizo Fassbinder, su consumo de alcohol se tornó rápidamente excesivo", escribe y cuenta también cómo el director homosexual llegó a prostituirse temporalmente antes de alcanzar el éxito como cineasta.
El autor cita al productor Michael Fengler: "Para él era algo natural ponerse a la venta. En ese aspecto, como en casi todos, no tenía reparos". Aunque su gran amor fue siempre el cine, también hizo incursiones en el teatro. Pero nada como el celuloide.
"Hacer muchas películas para que mi vida sea una película", era su sueño. "Rodar por primera vez fue mejor que el mejor de los orgasmos que tuve nunca. Fue una sensación indescriptible".
Pocas semanas después de la muerte de Fassbinder en 1982, falleció el que durante años fue su amante, Peter Chatel, el primer caso documentado de sida en Alemania. "La probabilidad de que Fassbinder también se pudiera haber contagiado era extremadamente alta", relata Trimborn.
Pero Fassbinder no murió de sida. Lo encontraron muerto el 10 de junio de 1982 en su casa de Munich, al parecer por una sobredosis de cocaína. "Un suicidio a plazos", según Trimborn.Los restos del director fueron enterrados en la capital bávara.
La biografía no olvida la que quizás es la frase más célebre del director: "Ya dormiré cuando esté muerto".