TOLOUSE.- Los Encuentros de Toulouse empezaron a proyectar hoy los filmes de "Cine en Construcción", sección que, a diez años de su creación, se afianza como punto de encuentro entre profesionales de la industria europeos y cineastas latinoamericanos.
"De los talleres WIP (Work In Progress), considero este como uno de los más prestigiosos del circuito internacional", asegura Benjamin Domenech, productor argentino que participa por partida doble en el festival de esta ciudad del sur de Francia, con una película en la sección oficial y otra en este apartado.
Aunque el objetivo inicial de "Cine en Construcción" es conseguir financiación para terminar largometrajes atascados en la fase de postproducción, la plataforma también constituye un trampolín para lograr distribuidores en Europa.
"Es una ventana que proporciona una gran visibilidad", señaló Domenech, consciente de que llegar a Francia, un territorio amplio, "generalmente abre las posibilidades de llegar al resto del mercado europeo".
A priori, no obstante, la dinámica de esta sección de Cine Latino no se distinguiría de las plataformas profesionales de otros festivales más grandes y célebres, como Cannes o Berlín.
En la cita de Toulouse el ambiente es más distendido e informal, lo que da lugar "a contactos genuinos, y la presencia de los profesionales que tienen que estar", opinó.
El ambiente distendido se suma, en su opinión, a la apuesta del comité de selección por filmes "bastante arriesgados", idea compartida por el presidente del festival, Francis Sainte-Dizier, quien defendió la "independencia total y la variedad" de un jurado que este año han tenido que desechar 136 largometrajes.
A partir de la tercera edición esta sección, creada "para responder a la demanda de los directores", los Encuentros de Toulouse se asociaron con el festival de San Sebastián, con el que comparten jurado, para elegir, en abril y septiembre, los seis largometrajes que competirán en cada certamen.
Por ser cintas inacabadas, elegir las que participarán en el concurso requiere una visión "particular", según Sainte-Dizier, quien puso como ejemplo la uruguaya "La vida útil", de Federico Veiroj.
Esta película en blanco y negro, sobre un apasionado del cine empleado en la Cinemateca de Montevideo desde hace un cuarto de siglo, mostró "un algo" que convenció al jurado de incluirla en la selección, pese a que sólo tiene treinta minutos de rodaje.
Ayer, un año después de su paso por esta sección del festival, la cinta se estrenó en 18 ciudades francesas, un logro "nada sencillo para un filme uruguayo, intimista y discreto", apostilló Sainte-Dizier.
El segundo largometraje de Veiroj, cuyo primer film, "Acné" también pudo acabarse gracias a "Cine en Construcción", ha logrado asimismo media docena de premios en otros festivales internacionales.
En su primera década de vida, 32 películas participantes en la sección ha logrado distribución en Europa, como "Historias Mínimas", del argentino Carlos Sorín, o "Histoires qui n'existen lorsqu'on se souvient", de la brasileña Julia Murat, concursar este año dentro de la selección oficial.
Al final, el fallo del jurado constituye "únicamente otro aliciente" dentro de la oportunidad que representa para los realizadores latinoamericanos crear una red de contactos que les abran las puertas del mercado europeo y también latinoamericano.
Los Encuentros de Toulouse, que este año van por su 24 edición, se han convertido en el festival de cine latino "no solo en Europa, sino en el mundo", según su máximo responsable.
"Las películas de América Latina tienen grandes problemas para conseguir visibilidad de un país a otro, y no sólo en aquellos con industrias balbuceantes, sino también en los que tienen un cine consagrado. A veces es más fácil que una película argentina se distribuya en Francia que en México", resumió Saint-Dizier.