Un primer plano de Andrew VanWyngarden, líder de la banda neoyorquina MGMT, sobre el escenario este domingo 1 de abril en el Parque O'Higgins.
Cristian Soto L.SANTIAGO.- La escena podría ser casi contradictoria: Exactamente a las 19.30 horas de hoy, y mientras en uno de los escenarios principales se desarrollaba la presentación de MGMT, uno de los grupos más esperados de Lollapalooza 2012, verdaderas estampidas se dirigían hacia la Arena Movistar, con una ansiedad inédita para esta edición.
La razón era clara: El programa indicaba que a esa hora comenzaba en el Perry's Stage la presentación de Skrillex, el número fuerte de la tarima electrónica y que el propio Perry Farrell tachó como uno de sus favoritos.
Cerca de 14 mil personas lograron entrar finalmente al recinto, que mucho antes tenía filas en las afueras, esperando por entrar a la zona de cancha. Tanto esa área como la platea baja debieron cerrar en el momento en que el show del músico comenzaba, derivando a los últimos en llegar únicamente a la platea alta, que también terminó por repletarse.
Mientras, en el Coca-Cola Stage MGMT se presentaba ante una cifra similar de público, que esperaba con ansias los éxitos de uno de los mayores fenómenos de las últimas temporadas.
Energía y languidez
En el plano artístico, en tanto, el duelo Skrillex vs. MGMT bien merece el televisivo rótulo de "Mundos Opuestos". Ello porque mientras el DJ usa a la electrónica sin concesiones, con el objetivo de desatar una auténtica catarsis, el dúo devenido en quinteto la aplica con cálculo exacto, en piezas de pop incluso contenidas.
No contribuye mucho la propia actitud de los integrantes, lejana y algo apagada, lo que termina por hacer que el concierto de una de las bandas más aclamadas de los últimos años, increíblemente languidezca.
Así, y pese a que el público hasta coreó los riffs de "Kids" y "Time to pretend", y celebró el paso de canciones como "The Youth" y "Flash delirium" -entre otras de los discos Oracular Spectacular y Congratulations-, la mayoría terminó por buscar otras alternativas.
De este modo, cuando el grupo se acercó al cierre con el cover de "Electricity" (OMD), apenas cerca de cinco mil personas seguían con atención la presentación, mientras miles guardaban lugar para la presentación de Foo Fighters, y otros aún hacían vanos intentos por entrar a la Arena Movistar.
Ese recinto, en tanto, se transformó en una verdadera caldera, gracias a la desmesura de un Skrillex que no escatima en aumentar las dosis de efectos y la intensidad del pulso bajo en el pecho de cada asistente, para armar una celebración de la que no se pueda escapar. "Scary Monsters and nice sprites" y "Breakin' a sweat", fueron algunas de las piezas propias que alternaron con diversas citas, y que el DJ se encargó de intensificar con llamativa energía en escena.
Peaches, desorden casi al cierre
Literalmente lejos de esas preocupaciones, la canadiense Peaches fue destinada a clausurar uno de los escenarios periféricos del festival, el llamado "Escenario Alternativo", al aire libre en el borde oriente del parque. Y aunque su espectáculo a base de proyecciones y sonido electrónico bailable se prestaba más para un recinto cerrado, ella se entregó con todo ante un público que partió escaso a las 19.15, en un lugar con piso de tierra y todavía con luz natural, para dar uno de los shows llamativos del festival.
En cinco discos desde 2000 a 2009 Peaches ha volcado su opción por una música electrónica que le permite poner en escena un show iconoclasta, provocador y sexual. Ya lo hizo así en su debut de noviembre de 2003 en la ex discoteca Oz de la capital, y esta vez desplegó amplios recursos para estimular al público. Ella dispara una tras otra contagiosas bases, proyecta en la pantalla imágenes subvertidas de "Thriller" de Michael Jackson o de películas XXX, y en "Talk to me", canción de su disco I feel cream (2009), convoca a escena a dos bailarinas espigadas que en adelante aparecerán caracterizadas en estilo porrista, sadomasoquista o porno según las necesidades del espectáculo. Y el atuendo de la propia Peaches es de antología, con zapatillas de caña extra larga, medias rotas y una especie de gran estola con decenas de tetas artificiales de los más diversos tamaños, todo coronado por un peinado tipo mullet en tonos negro y rubio.
No por electrónica esta música no se puede entonar: de hecho Peaches canta muy bien y hasta se aproxima a ratos a un registro vibrante estilo R&B. Con la misma versatilidad samplea guitarras eléctricas rockeras en la canción "Boys wanna be her" de su disco Impeach my bush (2006), y se apropia de la tipografía metalera para diseñar un logo con su nombre. Hiperquinética, no parará de moverse durante los sesenta minutos de show, trepada una y otra vez a una tarima en la mitad del escenario, encaramada en los parlantes laterales y dedicada a descorchar botellas de champaña entre sus piernas sin cuidarse de buscar una metáfora más sutil para los genitales masculinos, de modo que hacia el final es mucha más la gente que llega hasta el escenario alternativo atraída por la música y la performance. Esta misma audiencia se ha perdido el concierto de MGMT por estar aquí, y es claro que no se irán arrepentidos.