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Liturgia renovada

En su tercera visita a Chile, la leyenda norteamericana volvió a sentir la devoción de sus fieles, a quienes habló con piezas esenciales de su repertorio modeladas según sus actuales inquietudes, y sin el menor apego a tradicionalismo alguno.

03 de Mayo de 2012 | 14:32 |
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Dylan no permitió cámaras de ningún tipo en el concierto, pero así y todo algunos fanáticos lo fotografiaron.

Twitter: @samurairqc

Si la primera vez marca el hito y la segunda lo refuerza, puede que la tercera entonces lo ritualice. Tal vez eso se desprenda del saldo numérico, pero también es lo que arroja la visita a Movistar Arena en esta noche de miércoles, donde los seguidores de Bob Dylan vivieron una verdadera liturgia junto al legendario cantautor norteamericano.

En su tercera ocasión en Chile, uno de los artistas más determinantes de las últimas décadas se presentó ante cerca de doce mil personas, en una nueva estación de esta gira peculiar que es el Never Ending Tour, iniciado en 1988.

Y aunque el hombre de "Blowin in the wind" suele revolver el naipe de su repertorio (tan interminable como su gira) en cada ocasión, esta vez repitió la partida de las últimas fechas con "Leopard-skin pill-box hat", con la que de inmediato dejó en claro otra máxima de sus últimas temporadas: Las canciones ya no son exactamente lo que fueron, y el permiso para seguir trabajándolas es absoluto. Así, el tema que imprimiera en el álbum Blonde on Blonde, de 1966, luce ahora con matices rockeros que revisten su matriz blues de origen.

En un escenario tan sencillo como lúgubre, Dylan comanda las acciones en el inicio parado tras su piano eléctrico, que luego alternará con la guitarra y el canto sin más, además de los usuales solos de harmónica. Una rutina que los de al fondo de la galería deben confiar al momento más agudo de sus ojos para poder registrar, ya que Dylan cumplió al pie de la letra con otra de sus leyes en esta gira: Aparte de la iluminación sencilla, en este concierto no hay espacio para las pantallas gigantes, como tampoco lo hay para las cámaras de prensa ni para buena parte de las particulares.

Las restricciones podrían parecer las de cierta clase de divo que no quiere dejar registro del paso que sus 70 años le han marcado en el rostro, pero a poco del arranque (puntualmente a las 21 horas) queda claro que la cosa no va por ahí: Sin efectismos de ninguna índole, inevitablemente es la música la que aquí gobierna, y que sumerge al público en un viaje por paisajes diversos.

Desde los tonos más luminosos de "Tangled up in blue", hasta el pulso eléctrico y marcado que reviste a la faz boogie de "Highway 61 revisited", el recorrido incluye cuotas de country, blues, rock and roll y, por cierto, folk, entre otros estilos que Dylan no maneja, sino que le son propios.

Para ello, cuenta también con una buena comarca de cinco integrantes, claramente comandada por el experimentado Charlie Sexton, un guitarrista de amplio recorrido en el mundo del blues y el folk, y que lidera el 90 por ciento de los solos y armonías, ante la renuencia de Dylan a colgarse las seis cuerdas con la regularidad de antaño.

De ese modo es que el norteamericano pasó también por clásicos mayores como "Like a rolling stone", uno de los temas que más agitó a un público marcadamente más contemplativo que eufórico. Aunque conserva el espíritu original con que la imprimió en 1965, la canción suena ahora algo filtrada por tonos rock, que la asemejan más a versiones como la grabada por Rolling Stones en años recientes. Pero si en ese clásico el cambio es tan leve como estratégico, en "Blowin in the wind" es sencillamente radical, con toques de carretera que llevan a ese emblemático himno a una versión irreconocible.

Pero aunque ese registro al cierre esté lejos del que la mayoría de los presentes guarda en su memoria, los aplausos en la despedida fueron de todos modos generosos. Tal vez sea porque a figuras del tamaño de Dylan no se les da permiso para que moldeen los clásicos a su antojo, sino que se acata lo que ellos manden, con la esperanza de que la vitalidad que ese atrevimiento encierra conlleve cuerda para un buen rato más, y que la famosa gira siga tan interminable como hasta ahora.

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