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Strangeland

Con la fórmula del éxito radial bajo absoluto dominio, el cuarteto británico regresa bien instalado en el soft pop adulto, y con su melancolía de origen transformada en una foto del recuerdo.

07 de Junio de 2012 | 10:46 |
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La señal que habían dado con Perfect Symmetry en 2008, Keane definitivamente la confirma cuatro años más tarde con Strangeland: Tras un inicio cercano a vertientes algo más alternativas (aunque siempre con los pies bien puestos en la industria), el cuarteto británico hoy es una tranquila banda de hombres de familia, que va por ahí repartiendo sonrisas con el fin de caerle bien a cuantos se pueda.

Para ello se sirven de una fórmula que no traiciona los lineamientos que han trazado en su historia —a fin de cuentas, siempre han sido algo descremados—, pero sí consagra el decidido giro hacia zonas más luminosas del espectro sonoro. Si en los bien recibidos Hopes and Fears (2004) y Under the Iron Sea (2006) su calculada melancolía los hermanaba con los primeros Coldplay —los dos leyendo los tonos más invernales con la vocación de estadios de U2—, hoy ambos vuelven a encontrarse en el evidente afán de ver la vida en colores.

Así, en Strangeland abunda el pop amable para coros masivos, en temas como "Silenced by the night" y "Sovereign light cafe", mientras que otros como "On the road" invitan a bailar sin depeinarse ni enloquecer. Todo con la base de piano irrenunciable en Keane, y el canto limpio (demasido incluso) de Tom Chaplin. Piezas como "Watch how you go", en tanto, recuerdan la vieja nostalgia del grupo, aunque sin la convicción que antes lograban contagiar.

Pese a que su facilidad para las melodías permanece intacta, la aplicación es ahora distinta. Un juicio venido del marketing probablemente diría que los Keane de hoy son una banda "para" adultos, en una lectura que puede dar para más de una apreciación. ¿Han crecido? Puede ser. ¿Envejecieron? Seguro.

Sebastián Cerda

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