Mirado por el espejo retrovisor hay historia en juego. La historia está escrita y cantada por ejemplo en una canción que llegó hasta la competencia folclórica del Festival de Viña de febrero de ese año '92 como "El chinchinero", o en melodías que luego iban a ser éxitos como el aire mapuche de "N'olviden" y el tono blusero de "Ciudad traicionera", o simplemente en un himno: "Huellas". Todo eso y más hay en el segundo disco de Joe Vasconcellos, Verde cerca, que el cantante chileno publicó en 1992 y que este viernes va a conmemorar con veinte años de perspectiva en un concierto (ver recuadro) en el centro cultural Matucana 100 de la capital.
Y para entonces ya había historia recorrida también. Era un Vasconcellos de treinta y dos años el que estaba de regreso en Chile, luego de haber marcado época en la historia de Congreso como vocalista de esa banda a comienzos de los '80. Había partido luego a Brasil a tocar con músicos como María Creuza y había lanzado su disco debut de vuelta en nuestro país, Esto es sólo una canción (1989). Verde cerca (1992) fue su segundo trabajo como solista, grabado junto a los músicos Juan Caballero (bajo y guitarra) y Matías de Lara (percusión), y con invitados como Antonio Restucci (guitarra), Jaime Vivanco y Andrés Sylleros (teclados), Rodrigo Vásquez (percusión) y Danae Izzo y Jaime Abdalah (coros).
Hoy Caballero es integrante de Santiago del Nuevo Extremo, De Lara toca con Los Vásquez y ambos volverán a acompañar a Vasconcellos en el concierto de aniversario, junto al multiinstrumentista Pedro Melo. "Hacer el Verde cerca ahora es reencontrarme con mi banda anterior", explica el cantante, y menciona que el animador Alfredo Lewin fue uno de los que le recordaron el vigésimo aniversario del disco. "Me contó todo lo que significaba para él, y también me pasó otra gente. Entonces pensé en ir a la esencia de ese disco, y esa esencia es un groove insoportable", sonríe. "Lo que teníamos en ese trío es que hacíamos una pelotita a la que todos los músicos que llegaban se querían sumar. Porque daban ganas de tocar".
-Y ahora nos juntamos y sucedió lo mismo: se produjo esta pelotita de groove rico de tocar y de escuchar -continúa-. Y por supuesto estaba Pedrito Melo por ahí, que es mi alter ego, y le dije "Pedrito, ¿te sumas?" Y él me dijo "No: ya estoy. ¿Cómo que 'me sumo'?". Estamos casi como cabros de colegio empezando a armar un cuento de nuevo, con ese espíritu casi inconsciente, de sueño, con el síndrome del Chavo del Ocho: "y que zas, y que zas". Eso es lo que nos ha pasado. Estamos canosos y guatones, y que zas. Y la sensación que tengo es que la gente que vivió ese momento del cassette del Verde cerca también anda por las mismas, retomar las sensaciones, los olores, los sabores, los recuerdos.
-¿Van a tocar el disco completo, en el orden original incluso?
-Lo que ha ido saliendo natural es que partimos ensayando en el orden del disco, pero hay ciertas situaciones en las que hay que manejar de una forma distinta las emociones para un concierto. Cuanto más lo ensayo me doy cuenta de que habrá que hacer un orden diferente, permitirse mostrar un poco lo que hacemos previo a un ensayo. Tenemos mucho en comín, nos gusta el jazz, grupos como (la banda de jazz rock) Weather Report o músicos como (el percusionista brasileño) Naná Vasconcelos. Vamos a tratar de buscar, si nos da la inspiración, una instancia de mostrar nuestras influencias, que nos ha llevado a hacer esto. Hay muchas ganas de mostrar lo que fuimos, lo que llegamos a ser, y ganas de tocar. Y creo que es un poco reencontrarse con los '90, ¿no?
-Dos cosas sobre los '90, de hecho: ¿cuál es la historia del repertorio de este disco? ¿Son canciones hechas entonces, a comienzos de los '90? ¿O las traías de tu estada de los '80 en Brasil?
-Este disco recoge todo el entusiasmo y las ganas de demostrarme y demostrar a mis amigos en Brasil que en Chile iba a hacer mis cosas, que no me iba a ir a Nueva York ni a otro país, y tirar para afuera todo lo que había aprendido. Probablemente lo hubiera hecho en Brasil también, pero lo importante fue hacerlo acá, con cabros que estaban fresquitos, llenos de vida, de sueños, saliendo de la dictadura. Después de eso vino Toque (su tercer disco, de 1995, con hits radiales como "Sólo por esta noche", "Mágico", "Las seis" y "Sed de gol"), disco que trabajé con productor. En Verde cerca no: yo era el productor, junto a amigos como (el baterista e ingeniero de sonido) Juan Ricardo Weiler, que fue una pieza fundamental. O como (el productor) Alfredo Saint-Jean, que habló con (el ingeniero) Caco Lyon y le dijo "¿Sabes que hay un Vasconcellos? Escucha esto". Y el Caco dijo "Bueno, por qué no grabamos".
-¿Y tocar este disco ahora funciona como un retrato de la época? ¿Te recuerda de algún modo al Chile de ese tiempo, el comienzo de la Transición, el gobierno de Aylwin, la dictadura muy cercana?
-Creo que lo primero que pasaba en su momento, y que era muy rico, es que nosotros, sin ser Justin Bieber y ni New Kids, éramos un grupo que llamaba mucho a mujeres. Las primeras dos filas eran siempre de público femenino. Era maravilloso eso. Entonces ahí por eso todos tenían ganas de tocar con nosotros po -se ríe-. Era lo máximo. Porque además eran tocatas así tipo terapias. La gente iba a bailar. A veces lográbamos horarios un poco más temprano, porque en esa época todavía quedaba un hueso atravesado con el toque de queda, las tocatas empezaban a las dos y media.
-Recién tres años después salió tu disco Toque, como dices, cuando ya había más opciones para hacer discos. ¿Para el '92 tampoco era tan fácil grabar?
-No, para nada. Cuando fuimos al Festival de Viña tenía que tener un sello, y en ese momento la primera persona que tenía adelante era Carlos Necochea (productor del sello Alerce), que me apoyó. Y había que tocar en muchos lugares. Yo ni me acuerdo de todos, estaba la Maestra Vida... con decirte que La Batuta era un lujo, yo no tocaba mucho ahí. Uno tenía que ganarse esos lugares. Todas las bandas de los '90 nos debemos un poco a que la (radio) Rock & Pop abriera un espacio para tocar música nacional. Yo escucho el disco y me evoca todo, la Maestra, Bellavista, una instancia de post-dictadura, como que todo el mundo preguntaba, "oye, ¿podemos hacer esto?" "Sí, podemos. No tengo que censurarme". "Ah, qué bueno. ¿Y qué hago con las metáforas ahora? No sé decir las cosas en la cara".
-"Huellas" es la canción más popular del disco. ¿Qué ritmos tiene esa canción?
-Es mestizón brasileño. Tiene dos ritmos de Bahía. "Huellas" nació con un afoché, lo mantiene y después se desarrolla tipo samba, al estilo de Jorge Ben. Y después termina con un homenaje, por supuesto respetuoso, al samba reggae de Olodum. Por esos tres ritmos se pasea.
-¿Esperabas que se transformara en un éxito?
-Es que en Verde cerca la canción dura casi seis minutos. Entonces las radios me mandaban un saludo cariñoso no más. Era el tema que yo dejaba para el final de los conciertos, pero no podía ser tocado en la radio. Por eso en el disco Toque (el productor argentino) Guido Nisenson, con mentalidad de productor, hizo una versión corta. Y no pasó nada. A mí personalmente la versión del "Huellas" de Toque no me gusta. Diez años más tarde la versión del disco en vivo (Vivo, 1999) pasó a ser radial recién. El "Huellas" tuvo su oportunidad en la radio diez años después. Porque así era Verde cerca: "Oye, duró seis minutos, chanfle: ¿qué hacemos?" "Déjalo: está lindo".
-Sin autocensura, como dices.
-Claro, es una cosa que hoy miramos con mucho cariño. Probablemente ahora no haía un tema de seis minutos. Pero en ese momento era lindo que fuera así. Y lentito.