Claudio Valenzuela fue el único que nunca salió del escenario. La voz emblemática de Lucybell compartió con todos los músicos que han pasado por la banda en estos 21 años.
Cristián Soto L.La reunión de la formación histórica de Lucybell ya había tenido un emotivo puntapié inicial y un recorrido por buena parte del país, pero aún faltaba la guinda que coronara a esta torta que los fans de la banda tanto añoraron: Un gran concierto, multitudinario y a tablero vuelto.
Eso es lo que el por ahora sexteto ofreció esta noche en un Teatro Caupolicán repleto con cerca de cinco mil personas, ante las cuales el grupo recordó las distintas edades que han marcado a los 21 años que celebra.
Así, la bienvenida la dio el trío actual, que integran Claudio Valenzuela, Cote Foncea y Eduardo Caces, quienes se orientaron en los discos que han grabado juntos (Comiendo fuego y Fénix), con temas como "Ave Fénix", "Eternidad" y "Empezar".
Pero la primera descarga emotiva vino obviamente con el arribo de la formación original, con Valenzuela, Gabriel Vigliensoni, Francisco González y Marcelo Muñoz, quienes fueron recibidos con una ovación por parte de la audiencia.
La partida de ese recorrido apuntó directo a la raíz del grupo, con un tema tan ligado a la era under de Lucybell como "Grito otoñal". Sin embargo, los problemas en el sonido que se apreciaron ya en el inicio continuaron en esta tanda y volverían cada tanto, con notorios errores en los balances que por momentos transformaron a la guitarra de Valenzuela y a los teclados de Vigliensoni en una presencia fantasmagórica. La falta no es menor, ya que sobre todo en este último radica buena parte del plus de esta aventura, que además del reencuentro con nombres apunta al reencuentro con los sonidos.
Luego, el primer trío (Valenzuela, González, Caces) repasó piezas como "Luces no bélicas" y "Hoy soñé", para que después un quinteto hiciera lo propio con "Milagro", y finalmente la dotación plena completara el desembarco con "Rojo eterno".
Una distendida "Mataz", con todos compartiendo roles en plan "hombre orquesta", fue el verdadero ejemplo de esta celebración, aunque en canciones como "Fe", "Mil caminos" y "Sálvame la vida" estuvieran los puntos más altos del sexteto, gracias a arreglos revitalizantes y a las funciones específicas e irrenunciables que logra cumplir cada miembro.
Así, por sonido, entrega y fiato, la imagen de este Lucybell de a seis (tan fundacional y tan novedoso al mismo tiempo) comienza a ser cada vez más natural y única en la línea de tiempo de la banda. En su minuto pudo haber desencuentros, y hasta hoy existen trabas formales para una actividad permanente, pero este proyecto histórico que nació con ánimo de celebrar también está dejando huella y, lo más importante, esbozando una opción de futuro.
Tanto, que un regreso al orden de los últimos años puede ser lo obvio en los meses siguientes, pero una absoluta vuelta atrás simplemente ya no parece posible.