SANTIAGO.- Todo calza en este festejo: El lugar se llama Centro Experimental Perrera Arte, y se le conoce como La Perrera (algo que, de hecho, fue), pero para celebrar sus 17 años trasladó su muestra conmemorativa a un recinto llamado Patio de los Perros, con una exposición de canes, la gran obsesión de su mentor.
De ese modo se dio inicio esta semana a las celebraciones por el nuevo aniversario del centro cultural ubicado en Parque de los Reyes (entre Bulnes y Cueto), con el eje puesto en la exposición "Encontraron cielo", en la Universidad de Santiago (Ecuador 3659).
La muestra, de acceso gratuito (08:00 a 21:00 horas), se tomó hasta el 29 de agosto el Patio de los Perros de esa casa de estudios, un espacio insigne de su Facultad de Ingeniería, que hoy luce atravesado por cables metálicos, arneses y perros voladores.
El responsable de ello es Antonio Becerro, director de La Perrera y recordado por sus célebres muestras de animales taxidermizados, que desataron polémica en el Chile de los 90.
Ahora, sin embargo, los perros expuestos no son cadáveres disecados, sino reproducciones en fibra de vidrio y resina plástica, a los que Becerro llama "Trinity", en alusión a la cinta "Matrix".
"Están todos de negro, volando, encontrando su cielo", explica el artista. "Los modelos fueron mis perros: La Floripondio y el Capitán. Son como manchas en el cielo. Es una gran instalación en este patio", agrega.
El título no deja de expresar una cierta reivindicación para Becerro, fuertemente cuestionado por las voces más conservadoras de la cultura noventera a causa de sus obras con perros muertos, que recogía en las calles. Hoy, de alguna manera, ve que esos animales pudieron, en sus manos, "encontrar el cielo" que el abandono y el desdén les negó en la Tierra.
"Encontrar el cielo no es fácil, y cuando hice la taxidermia —que en su minuto fue incomprendida, y que hoy la entienden incluso algunos que la detestaron— siempre lo hice con respeto. Levanté los cadáveres como una forma de tributo, de devolver la imagen, evidenciar el problema colectivo. Hoy lo único que no tiene dueño es el cielo y la imaginación", dice el artista.
Sobre el aniversario del centro cultural que dirige, Becerro resalta que, a 17 años de su inicio, La Perrera se mantenga "en la metáfora", aunque se haya profesionalizado. "Pero por su autonomía va a seguir en la línea que está: Apoyando a los artistas que no tienen cabida en los circuitos oficiales, experimentando", asegura.
De ese modo también proyecta los años venideros para el recinto, de cuya trayectoria repasa también algunos hitos, como la formación de La Patogallina, a la que sirivieron de sede en sus inicios, misma función que cumplieron con la primera escena electrónica local. "Y también hay cosas que luego se desviaron y que hoy no nos representan, como la Cumbre Guachaca, que partió acá. Dióscoro (Rojas) la presentó como un tributo a Roberto Parra, y hoy ya es otra cosa, que se mueve en la farándula", recuerda Becerro.
Pero entre todos esos hitos destaca el principal: El rol de "servir de catapulta para todas las generaciones emergentes de artistas visuales chilenos".