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Gran Pecador

El grupo que lidera Aldo Asenjo refrenda su posición como gran nombre tropical de la actualidad, siguiendo sus propias convicciones, pero también con un definitivo salto de legitimidad.

07 de Agosto de 2012 | 19:36 |
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Es conocida la historia de cómo surge Chico Trujillo: Casi por casualidad, entre los ensayos, viajes y tiempos libres de otra banda, como una iniciativa con fuerte carga de divertimento paralelo más que de proyecto a largo plazo. Por eso, a más de una década de su nacimiento, no deja de resultar llamativo que los de Villa Alemana hayan llegado a forjar un sello tan propio en el contexto de la cumbia nacional. Incluso fundacional, a la postre.

Bronces abrumadores, guitarras vintage, coros expansivos, aires arrabaleros, y una capacidad única para alcanzar una atmósfera pasada de copas, sin sacrificar calidad de sonido ni seriedad interpretativa, son algunas de las características de ese sello, y que el grupo vuelve a explotar a modo de consolidación en Gran pecador, su cuarto álbum tras Chico Trujillo y la Señora Imaginación (2001), Cumbia Chilombiana (2007) y Plato único bailable (2008).

Eso sí, el estatus ahora es otro. Porque este nuevo disco es también el primero desde el definitivo ascenso del grupo a la categoría de gran nombre tropical chileno de la era post-sonoras. Sin embargo, no sólo los sucesivos rechazos a estar en el Festival de Viña dan cuenta de que la popularidad y los elogios no los nublan, sino también este apego irrestricto a sus propias convicciones, algo que de lo estético salta también a lo formal.

De este modo, Gran pecador cumple con la mezcla habitual de largada instrumental, espacio para boleros, y balance de covers con temas propios. Y quizá este último punto es el más decidor: Porque sin renunciar a su función de honrar la tradición latinoamericana de la cumbia, hoy Chico Trujillo se permite equilibrar las dosis con un inédito 50 por ciento de temas firmados por sí mismos —probablemente aleonados por el enorme éxito de "Loca"—.

Entre ellos, resalta sobre todo el que da nombre al disco, una canción que logró anterior difusión por su inclusión en un trabajo en vivo (Vivito y coleando), pero que aquí reluce sobre todo por la marea de bronces que aportan la Banda Conmoción y la agrupación iquiqueña Wirakocha, lo que resalta los aires de carnaval nortino que "Gran pecador" lleva en su constitución.

"Caliéntame la sopa con un hueso" recoge la herencia pícara de nombres como Los Hijos de Putre, mientras que "Se baila o no se baila" los introduce en el corrido a la chilena, aunque con claro sello trujillano. "Fuera de mi vida", en tanto, cumple con el rigor del bolero.

Con la efectividad de fábrica, "Así es que vivo yo", "La banda de mi vecino" y los tonos andinos de "La fiesta de San Benito", son algunos de los covers que terminan por dar definitiva consistencia a esta nueva pieza de carnaval que Chico Trujillo produce. Tal vez no haya aquí misiles como "El tren" o "Medallita", es cierto. Sin embargo, el saldo de Gran pecador no estará en la rotación que alcance en un mix radial de viernes por la noche, sino en algo bastante más trascendente, como es la convicción de haber respondido al estatus alcanzado con un indiscutible salto de legitimidad.

—Sebastián Cerda

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