Zoé culminó su largo desembarco en Chile con un caluroso show en Recoleta

SANTIAGO.- Las operaciones de conquista de nuevos mercados para las bandas de rock, suelen tener momentos marcados de desembarco, desarrollo y consolidación, por más cortos o largos que ellos puedan resultar.

Pero si eso pudiera llegar a ser una regla, los mexicanos de Zoé definitivamente se la saltaron en Chile. Porque tras el saludo a la bandera que hicieron en la ya lejana versión local de Vive Latino (2007), del grupo no se supo mucho más por estos pagos salvo tenues excepciones, como el aplaudido unplugged que grabaron para MTV (editado en 2011 como Música de fondo).

Sin embargo, la semilla estaba de todos modos plantada y germinando con vida propia, y los primeros brotes terminaron por asomar firmes esta noche en el Club Chocolate de Recoleta, donde el sexteto ofreció su segunda presentación en el país en más de una década de existencia.

Principalmente temas de sus discos Memo Rex Commander y el Corazón Atómico de la Vía Láctea (2006) y Reptilectric (2008), fueron los que dominaron la oferta. Todos bien afincados en el rock de barniz electrónico al que alguna vez se llamó "sónico", y del que los mexicanos hoy pueden reclamar con justicia el sitial de principales exponentes en el continente.

La fórmula remite a la que Soda Stereo ya cultivaba en su última etapa, y que bandas como The Killers trajeron al presente con más optimismo y buenas intenciones en la mezcla final. Zoé, en tanto, respetablemente la ejecuta con menos hambre de estadios, pero con mayores cuotas de malicia y de carácter, en buena medida gracias a la voz masculina y siempre filtrada de León Larregui, un cantante que además se lleva el peso de un rentable rol hormonal.

Toda esa mixtura fue la ofrecida desde la apertura con la espacial "Memo rex" y la contagiosa "Últimos días", primera impulsora de una corriente circular que alcanzaría su punto de máxima intensidad en "Vía Láctea", coreada en masa por las cerca de 700 personas que hoy se apretaron en el recinto de Bellavista.

Ese último tema, además, se ubica como prueba elocuente de la firmeza que ya exhiben los brotes "chilenos" en el macizo árbol de Zoé, con un creciente grupo de seguidores, bien conocedor de un repertorio que las radios locales no siempre se preocuparon de acoger. La apuesta, entonces, no puede menos que seguir creciendo. Un concierto mayor (quizá al alero de un nuevo disco) será el inevitable próximo hito en esta ascendente curva.