El vocalista de Café Tacuba, Rubén Albarrán, en plena presentación en el Teatro Caupolicán.
El MercurioSANTIAGO.- Acaban de ponerle la lápida definitiva a los álbumes, con el registro de El objeto antes llamado disco, un inusual trabajo grabado recientemente en cuatro ciudades, incluyendo Santiago.
Sin embargo, antes de dar vuelta a esa página, Café Tacuba pasó esta noche por el Teatro Caupolicán para hacer exactamente lo contrario: Revisar su historia al alero de ese antiguo objeto, y de paso repasar lo que esa misma trayectoria les ha traído en un lugar tan lejano como Chile, y que no es otra cosa que un romance interminable y de raíces múltiples y profundas.
Así lo evidenció recurrentemente el cantante Rubén Albarrán, con diversas alusiones a todo lo que los une con este país, pero así también lo dejaron en claro las cerca de cuatro mil personas que esta noche llegaron hasta el recinto de calle San Diego, y que disfrutaron a destajo con los grandes éxitos de la banda mexicana.
Que ése fuera el resultado no era nada difícil: Para eso están canciones tan infalibles como "Las flores", "La Ingrata", "El ciclón", "La locomotora", "Chilanga banda", "El fin de la infancia" y otras tantas que encontraron tierra fértil en estos lados desde la mismísima publicación del disco Re (1994). Todas ellas llevaron hoy a un auténtico desborde en los asistentes, bien aleonados por el carisma y la chispa del incansable Albarrán.
Pero también está ahí el verdadero sello de calidad que desde hace años porta la banda que completan Emmanuel del Real, y Joselo y Quique Rangel, quienes sacaron el máximo provecho a ese núcleo básico pero suficiente que conforman, hoy complementado sólo por un baterista.
"En el año 94 acabábamos de sacar nuestro segundo disco, y allá en México todos dijeron 'este disco está horrible'. Fue acá en Santiago que nos quisieron primero", recuerda Albarrán antes de "El ciclón". Luego vendrían temas de Los Tres como "Amor violento" y "Déjate caer" para reforzar esa conexión chilena.
Así hasta el regreso del bis, cuando nuevas muestras de ese vínculo se vieron en la pantalla gigante, con parte de la grabación del venidero disco en el Liguria, y luego con el adelanto del tema "A este lado del camino", registrado en ese bar de Manuel Montt.
Álvaro Henríquez acompañando en "Aviéntame" y "Tírate" cerró el círculo de esta noche en que paradójicamente se homenajeó al disco, justo antes de invitarlo a partir. El beso de despedida fue de todos modos dulce, y los asistentes al ritual hicieron su parte en la frase final de este capítulo, dejando en claro que un disco convencional, uno que no quiere reconocerse como tal, o un concepto totalmente distinto, tendrá aquí no sólo una bienvenida casi segura, sino además bien ganada.