MADRID.- Las novelas del nuevo Nobel de Literatura, Mo Yan, no son editadas en Chile ni en Latinoamérica, y sólo se pueden encontrar en castellano en algunas librerías de España, bajo el sello Kailas.
Esta editorial fundada en 2004 fue la única que apostó por el escritor en el mercado hispano, y su fundadors, Ángel Fernández Fermoselle, las considera un "auténtico regalo" para todo lector.
Fernández explica que desde hace tres o cuatro años esperaban que el Premio Nobel recayera en Mo Yan, aunque ha reconocido que no es frecuente que una editorial pequeña como la suya tenga entre sus autores a uno que obtiene este preciado galardón.
"Vamos a intentar llevar este Premio Nobel a todas partes", dijo el responsable de la editorial, que ha publicado seis de las obras del escritor chino que se reeditarán ahora.
A pesar de que no es un autor conocido masivamente, "su público es tremendamente fiel y, cuando se acerca a una de sus obras, se queda con él para siempre", destaca Fernández, quien confía en que con la proyección que supone el premio "muchos más lectores se acerquen a su obra, porque de verdad que es una auténtica delicia".
Se trata de un autor "un tanto singular, lo que no quiere decir que sea un autor difícil", sostiene Ángel Fernández, para quien una de las virtudes del flamante Premio Nobel de Literatura "es conseguir escribir para un lector que puede leer con normalidad una historia que, sin embargo, es muy compleja".
"Tiene una mente tremenda: es capaz de escribir con soltura 900 páginas y que uno no solo no se canse, sino que incluso se quede con la sensación de que quiere más", indica.
El fundador de Kailas recuerda el viaje que hizo el escritor a España en 2008 para presentar "Las baladas del ajo": "Tuve la oportunidad de convivir con él una semana y me fascinó el personaje tanto como su obra".
Según Fernández, Mo Yan "es hombre muy reservado, que parece muy tranquilo pero su mente va a 300 por hora. Es capaz de encontrar obras literarias donde otros no veríamos nada".
También resalta la habilidad que tiene para que el gobierno chino esté tranquilo con su figura y que, sin embargo, "él se permita una crítica en ocasiones feroz a alguna de las circunstancias de su país, sin olvidar, que no lo hace, su amor por China".
Recuerda que el apodo que adoptó (Mo Yan significa "no hables" o "silencio" en mandarín) se debe a que, "cuando era un niño, decía constantemente lo que pensaba y sus padres, que vivían en una zona rural, para que no les metiera en problemas, le dijeron que no hablara, y él estuvo bastante tiempo sin hablar".
Por ello, considera posible que esa situación le afectara "y le invitara a que todo lo que él no dijo durante años ponerlo sobre el papel".