SANTIAGO.- Cuando dan las 21:00 horas del lunes 15 en el Teatro Caupolicán, el panorama es inusual: No tanto por las cerca de 4.500 personas que repletan cada sector del recinto, sino por los centenares que en plena calle San Diego se expanden hasta las esquinas, esperando que alguien les diga que en este abarrotado lugar aún quedan centímetros cuadrados en los cuales arrinconarse. Para muchos, por cierto, la espera habrá sido inútil.
Al promediar el concierto de Garbage, la respuesta la da la propia cantante Shirley Manson: Son 18 años de historia de esta agrupación norteamericana, sin que ninguna visita a Sudamérica se haya concretado en ese lapso.
La ansiedad entre los seguidores se respira desde la vereda, y estalla cuando cerca de las 21:20 las luces se apagan para que Butch Vig, Steve Marker y Duke Erikson aparezcan en el escenario, para abrir con "Automatic Systematic Habit".
Se trata de una de las canciones de Not your kind of people, el disco con el que este año la banda se preocupó de dejar en claro que no es una pieza más de la nostalgia noventera, aunque apelando a la misma electricidad fría y afilada que les diera sello desde sus inicios, y que hoy recorrieron para gusto pleno de sus fanáticos.
Porque el repertorio de esta noche no dejó hit alguno fuera: Desde los iniciáticos "Stupid girl" y "Queer" (de su homónimo debut de 1995), hasta "I think I'm paranoid", "Special", "Push it" y "Cherry lips (Go baby go!)", entre otros, además de la "yapa" que representó "Milk", ganadora de una encuesta a mano alzada emprendida por la vocalista.
En todos ellos, el cuarteto (reforzado por el ex bajista de Jane's Addiction Eric Avery) hizo gala de su calculado derroche de voltios, cortinas de cuerdas y maquinales colchones electrónicos, que los ubicaron como la alternativa glamorosa y elaborada dentro de la escena alternativa de los 90.
La fachada, en tanto, la cubre casi en su totalidad la escocesa Manson, una cantante de registro intenso y rango suficiente para cumplir a cabalidad con las misiones vocales encomendadas, y que en el escenario es una diva: Derrocha actitud desde su inalterable estampa de malvada muñeca de porcelana.
La mezcla final es irresistible, y se degusta con ganas en 1995, 2000 ó 2012. A fin de cuentas, Garbage es un firme eslabón en una cadena que también tiene a nombres como The Banshees en el inicio, y a buena parte del indie contemporáneo en el tramo final. Cambian las dosis y las manos, claro está, pero esta materia prima se las arregla como pocas para no perder actualidad. Butch Vig y compañía, fueron los que hoy dieron fe de ello.