Mónica Larrea ha desarrollado por años su trabajo como artista desde una vitrina expuesta e invisible al mismo tiempo: las portadas de discos. Expuesta, porque ha realizado la carátulas de álbumes para músicos tan reconocidos como Manuel García, Víctor Jara, Cuncumén o Ángel Parra Trío entre cientos de otros. Pero invisible, porque la autoría de esos diseños suele quedar disimulada en un segundo plano bajo los nombres de los solistas o grupos de cada disco.
Diecisiete años de trabajo suma esta artista como diseñadora gráfica de Alerce, el más histórico y perdurable de los sellos disqueros independientes chilenos, desde que se unió a ese equipo en 1995. Pero en 2012 Mónica Larrea ha decidido además exponer un aspecto más inadvertido y personal de su obra. Esta licenciada en arte de la Universidad Católica acaba de inaugurar "Bichos", en la galería de arte del teatro Ladrón de Bicicletas del barrio Bellavista en la capital, su primera exposición individual en años.
Veintitrés años, para ser exactos. Su anterior exposición individual, "Pinturas de Mónica Larrea", fue en 1989, cuando recién acababa de licenciarse, y luego compartió muestras colectivas con artistas como José León, Sergio Lay y Bororo. Y sobre todo viajó. Desde fines de los años '80 hasta mediados de los '90 recorrió destinos como Israel e Italia, y en este último país trabajó en Milán en el atelier del artista italiano Piero Fornasetti, entre 1990 y 1992, en una escuela significativa para su trabajo en disciplinas como pintura y serigrafía.
Orugas que son paisajes o viceversa: una entomología personal
Como resultado adicional de esos y otros viajes, Mónica Larrea es dueña de una larga colección de figuras de insectos elaboradas en los más diversos materiales, desde madera hasta metal entre otros. Y es un antecedente directo de la temática de "Bichos", un catálogo de más de cien trabajos en el que la artista pinta un insectario personal hecho de especies que recuerdan a mariposas, escarabajos, insectos acuáticos, moscas, saltamontes, zancudos con el abdomen rojo intenso y orugas, entre otras variedades.
"Son paisajes. Tengo varios de esos y me gusta esa cosa medio plácida que tienen, dentro de la onda orgánica", explica, acerca de esa serie de pinturas que semejan orugas. "Pero se pueden interpretar como quieras, todo puede ser considerado, de todas maneras", agrega, a propósito incluso del rechazo que las representaciones de insectos pueden provocar en algunos espectadores.
"Hay gente a la que ha chocado o provocado repulsión que sean bichos", admite. "Tengo que estar dispuesta a esas reacciones, pero la verdad es que no tiene nada de repulsivo. Antes me daban miedo los insectos, pero ahora los encuentro lindos, los miro, los observo. En México, por ejemplo, hay unos impresionantes, con unas caparazones como diseñadas a propósito".
-Siempre fueron técnicas raras, desde esa exposición de 1989 -reconstituye, a propósito de las técnicas empleadas en su nueva muestra-. En ese tiempo no usaba el óleo ni la trementina, usaba esmaltes para pintar muros sobre cartón brillante, y después sacaba el color con una espátula e iban quedando trazos de color sobre el fondo del cartón blanco. En esa época pintaba más figura humana, que siempre me ha gustado aunque la haya dejado de lado un poco.
Tinta china, lápiz y un ingrediente secreto
Las piezas en exposición en "Bichos" datan de 2005 y 2007 en el caso de las más tempranas, hasta un buen contingente de obras hechas en 2012, año en que la artista retomó esta colección después de algunas temporadas sin pintar.
"Están repartidas, hay más antiguas que nuevas", dice, y hay diferencias también entre las obras de distintas edades. "Son diferencias en el trazo, la técnica, el papel, los materiales, la manera de la expresión que fue cambiando. Ahora es más consciente, más pensado, con más método. Lo otro era llegar y pintar en un cartón con el material que fuera".
-Antes usaba también pastel diluido en agua, tipo acuarela, y en una época pinté con café mezclado con agua y azúcar -recuerda-. Como la técnica era un poco precaria las pinturas se fueron destiñendo. Estos trabajos están hechos sonre papel especial para tintas y acuarelas, absorbente, y algunos en la parte de atrás de un bloc de dibujo. Y además hay técnicas mixtas: tinta china, lápiz, lo que venga.
En las obras de 2012 en particular hubo un giro en cuanto a la técnica utilizada, con un ingrediente que Mónica Larrea prefiere mantener en secreto. "Tuve la suerte de que un amigo que vive en Francia hace unos años me dejó de regalo una maleta con unas tintas que él compra a un señor dueño de un negocito en París, y que usa la misma técnica que se empleaba para teñir los muebles de Luis XV", explica. "Y la técnica no la voy a revelar, porque tiene un ingrediente que produce que las obras se vean como se ven. Los trabajos más recientes son con estas tintas que sólamente él y yo sabemos, y que descubrí este año, de a poco, en una manera que me fue gustando y que todavía no está bien desarrollada. Después de la muestra se va a desarrollar".
Carátulas de discos: portafolio sonoro
También hay años de historia en el trabajo que Mónica Larrea ha realizado como diseñadora gráfica para Alerce desde 1995. Para entonces habían pasado dicienueve años desde que su padre, el productor musical y hombre de radio Ricardo García, fundara en 1976 ese sello disquero, destinado a transformarse en el mayor enclave musical de oposición a la dictadura de Pinochet durante los años '70 y '80 e identificado desde el comienzo con expresiones como el folclor, la Nueva Canción Chilena y el Canto Nuevo.
En los '90 el sello supo extender además su repertorio a otros géneros como el jazz, el rock y el hip-hop, con las primeras grabaciones de Los Tres, Chancho en Piedra, Panteras Negras, La Pozze Latina, Ángel Parra Trío, Mecánica Popular y otros, hasta los más actuales Manuel García o Daniel Cantillana. Pero los primeros trabajos de la diseñadora, todavía en la era de la cassette a mediados de los '90, tuvieron relación con ese legado inicial del sello, asociado al Canto Nuevo, a escenarios de la época como el Café del Cerro y a dos nombres en particular: Víctor Jara y el grupo de música andina Arak Pacha, según recuerda.
-Me parecía increíble de sólo pensar como habían sido hechas esas carátulas -comenta, a propósito de la época previa al diseño con programas computacionales-. Alcancé a hacer carátulas dibujadas y con letraset de dos cassettes: uno de Arak Pacha, una carátula en la que hice la acuarela y todo, y otra de Víctor Jara, que era una fotocopia con varias imágenes de Víctor que retoqué con pastel y que entonces quedó como una especie de dibujo. Muchos años después hice una carátula que a mí me encanta, que es la del Tributo a Víctor Jara (disco colectivo de músicos chilenos e internacionales, publicado en 1998), muy psicodélica.
A esa altura los materiales disponibles ya no eran letraset, fotocopias ni acuarelas, sino el computador. "Al comienzo fue difícil porque no había agarrado nunca un computador en mi vida, pero empecé a manejar el oficio y me hice adicta al Photoshop. Y me declaro adicta. Me encanta diseñar y retocar en Photoshop, es el programa que uso", dice. "En un sello hay que trabajar con mucha gente y el diseño de una carátula depende del artista. En Alerce nos caracterizamos por dar cabida a la música y al trabajo que los artistas nos proponen. Lo que hacía generalmente era proponer dos diseños: uno como el que me encargaban y otro como lo hubiera hecho yo. En un noventa por ciento ellos elegían el que había hecho yo".
Entre esos trabajos hay portadas de discos como esa colección de combinados de Piscola standards (1996), de Ángel Parra Trío, sobre una fotografía de Luis Weinstein; la textura de flores secas de No junta ni pega (2000), del mismo trío; el fondo aterciopelado de Mecánica Popular (1999), primer disco del grupo desde el que Manuel García despegó como solista, o las ilustraciones del mismo cantante para el CD Fatamorgana (2003), tercer álbum de la banda. También está en su portafolio el disco debut de Manuel García, Pánico (2005); la ciudad ilustrada en Capital (2003), de la banda punk BBs Paranoicos; la estética de cómic de Mandrácula (1998), primer disco de la banda rockera Mandrácula; y otros trabajos como el compilado Por siempre Che! (1997), la reedición del Canto general (1971) de Aparcoa y discos de Cuncumén como Canto al agua (2002) y Puro Neruda (2003). Un catálogo suficiente para una eventual segunda muestra de Mónica Larrea, esta vez con banda sonora.