''Chascas'' Valenzuela también presentó su última novela en la Feria del Libro de Santiago.
Archivo La SegundaCIUDAD DE MÉXICO.- Hasta la capital mexicana arribó el escritor nacional José Ignacio Valenzuela para promocionar el libro "La Raíz del mal", segundo título de "La trilogía del malamor".
El novelista y también guionista de teleseries como "Amor a domicilio", "Esperanza" y "Dama y obrero", explica que con esta saga intenta "desacralizar" la literatura y devolver el carácter de entretenimiento a los libros.
"El libro cae en un rango de edad, donde los jóvenes dejan de ser lectores, para quienes el sinónimo de libro no es entretención, es examen. Para ese rango de edad entre los 12 y 18 años, la literatura dejó de ser entretenida, pasó a ser una obligación y un trauma. Yo trato de devolver un poco el placer, la chispa, la magia a las letras", explica el "Chascas" en su paso por México.
Publicado por Alfaguara, "La raíz del mal" extiende los sucesos de "Hasta el fin del mundo", y continúa con la historia de Ángela Gálvez, una adolescente que tras haber roto una maldición que impedía a los habitantes del recóndito pueblo de Almahue amar, deberá enfrentar a una bruja transmutante que busca venganza.
El título retoma los elementos de suspenso que Valenzuela ha empleado con maestría al desarrollar libretos de teleseries.
"Los guionistas de telenovelas lo que tratamos de generar es adicción, que cuando se acabe el capitulo la gente grite y pida a los cielos para que se acaben las 24 horas y llegue el siguiente capitulo", refirió sobre la narrativa de su novela.
Explicó que concibió su saga como "lectura multimedia": estructurada como los tres actos en que se divide un guión y con elementos audiovisuales que permiten que cada párrafo se convierta en una imagen contundente que permiten "casi oler" la acción.
"Para mí, 'La trilogía del malamor' es una sola película. Quería que los lectores, cuando terminaran de leer los libros tuvieran la sensación de haber leído una película, no un libro; que cuando terminaran lo que hubiese quedado en su cabeza fueran imágenes, no conceptos ni palabras", detalló sobre el segundo volumen, que incorporó elementos cinematográficos como flashbacks, cortes directos y escenas entrelazadas. "Quise darle una capa más a un texto literario y que fuera audiovisual".