''El único modo de poner fin a esta situación es escuchar las voces de los tibetanos, dejar de maltratarlos'', dijo el disidente chino.
AFPBEIJING.- El artista y disidente chino Ai Weiwei otra vez alzó la voz para expresar una inquietud en contra del gobierno de su país. En esta oportunidad, el diseñador de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 dijo que las inmolaciones de tibetanos son "chocantes" y que deben preocupar a China y a la comunidad internacional.
El disidente rompió así el silencio de los intelectuales del país sobre el drama del suicidio al que recurren decenas de tibetanos para protestar contra la política china en su territorio y pedir el regreso del Dalai Lama, el líder budista que vive en el exilio en India desde 1959.
"El único modo de poner fin a esta situación es escuchar las voces de los tibetanos, dejar de maltratarlos", agregó Ai Weiwei.
Hasta ahora sólo el escritor Wang Lixiong y el abogado Teng Biao habían hablado abiertamente en favor de los tibetanos y sus reivindicaciones.
El protagonista de la última protesta fue hoy un joven de 18 años, Lubum Gyal, que murió por las quemaduras sufridas. Según los grupos tibetanos en el exilio, ya se registraron 79 inmolaciones desde 2009 y 65 desde principios de año.
Gran parte de la región autónoma del Tibet y otras áreas de la China de población tibetana están cerradas a los observadores extranjeros desde 2008, cuando una revuelta antichina provocó la muerte de unas 200 personas, según fuentes tibetanas.
El gobierno de Beijing, en cambio, habló siempre de una veintena de víctimas, en su gran mayoría inmigrantes chinos muertos por los manifestantes tibetanos en Lhasa, la capital "histórica" del Tibet.
El acceso a Lhasa fue severamente restringido después de que se produjeron dos inmolaciones en la plaza del Barkor, uno de los templos más importantes para los budistas tibetanos.
Hoy la ciudad es inaccesible para la mayoría de los tibetanos residentes en otras áreas de China. Particulares restricciones, según los grupos humanitarios internacionales, fueron impuestas a los residentes de las áreas tibetanas de Sichuan y Qinghai, donde se produjo la mayoría de las inmolaciones.
China acusa al Dalai Lama de "instigar" las inmolaciones, pero el líder tibetano rechazó las acusaciones.
Según el gobierno tibetano en el exilio, sólo una reanudación del diálogo entre China y representantes tibetanos puede poner fin a las inmolaciones y restablecer la paz en la región.