Sólo hace un par de semanas fuimos testigos de lo que Koi No Yokan, el nuevo trabajo de Deftones, puede provocar en el show en vivo. Observarlos en el marco del Maquinaria Festival fue la confirmación de que los de Sacramento están de vuelta en el camino correcto, luego de que la tragedia fragmentara los cimientos de la banda con el accidente de Chi Cheng en 2008, que dejó al bajista en estado de coma y del que recién durante este año ha mostrado una leve mejoría.
A cuatro años de ese hecho, Deftones ha logrado reconstruirse y este nuevo disco es la mejor evidencia. En vez de sumirse en ejercicios de nostalgia, lo primero que hicieron Chino Moreno y compañía fue purgar todo atisbo de sensiblería con el concreto Diamond Eyes (2010). Una vez hecho esto —liberarse de toda carga emocional por lo acontecido con Chi—, el camino para componer un elepé como Koi No Yokan quedaba abierto. Y sin dudas la banda lo aprovechó al máximo.
Conjugando los potentes riffs de Stephen Carpenter y el mismo Moreno, con la base del baterista Abe Cunningham y el bajista Sergio Vega, el cuerpo de las once canciones que dan forma a este nuevo disco se presenta concreto, como en el inicio con "Swerve city" o "Romantic dreams". Lo mismo acontece en "Leathers", uno de los puntos altos de este elepé, y también en "Gauze". Es en canciones como éstas en las que el grupo, fiel a su cultivado estilo, entrega una sucesión de temas, cada uno más denso que el otro.
Pero eso no sería novedad sin el innegable aporte que Frank Delgado tiene en todo este registro. Sus teclados y programaciones, en los once temas, dan la atmósfera necesaria para que la voz de Moreno brille en los momentos más etéreos de este registro. Así, "Rosemary" y su sección final se conjugan a la perfección con el potente riff del puente. Otro ejemplo: el gran inicio de "Leathers" o "Entombed", tema en el que Delgado es, sin dudas, la columna vertebral del mismo.
Muchos hablan de que Koi No Yokan viene a ser una suerte de "regreso" de los de Sacramento. Esa apreciación, alejada de la realidad, confirma que nunca se le prestó la atención correspondiente a Deftones. Este disco, que es más bien una respuesta interna al cúmulo de situaciones límites experimentadas por la banda, nada tiene que ver con la teoría del retorno. El trabajo de la banda en 2012 está más bien en directa relación con una línea musical propia y que, por cierto, jamás abandonaron. Y es ese discurso el que respeta este álbum. ¿Regreso? Al contrario, lo de Deftones es ya una realidad.
—Felipe Kraljevich