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Silvio Rodríguez levantó una liturgia emotiva y multitudinaria en Chile

Ante cerca de 35 mil personas, el trovador cubano se paseó por su inagotable caudal de clásicos, en una noche en la que el coro popular y el sobrecogimiento se mezclaron a la par.

05 de Diciembre de 2012 | 23:52 | Por Sebastián Cerda, Emol
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''Buenas noches, después de algunos años'', fue el saludo de Silvio Rodríguez al público en el Monumental.

UPI

SANTIAGO.- "Buenas noches después de algunos años", saluda Silvio Rodríguez en el Estadio Monumental, después de abrir su concierto de esta noche con "Mujeres", recibida con una ovación por las 35 mil personas presentes en el recinto de Macul.

Esos "algunos años" son exactamente cinco, pero ante una audiencia tan fiel al cubano como la chilena, la cifra de la espera parece multiplicarse en varias veces en ocasiones como ésta.

Eso se notó no sólo en las semanas de anticipación con que las entradas para hoy quedaron casi agotadas, sino también en la comunión al borde de lo litúrgico que el cantautor nuevamente logró levantar en esta tierra.

Porque de eso se trató lo de Rodríguez esta noche: De una auténtica liturgia atravesada por diversos momentos, y por canciones inscritas en distintos períodos en cerca de cuatro décadas.

Así, la partida fue algo trabada, orientada principalmente al disco Segunda Cita, editado recién en 2010. Sólo con "Me acosa el carapálida" interrumpiendo en medio (de Tríptico, 1984), circularon en orden temas como "Toma", "Tonada del albedrío", la propia "Segunda cita", "San Petersburgo" y "Carta a Violeta Parra".

De todos modos, allí ya se plasman los dos perfiles principales que caracterizan al sonido del cantautor: Está el trovador patriarcal, y está el artista que se pasea por la fusión cubana, con reconocible anclaje en el son. Ambos fueron seguidos con atención por un público devoto y respetuoso como pocos, pero también ansioso por la dinámica del karaoke.

Sin embargo, en más de dos horas y media de show la oportunidad para ello no tardaría mucho en llegar, y en alguien con la cantidad de clásicos que ostenta Rodríguez la pequeña deuda fue pronto pagada con creces.

La lista es larga: "Rabo de nube", "La gota de rocío", "Sueño con serpientes", "El mayor", "El necio", "Santiago de Chile", "Quién fuera", "Pequeña serenata diurna" y "La era está pariendo un corazón", son apenas unas cuantas.

Algunas pasan con el cantautor a solas en la guitarra; otras, con el respaldo de un quinteto instrumental en el que Maikel Elizarde verdaderamente se luce en el tres cubano. Y entre ellas, sólo unas pocas alusiones a la contingencia, a través del saludo a los estudiantes ("viva Chile, vivan los estudiantes chilenos"), la celebración del reconocimiento a Palestina hecho recientemente por la ONU, y el recuerdo a presos cubanos en Estados Unidos.

Luego, "Ángel para un final", "Unicornio", "De la ausencia y de ti" y "Ojalá", lograron cuajar la particular mezcla de coro popular y sobrecogimiento en el ambiente que Rodríguez motiva, reflejo de lo que quizás sea uno de sus mayores rasgos: Que al final, y mucho más allá de los estereotipos, buena parte de lo que el cantautor puede ofrecer no tiene relación ni con la ejecución ni con los discursos, sino con una capacidad irrepetible para atravesar la fibra de sus fanáticos e instalarse en su memoria emotiva. Como esta noche en el Estadio Monumental.

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