La mezzo Cecilia Bartoli pasó por la Scala también esta semana. No le fue muy bien.
Juan Antonio MuñozMILÁN.- En los cánones convencionales chilenos, todo esto resultaría insólito. Pero no cabe duda de que es muy atractivo y con visión de futuro. Ya lo decía el maestro Daniel Barenboim: "Hoy la Scala es nuestra y de ustedes. Dentro de unos años será sólo vuestra y de una generación que todavía no conocemos". Se refería a los jóvenes que colmaron el martes pasado el Teatro alla Scala para ver la puesta en escena de "Lohengrin" de Wagner, que inauguró la temporada lírica este viernes.
El proyecto "Scala Under 30" es una realidad sorprendente y audaz que motiva a muchos que nunca han pisado un teatro de ópera a vivir la experiencia. Y para ellos, lo mejor: El inicio de la temporada. Vienen vestidos de gala, con tuxedo o con jeans y corbata de humita, pero todos elegantes, especialmente "producidos" para la ocasión. Nada queda al azar.
Algunos son entendidos en ópera, pero muchos más no han visto nunca una en vivo a pesar de ser italianos. Se han preocupado de los zapatos y el peinado, y también de llevar su teléfono móvil y su cámara fotográfica. Sacan fotos a la sala y posan con los bustos de Puccini, de Giordano o del director Víctor de Sábata. Están felices y se sienten honrados pues han podido llegar hasta ahí inscribiéndose por Internet y pagando apenas 10 euros (cerca de $7.000). Incluida Barbara Berlusconi, 28 años, hija del ex premier, perseguida en el teatro por los fotógrafos.
La Fundación Teatro alla Scala sabe que es imprescindible crear público nuevo y por eso pone todo a su disposición. Tanto así, que en los foyers de cada piso proyecta en pantallas digitales los tweets que los propios jóvenes envían a lo largo de la función. Algunos ejemplos: "este cisne de Wagner más bien parece un ganso", "sublime escena del matrimonio, pero por qué se dan tantas vueltas", "Kaufmann es fascinante y mejor si está sin zapatos", "Lohengrin está mojado y así y todo, canta".
Referencias a aspectos como las plumas que solían flotar sobre el escenario, a las dudas de Elsa al momento de ir al altar, al hecho de que el héroe desconocido debe estar descalzo la mayor parte del tiempo, y a que casi todo el último acto ocurre con los protagonistas en medio del agua.
Es muy divertido todo, porque los jóvenes después buscan sus tweets y posan junto a ellos para una fotografía inolvidable. A pocos pasos, se vende champagne, vino rojo y blanco, panecillos y dulces, y un poco más allá una larga fila espera café, que prepara la marca Kimbo, con publicidad al tono: "Pinkerton, decídete a volver porque se enfría el café". Firma, "Madama Butterfly".
Ya se sabe, La Scala es un teatro del mundo y no sólo de Milán, y por eso toda la ciudad está un poco convulsionada con la apertura de este viernes. El propio protagonista, Jonas Kaufmann, lo dice: "En ninguna otra parte del mundo cierran el centro para la apertura de la ópera". Y es verdad, porque son muchos los invitados especiales (se espera al primer ministro Mario Monti), y la ocasión es aprovechada por los sindicatos de todos los teatros de Italia para protestar por sus problemas financieros.
Como en este caso el título escogido fue "Lohengrin" de Wagner, en vísperas del año de su bicentenario (los italianos están furiosos porque 2013 es también "año Verdi"), todos piensan en los orígenes, vínculos y proyecciones del mito, al punto que el Palazzo Marino, justo en frente de La Scala, tiene una muestra de pintura y escultura basada en otro caso inspirado en el tema del amor sin preguntas: Amor y Psiqué, según el óleo de Francois Gérard y la escultura de Antonio Canova. Hasta cursos enteros de niños de seis años hacen fila para conocer la historia que motivó tantas obras de arte.
"Lohengrin" cuenta la leyenda de un héroe que llega, no se sabe de dónde, conducido por un cisne, a salvar a una mujer, Elsa de Brabante, acusada injustamente de haber asesinado a su hermano menor. Para que todo salga bien, ella no debe nunca requerir el nombre ni la procedencia de su salvador. Aunque promete hacerlo, no puede cumplir y es abandonada.
Barenboim: "Lohengrin es como James Bond"
Bromeando con el asunto y también preparando los ánimos para recibir la puesta en escena de Claus Guth, un director de escena alemán tan aplaudido como controvertido, Daniel Barenboim dice: "Lohengrin es como James Bond; él nunca le dice a las mujeres de dónde viene ni quién es. Debe ser una herencia wagneriana".
Claus Guth agrega: "Lohengrin me fascina por su complejidad. Es un personaje dividido en dos; de una parte, un héroe divino que custodia el Santo Grial y de otra, un hombre capaz de perder la cabeza y enamorarse, sin poder, sin embargo, revelar quién es... Una situación difícil, que demuestra que los superhéroes no deben tener familia. Lohengrin sabe hacer milagros, pero no está preparado para enfrentar a las mujeres. James Bond mismo debe haber hecho muchas cosas mal antes de convertirse en 007".
Jonas Kaufmann también pone misterio al asunto. Claus Guth dijo que no está interesado en un cisne y que eso le parece "poco importante". Pero el tenor que lo encarna agrega: "Seré un cisne yo mismo". Misterios que se descubrían para todos el viernes, ya que los críticos del mundo invitados a la función para los jóvenes tenían prohibición de dar detalles de la puesta hasta después de la apertura.
Pero aquí van algunas ideas. Claus Guth subraya la fragilidad de Lohengrin: "Es el problema de todos los dioses hoy en día, sea cristiano, judío o musulmán. Después de toda la crueldad, los sufrimientos, la guerra, el holocausto, también Dios se ha hecho frágil. Un monstruo como Hitler tenía lágrimas en los ojos al escuchar un pasaje de 'Lohengrin'. Y Stalin adoraba a Mozart... Creo que es necesario no separar de los valores civiles las emociones que provoca escuchar música".
Además, el régisseur apunta a la propia Elsa, sobre la cual cae un manto de duda. ¿Es culpable, en cierto modo, Elsa? ¿Lohengrin la defiende sólo porque se enamora? Por eso Jonas Kaufmann apunta: "Mi heroico Lohengrin, narciso, está un poco deprimido... El Lohengrin de Claus Guth es un antihéroe que llega a una Alemania en tiempos de Wagner. Puede ser que por su propia culpa pierda a Elsa".
Y para ratificar la magnitud del estreno, la RAI 5 transmitió "Lohengrin” en directo a toda Italia y Europa, con pantallas en el octógono de la galería Vittorio Emanuele, exhibición en 600 salas de cine y también en la cárcel de San Vittori.