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Esto es memoria fotográfica

Un registro de veintisiete años de imágenes de músicos locales dispone este fotógrafo en su masivo libro de retratos. "Es una compilación de mi archivo fotográfico, no pretende ser una antología de la música popular", dice, pero sí es la galería sonora más prolífica de estos años.

24 de Diciembre de 2012 | 13:06 |

Son suyas muchas imágenes que se han vuelto familiares en la fotografía de músicos chilenos de las últimas dos décadas. Ese retrato de Tiro de Gracia con una desarmaduría de autos como fondo en 1997, o las imágenes de Pánico en un almacén de barrio en el mismo año, o la de Emociones Clandestinas en la ribera del Bío Bío en Concepción en 1990 son algunas. La autoría queda confirmada ahora, con esas imágenes y cientos de otras reunidas en "Retratos músicos chilenos", el libro que este fin de año el fotógrafo Gonzalo Donoso ha lanzado como una memoria de su trabajo.


No fue necesario tener un número "redondo" para justificarlo. "1986-2012", es el subtítulo del libro: son veintiséis años los recorridos en este viaje. Y suben a veintisiete, si se tiene en cuenta que la fotografía más temprana de la colección data de 1985 en la versión digital del libro que Gonzalo Donoso publicó este año en Internet, como anticipo de la edición impresa que circula hoy.


Músicos y grupos del subsuelo contracultural de la segunda mitad de los '80 son los primeros en aparecer en el orden cronológico de "Retratos músicos chilenos", con imágenes tempranas de Pinochet Boys, Dadá, Upa!, Electrodomésticos, Pequeño Vicio, Emociones Clandestinas, Fiskales Ad Hok o Los Tres. El registro avanza luego con fotos de Jorge González, Los Prisioneros, Javiera Parra, Santos Dumont, Lucybell, Chancho en Piedra, Pánico, Criminal, Saiko, Los Bunkers y también figuras como Luis Dimas, Tommy Rey o Zalo Reyes, entre muchos otros. 


-Destacas en la presentación que la gran mayoría de estas imágenes fueron hechas de mutuo acuerdo con los músicos fotografiados. ¿Por qué tienes esa vocación por los retratos, más que por ejemplo por las fotos de conciertos, que mencionas que son la excepción en el libro?
-Porque en un retrato te encuentras siempre con una mirada directa al lente, con una personalidad que se deja revelar en cada disparo. Tengo la posibilidad de dirigir alguna acción o movimiento, o simplemente observar de cerca desde distintos ángulos, íntimamente, y "dejar ser". Y también porque en un retrato puedo controlar variables de la escena como la iluminación, las locaciones o la disposición corporal. Es totalmente distinto a un concierto en vivo.
 
-¿De alguna manera te interesa ir más allá de ese oficio literal de músicos, escénico, de estas personas retratadas?
-Cierto. Me interesa esa dimensión personal, no necesariamente musical de cada retratado. Un gesto, descubrir un aspecto psicológico en una postura, la manera de vestirse y de enfrentarse a la cámara… Eso puede decir mucho de alguien.


-En ese sentido, ¿te interesa la "honestidad" de un retrato, o te parece válido jugar con ciertos artificios, intervenciones o recursos producidos que puedan dar más atractivo a las fotos? Por ejemplo en las fotos y portadas de una revista como Rolling Stone, que son muy producidas.
-Ambas opciones me parecen absolutamente válidas. No se puede comenzar con autocensura. Luego se puede editar lo que uno prefiere. Pero los elementos que aportan a la producción de una imagen, así como un registro documental de un retratado que te mira, pueden hacer que una foto sea valiosa. En algunos casos incluso puede tener que ver con el tiempo y presupuesto que se dispone.
 
-De hecho tú fotografiaste a Los Prisioneros la primera vez que fueron en la portada de Rolling Stone en Chile, en 2001. ¿Cómo trabajas en ese sentido, hay una "línea editorial" propia tuya como autor o también hay que saber adecuarse a los medios o las personas que encargan los trabajos?
-En este caso por tratarse de una portada para Rolling Stone había ciertos códigos que respetar, como un plano cercano y un fondo neutro. En otros casos nos permitimos mayores licencias.
 
Blanco y negro: los primeros años


La aproximación de Gonzalo Donoso a la fotografía comenzó en Concepción, su ciudad natal. "Tenía más de una cámara. Mi viejo me regaló una ampliadora y armamos un cuarto oscuro en casa", recuerda. En 1985 llegó a Santiago a estudiar arte y luego se cambió a fotografía. "El trabajo se desarrolló en Santiago, estudiando y trabajando. Creo que mi aproximación a la fotografía suele ser más intuitiva".


En paralelo, la aproximación a la música se dio por los viajes que hizo desde esa época y que lo hicieron descubrir tendencias como la new wave, que a Chile llegaron de manera incipiente en la primera mitad de los años '80. "Teníamos influencias que iban desde los Clash a Depeche Mode, de los Bee Gees a Sex Pistols y desde el folclor hasta el pop hispanoamericano. Y amigos como Felipe Raurich, que siempre nos nutrían de novedades musicales.


En su libro "Dadá, underground en dictadura" (2009), el autor Lalo Aller, guitarrista de la temprana banda punk santiaguina Dadá surgida a mediados de los años '80 y liderada por el pintor TV Star, quien murió pocos años después, cuenta que la primera vez que vio a Gonzalo Donoso fue en la casa de calle Herrera donde vivían los Pinochet Boys, otro de los grupos de la época. "Justamente por eso, porque eran mis amigos y vivía con ellos", recuerda ahora Donoso. "Y escuchar música nueva era un espacio de encuentro".


-¿De hecho tocaste batería en algunas actuaciones de los Pinochet Boys, fuiste el primer baterista del grupo?
-No, no es así. Solo toqué en alguna tocata, como en el festival punk con los Dadá (en 1986).
 
-También hay dos fotos de Dadá en el libro. ¿Qué recuerdo tienes de TV Star?
-Era un tipo amoroso y sensible. Y tenía pila y motor.
 
-Llama la atención que las primeras imágenes del recorrido cronológico del libro son casi todas del underground de la época. ¿Qué impresiones, qué imágenes incluso tienes de ese circuito en la época? ¿Cómo convivían distintas vetas como el punk, la new wave, el dark, el tecno, en ese tiempo?
-Convivíamos bastante bien. Sin mayores confictos, en una época donde la cultura escaseaba y por tanto era bienvenida. Creo que muchos somos muy abiertos en cuanto a estilos y tendencias.
 
-Sobre una foto en particular, la de Pinochet Boys con los dos policías, ¿cuál es la historia de esa foto, qué situación se produjo?
-Es Miguel Conejeros (tecladista del grupo). Estábamos detenidos por la policía en la carretera, con un auto que se desarmaba partiendo por el tubo de escape. Nos revisaron todo el auto. 
 
-¿Y el que se ve tocando violín o la viola es Rafael Guíñez, que después iba a tocar en Parkinson? ¿Es un recorte de él pegado en ese tubo?
-Lo del recorte de una foto de Rafa fue una buena casualidad. Es una foto documental sin ninguna producción. Se dió asi la situación. Yo estaba alerta.


-¿Quiénes son las dos mujeres que se ven en la foto en vivo de Pinochet Boys de 1985?
-Ah, esa foto no está en el libro de papel, sólo en el digital. Es la Tahía Gomez y Pía Salas.
 
-Y las Cleopatras de la foto son Patricia Rivadeneira y ¿qué otras tres?
-Son Tahía Gómez, Patricia Rivadeneira, Ana María, que no recuerdo el apellido, y Pía Salas.
 
-¿Quiénes son los integrantes de Parkinson en esa foto con la mujer desnuda?
-Rodrigo Elizalde, Dani Puente y su novia, Miguel Conejeros, Juanjo Gajardo y Rodrigo Hidalgo.
 
-¿Y quién es el integrante del medio en las fotos de María Sonora?
-Gilles, novio de María José (Levine). No estoy seguro de que tocara permanentemente con ellos.


-El telón de fondo de esta primera época es Pinochet y la dictadura. ¿Cómo era desenvolverse en ese clima? Más allá de las diferencias con el movimiento de las peñas, por ejemplo, ¿existía una conciencia de que tanto esos cantautores de raíz folclórica y estos artistas más modernos eran contrarios a la dictadura? ¿O eran muchas las diferencias, como parece quedar claro escuchando "Nunca quedas mal con nadie", por ejemplo?
-¡Me gusta mucho esa canción! Estábamos enterados de lo que ocurría en distintos ámbitos, desde peñas a tocatas under. Pero el enemigo nunca fueron otros músicos. Aunque claramente había distintas maneras de enfrentar el presente.

Color: cambios de folio
 
-Acerca de las fotos tempranas de Los Tres, ¿de dónde son? ¿Y de quién son esos cuadros que se ven al fondo?

-Cuadros de Mauro Jofré y Carlanga, me parece. Fue en el Centro Cultural Mapocho, en 1988, frente al cerro Santa Lucía.
 
-¿Qué primera impresión te causó el grupo en esos momentos? Aparte eran de Conce, como tú, ¿a lo mejor los conocías de antes?
-Si, los conocía de Conce. Creo que fue el inicio de una escena con intérpretes que tocaban y componían excelentes canciones. Aunque Los Prisioneros se habían adelantado. Pero Los Tres tocaban llamativamente bien. Antes de ellos la escena nueva era más punkie y experimental. Ellos retoman el rockabilly y la canción.
 
-Al mismo tiempo hay fotos más recientes, como ese concierto de regreso de Los Prisioneros en 2001 en el Estadio Nacional. ¿Qué recuerdo tienes de esa noche?
-¡Wau! Imagínate a setenta mil personas coreando todas y cada una de las canciones durante dos horas.


-En algún momento en el libro empiezan a aparecer Luis Dimas, Adrián de los Dados Negros, Illapu, Fernando Ubiergo y muchos más. ¿Tenías alguna predilección por fotografiar a músicos de rock, o fue un descubrimiento abrirte a otro tipo de músicos también?
-Es que ésta es una compilación de mi archivo fotográfico. No es ni pretende ser una antología de la música popular. Mis predilecciones son múltiples. Pero la mayoría de las imágenes son encargos de sellos, de medios y de los propios músicos. Las últimas fotografías que aparecen en el libro fueron a petición mía, ya que me parecen figuras relevantes que quise incluir y fotografiar. Y lo habría hecho más grande, pero tenia un límite editorial de espacio: 208 páginas.
 
-¿Es más complejo retratar esos primeros planos de Zalo Reyes, Florcita Motuda o la foto increíble de Pier y Andrés Bucci? ¿Tiene que ver con un carácter especial de la persona fotografiada?
-Creo que es más difícil armar un plano abierto con distintos elementos escenográficos que un plano cerrado donde el carácter y el personaje es fundamental.

-A propósito de algunas locaciones específicas: hay un almacén de barrio con Pánico, un cementerio con Criminal, un baño de burbujas con Mónica Rodríguez, un taller mecánico con La Mano Ajena. ¿Esas ideas surgen compartidas con los músicos, son opciones de ellos, tuyas?
-Esas ideas surgen de una reunión preliminar y de una búsqueda. A veces son ideas claras que tienen los músicos, y muchas veces yo elijo la locación adecuada al disco o a la banda.
 
-Al otro extremo de eso hay una foto de Tommy Rey, capturado justo cuando está bajando del escenario. ¿Fue tan espontánea como parece?
-Muy espontanea. Le hablé y accedió gustoso pero muy rápidamente, después de un concierto. Fracciones de minutos en la vida.
 
-¿Cómo surge la idea de retratar a todas las Mamma Soul con los ojos cerrados, por ejemplo?
-Había un poco de resolana. Les pedí que descansaran los ojos. Y cuando los cerraron me pareció que se veían bien todas así.
 
-Sobre esa técnica de fondos pintados que usas con Rosario Mena y Caty Purdy, ¿quién pintó esos fondos y cómo llegaste a esa idea?
-Es un método que usaban pintores del siglo XIX. La idea es sugerir tridimensionalidad a partir de un fondo plano, pero con puntos de fuga. Le he encargado a distintos pintores amigos que me pinten fondos a partir de una fotografía, de un recorte de diario o de un croquis, para una sesión de fotos.
 
-¿Cómo es que fotografías al trompetista Cristián Cuturrufo en Indonesia y Australia? ¿Y a Jorge González en Nueva York?
-Con Jorge nos encontramos en la calle y me invitó a su casa a escuchar discos. Y con Cuturrufo Quinteto fuimos a Asia, ellos tocando cada noche en un país distinto, y yo exponiendo fotos de músicos chilenos en Jakarta y Kuala Lumpur, además de registrar la gira en foto y video. Fuimos invitados por las embajadas con el apoyo de Dirac (Dirección de Asuntos Culturales) del Ministerio de Relaciones Exteriores.
 
-Las fotos más recientes son de gente como Javiera Mena y Alex Anwandter. Cuando haces la retrospectiva que permite este libro, ¿encuentras que de 1986 a 2012 ha pasado tanto tiempo que no hay conexión entre gente como Pinochet Boys y Javiera Mena? ¿O al revés, la mirada de un fotógrafo puede encontrar ciertos rasgos de identidad que a simple vista no se ven?
-Sí hay conexiones. Desde las influencias musicales hasta la manera de impostar la voz. A veces encuentras sonidos en común. Sin embargo lo más llamativo es la diversidad. Desde la experimentación y el mensaje contestatario hasta un pop melódico con un piano bien interpretado, y desde las raíces a los ritmos hechos con samplers. Es lo que pasa aquí.

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