Tenía todo listo Hernaldo Zúñiga para realizar el concierto que registraría paso a paso, con miras a editar su primer disco y DVD en vivo. Sin embargo, a última hora surgió un inesperado antecedente: "Una amiga aficionada a la astrología me dijo que no lo hiciera, porque Mercurio, que es mi planeta regente estaba de vacaciones", recuerda.
Pudo haberse preocupado el nicaragüense, pero en cambio prefirió tomarse la recomendación con humor. "Listo, ya tiene nombre mi disco", dijo. Finalmente, su racionalidad incluso terminaría por imponerse en el tiempo al esoterismo de su amiga, ya que al trabajo editado este año "le ha ido muy bien, entonces todos sus pronósticos se vinieron abajo", cuenta entre risas.
La producción es la misma que motiva la gira con que el cantante conocido simplemente como Hernaldo arribará a Chile en enero próximo, para realizar un recorrido por los casinos Enjoy del país, a partir del jueves 10, y un gran concierto en el Teatro Caupolicán, el martes 22. De este modo, las presentaciones se orientarán a los grandes éxitos de Zúñiga, quien comenzó su carrera de más de 30 años precisamente en nuestro país. En ese recorrido logró inscribir temas a fuego en el cancionero latino romántico, entre ellos "Procuro olvidarte" y "Cómo te va, mi amor", que por cierto figuran en Mercurio.
Para Hernaldo, reunir sus éxitos en vivo representa "una especie de mirada con vértigo, se ve un valle muy grande desde una colina, y te das cuenta de que ese valle ya lo recorriste. El paso del tiempo es muy imperceptible, y cuando haces un resumen, en mi caso de 32 años de carrera profesional (N. de la R: antes había empezado en Chile de forma semiprofesional), me parece que fue realmente ayer. Al principio cuando me entrevistaban yo decía que en un año o dos ya no cantaría más, y ya llevo 32. Soy todo un veterano de la música, pero no tomas conciencia hasta que haces un resumen. Eso es para mí Mercurio".
-Dices que desde la punta de esa colina, se ve un gran valle para atrás. ¿Qué se ve hacia adelante?
-Ya no me planteo metas largoplacistas. Mis metas profesionales son siempre para el ahora, que es Mercurio, propulsarlo. Retomar un país, con el que hemos estado un poco desconectados en lo profesional. Quizás éste es un gran pretexto para que ambas partes retomemos caminos. Quiero incorporar definitivamente a Chile en mis talentos artísticos y profesionales, y ésta es una oportunidad porque los pongo al día de golpe, y además con mi mejor versión. Tras un largo, largo aprendizaje, he llegado a ser el artista que quería ser. Lo logré. Lo logré.
-Entre las canciones de Mercurio no vi "Insoportablemente bella", un tema con el que se te asocia mucho en Chile...
-Hace mucho no la canto, como unos 15 años. Es un clásico en América Latina, fue número uno en todas partes, excepto en México, donde la fusiló mi amigo Emmanuel (risas). Es una canción con la que nunca me sentí plenamente identificado, aunque el éxito me hizo identificarme artificiosamente. La canto encantado cuando la tengo que cantar, pero tengo mucha obra posterior, y escoger el repertorio fue muy azaroso, porque son doce álbumes, con varios número uno, entonces fue muy difícil la selección. En las 22 canciones del final no quedó "Insoportablemente bella". Más de alguien se va a extrañar.
-Tienes además un dúo con Natalino. Juntos cantaron "Ventanillas", el tema con que representaste a Nicaragua en Viña 1974. ¿Cómo se dio esa colaboración?
-Fue una idea de (el productor chileno) Tulio Bagnara, que ahora es mi manager, pero en ese entonces estaba en EMI. Él le sugirió a la manager de Natalino que por qué no revisitaban "Ventanillas", que es un clásico en Chile, pero nunca nadie la había versionado. Vinieron a México, estuvieron en la casa y me gustó la aproximación que hicieron al tema. Le quitaron solemnidad, porque era un tema grave. Y así nació el proyecto. Ellos lo grabaron, luego yo los invité a participar en el DVD, y ahí está.
-Desde tu posición de referente de la música romántica en Latinoamérica, ¿crees que Natalino puede ser un grupo que dé que hablar en el continente?
-Me encanta eso de referente de la música romántica (risas), me estás poniendo un título que a lo mejor tiene mucho peso para mis espaldas... Pero no lo sé, yo soy terrible haciendo pronósticos. Cuando salió Shakira dije "esto va a ser flor de un día". Y cuando digo "tenemos artista para rato", duran un disco. Ya no me atrevo a dar pronósticos.
Chile, por dentro y por fuera
-Viviste en Chile como estudiante, conoces bien nuestro país. Nos han pasado muchas cosas en los últimos años, ¿cómo ves a Chile desde afuera?
-Lo veo con mucha satisfacción, es uno de los pocos países de América Latina que ha conseguido índices importantes en lo económico, lo social. Sigue habiendo asignaturas pendientes reclamadas en las calles, como la educación, donde veo mucha contestación, mucha pasión, un problema muy ideologizado. En lo personal, sin estar adscrito a ninguna tendencia, siendo independiente, creo que un gobierno no se puede justificar si no atiende una salud pública de calidad, educación pública de calidad y seguridad pública. Sin esos tres elementos, para mí ningún gobierno se justifica.
-Viña también es importante para ti. Allí comenzó tu carrera cuando pasaste como competidor. Este año, en cambio, la competencia fue relegada al último lugar. ¿Cómo ves al festival a lo lejos?
-Hay un libro de Mario Vargas Llosa reciente, "La civilización del espectáculo", que habla precisamente de este tiempo. Todo se ha vuelto espectáculo, hay esa tendencia histérica, muy ruidosa, de poco buen gusto, que es esa necesidad enorme de volver todo el registro humano un espectáculo, o carne de cañón para prensa amarilla. Dicho esto, creo que el Festival de Viña no se podía abstraer a esa sinergia, que es una tendencia universal. A mí en lo personal me parece un gran error. Esto no es de hoy, yo esto lo empecé a percibir cuando estuve hace poco como jurado (2006), que poco a poco se fue convirtiendo más en un programa de televisión, que en un festival de la canción. Viña debería diseccionar el caso de San Remo en Italia, que sigue siendo un inmenso negocio, una gran plataforma para nuevos valores, generando audiencia, vendiendo discos, y no ha perdido la esencia, que es la competencia de canciones con artistas muy importantes. Ahí están los resultados. Llegas a Italia un mes después del festival y todos los discos de San Remo están en los primeros lugares de las listas. Así pasaba en mi época en Viña, cuando la gran tertulia en el asado dominguero de los chilenos era "qué te pareció Nicaragua, te gustó Brasil, yo prefiero a la peruana". Eso no es una postura nostálgica, y el giro debe ser multifactorial. Pero creo que es un error que tarde o temprano lo va a lamentar el Festival de Viña del Mar.
-Y con todo ese diagnóstico, ¿te gustaría volver al Festival?
-¡Por supuesto! Para mí siempre ha sido un gran privilegio y me encanta, porque a pesar de todos estos cambios sigue siendo una gran fiesta, un colectivo humano reunido en torno a la música. Sigue teniendo esa magia. Le cambiaron el decorado, se parece un poco a Las Vegas, perdió ese rollo artesanal que tenía antes la Quinta Vergara, pero a pesar de haber cambiado de fórmulas, sigue siendo un gran evento humano.