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Panal

Empieza en llamas y termina instrospectiva: En su nuevo disco la cantante chilena mantiene el equilbrio entre el desprejuicio, el riesgo y la emoción.

07 de Enero de 2013 | 10:01 |
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Una señal clara se había escuchado hace más de un año, cuando el 10 de diciembre de 2011 Camila Moreno mostró una canción inédita en un festival celebrado en el Museo de la Memoria, en Santiago. Si alguien esperaba esa tarde una guitarra acústica como la de sus éxitos radiales, nada que ver: Lo que hizo fue sorprender con teclados y bases electrónicas. "Necesito sorprenderme", había avisado tiempo antes, cuando hace un año y medio empezaba a delinear un incipiente disco nuevo. Ahora ese disco se llama Panal y está listo para sorprender también a los demás con nuevos efectos del desprejuicio musical que esta cantante chilena viene mostrando desde sus inicios, hace poco más de cuatro años.

Camila Moreno puede ser rockera cuando se supone que sea intimista. Así parte Panal: incendiario. "Incendié" es la alarma que ya puso a sonar por todos lados en las últimas semanas, un comprimido de dos minutos cuarenta de poder, tambores, un compás asimétrico endemoniado en el estribillo, la voz grave de la cantante colombiana Andrea Echeverri y la corriente eléctrica del guitarrista estadounidense Trey Spruance. Los nombres de músicos internacionales suelen lucir bien en la lista de invitados de un disco, pero aquí ellos dos son mucho más que un lujo en los créditos: Suenan desde las entrañas mismas de la canción.

Y luego Camila Moreno puede mostrarse íntima al máximo si acaba de ser tan expansiva. Qué puede venir tras la atracción de un comienzo así de poderoso: La desnudez que va desde "Raptado" hasta "Te quise", un pasaje de cuatro canciones que concentra parte de lo más conmovedor de Panal. Con la producción de Cristián Heyne como la mejor aliada, la cantante despliega aquí su nueva transformación, con múltiples atmósferas, texturas, timbres y recursos desde efectos electrónicos hasta armonías vocales, instrumentos pulsados como arpas y mandolinas, arreglos de cuerdas, secciones de cornos, grabaciones que parecen hechas en locaciones con ruidos propios. Agua, pájaros, relinchos, viento.

"Idea" se llama la canción favorita de la autora en Panal, e ideas abundan en este disco. Riesgos también, por ejemplo en esas anti-baterías de rock que cada vez que aparecen es para cuestionar los lugares comunes reaccionarios de la batería rockera. Tampoco es una ruptura total con su música anterior. Muchas canciones son acústicas, se oye el sonido "folclórico" de un charango y algún fraseo cercano a Chinoy. En la canción "De qué" basta un verso como "te compran con el engaño de que algo te va a faltar" para que den ganas de ir a la calle a armar una marcha contra isapres, AFPs y telefónicas. Y "Yo enterré mis muertos en tierra" es una forma sobrecogedora de cantar sobre las lacras del progreso, con una percusión final que es garantía de catarsis para cada vez que Camila Moreno la vaya a tocar en vivo.

Pero Panal es un disco sobre todo introspectivo, sombrío hacia el final, con letras muchas veces cantadas e incluso tituladas en primera persona singular, en "Incendié", en "Sabré si al final", en "Ya no tengo cuidado", en "Te quise", que es la más honda de todas. Ahí, sola frente al piano y con unos cornos adicionales, la cantante corrobora de qué forma puede llegar a emocionar como ya lo hacía en su primer disco. "Pero, mi amor", dice en un momento de esa canción, como si ya no importara siquiera usar la frase más cliché del mundo si hay algo que decir con intensidad. Es el equilibrio de Panal: al desprejuicio y al riesgo Camila Moreno sabe sumar la emoción.

David Ponce

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