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Oddfellows

Los fanáticos de uno de los principales proyectos de Mike Patton fuera de Faith No More, celebraron a rabiar la edición de este disco. Y sí, es para estar satisfechos, pero tampoco hay que volverse tan locos.

22 de Febrero de 2013 | 11:49 |
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Si existe un común denominador entre la "feligresía pattoniana" y la crítica musical, es que Tomahawk debe ser el proyecto más cercano en estética a Faith No More dentro de los emprendidos por el cantante de esa banda, Mike Patton. Alejado del radicalismo sonoro de Fantômas (Patton, Dave Lombardo, Trevor Dunn y Buzz Osborne) y de la mezcla entre ska, funk, hardcore y experimentación de Mr. Bungle, las composiciones mucho más centradas de los discos Tomahawk (2001) y Mit Gas (2003) hicieron que incluso, tanto uno como el otro lado, bautizara a este proyecto como el sucesor natural de la, en ese entonces, ex banda del vocalista.

Eso se fue al diablo con el largaduración Anonymus (2007) en el que el grupo, integrado también por Duane Denison (Jesus Lizard), John Stainer (Helmet) y Kevin Rutmanis (Melvins), hizo una relectura completa de la música nativa de Norteamérica a partir de antiguas partituras de cánticos indígenas, impulsado por Denison. Con las partes que conforman este elepé por separado, el que era hasta hace poco el último trabajo de Tomahawk parecía un esfuerzo más dentro del universo "pattoniano" —siempre en riesgo— que el disco de una banda de rock propiamente tal. Pocos créditos para Duane Denison, que tuvo que hacer malabares para armar este registro que parecía condenado a perderse entre las innumerables colaboraciones del versátil vocalista.

Quizás por ello es que la sorpresa y ansiedad que rodearon a Oddfellows, el regreso de Tomahawk tras 6 años de silencio, fueran tan desmedidos. Unos pocos teasers colgados en YouTube y los comentarios llenos de alabanzas no tardaron en aparecer, en especial de parte de los fanáticos. Y, ciertamente, existe material para ello, aunque tampoco para creer que se está ante un disco definitorio. Lo que presenta la banda es un compendio de canciones directas, sin muchos adornos y en las que los arreglos y experimentaciones son colocados de forma juiciosa, sin sobrecargar al disco de alaridos o ruidos electrónicos.

Hay varios factores para ello. Una formación nueva, con Trevor Dunn al bajo, puede explicar en parte esto. Pero el principal motivo es que la versión 2013 de Tomahawk registró este disco como banda, todos juntos en una habitación. Eso hace que temas como "South paw", por ejemplo, suenen tan directos y bien estructurados, una de las principales características de Tomahawk. Esto también se halla en "Stone letter", corte seleccionado como adelanto. Ambos temas comparten los elementos más conocidos de la banda: El gran trabajo de voces y las guitarras, que van desde el riff monolítico a intrincadas texturas, influenciadas por King Crimson.

Lo último es posible escucharlo claramente en "Oddfellows", tema que inicia el disco. Y aunque esos números más crudos son los que dominan esta entrega, Tomahawk deja espacio para las experimentaciones. "I.O.U." es, con su atmósfera etérea y las voces barítonas de Patton, una de esas canciones en las que Tomahawk estira el concepto de rock hasta sus límites. "Rise up dirty waters", que mezcla secciones de jazz con rock desenfrenado, es otro de esos momentos.

La cercanía musical con los primeros dos trabajos hace que Oddfellows se sienta como una real continuación del desarrollo estilístico que mostraba Tomahawk, y eso es el gran punto a favor que tiene este álbum. Nuevamente, la mencionada "feligresía pattoniana" se puede dar por pagada, aún cuando en su cuarta entrega, Tomahawk recurra a viejos trucos para crear canciones, muy buenas, pero lejos aún de su verdadero potencial.

Felipe Kraljevich M.

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