Francisca Valenzuela timbra su consolidación en el Festival de Viña del Mar

VIÑA DEL MAR.- Esta misma mañana, durante la conferencia de prensa que ofreció en Viña del Mar, Francisca Valenzuela volvió a insistir en que había estado inmersa en un proceso de crecimiento durante los últimos dos años, y que no se consideraba una artista consolidada por el hecho de, entre otras cosas, haber cantado con una figura como Miguel Bosé.

Pero no porque hayan salido de su propia boca esas palabras tienen que reflejar necesariamente la realidad de la cantautora, y así quedó demostrado esta noche en el Festival de la Ciudad Jardín, donde la autora de "Muérdete la lengua" terminó de evidenciar que es una artista plenamente consagrada, popular y reconocida en nuestro medio.

No por nada Viña es apenas uno más en un recorrido de festivales que incluye eventos tan resonantes como Lollapalooza, Vive Latino México, SXSW en Texas y hasta el muy rockero Maquinaria. Todos sin televisión metida al medio, por cierto.

Y tal vez ese factor pueda ser el que lleve de la idea a la certeza en esto de la consolidación: En que hoy todo Chile pudo apreciar una presentación de marcado profesionalismo, con cuidado en todos sus detalles.

Así, temas como "Buen soldado" y "Quiero verte más" mostraron su intensidad vintage, gracias al trabajo de su versátil banda de seis músicos, mientras que en "Dulce" y "Peces" el coro masivo se hace elocuente, y se instala como una muestra más en torno a la posición que la cantautora ocupa.

Porque hoy era fácil dividir a priori al público entre los seguidores de 31 Minutos y los fanáticos de Jorge González, soslayando a Valenzuela, pero la galería dejó más que en claro que hoy hubo una buena cantidad que compró su boleto para verla exclusivamente a ella.

La cantautora les respondió con su habitual desplante y su cuidado tratamiento escénico, que va desde su vestuario hasta su actitud, factores a los que hoy también sumó discurso en la previa de "Afortunada", cuando invitó a "vivir el amor sin importar la orientación sexual, la identidad de género que uno tenga".

Sacó aplausos, que luego se transformaron en gritos pidiendo las antorchas, que Valenzuela recibió sin ocultar su emoción, tal como las gaviotas que en principio le negaron, pero que a vuelta de comerciales debieron entregarle, para evitar un descalabro mayor.

Para algunos puede que esos trofeos hayan timbrado la posición de avanzada que la artista hoy ocupa, pero eso en ningún caso quedará como lo único que la cantautora demostró hoy: Queriéndolo o no, su paso también evidencia la necesidad de que Viña abra los ojos a la nueva generación del pop local, ésa que durante todo el año repleta clubes y recintos a lo largo de Chile, y a la que aquí aún no se le habían abierto unas puertas que, tras Valenzuela, no se podrán volver a cerrar.