VIÑA DEL MAR.- Los artistas ya se fueron, pero en la Quinta Vergara las luces aún están calientes, y en la televisión todavía quedan varios días por delante para que los opinólogos gasten horas y horas en un solo tema principal: La reciente edición del Festival de Viña del Mar.
¿A cuántos conocemos que dicen encontrar cada año peor el certamen, pero que a las 22:00 horas de la última semana no se lo perdieron? Seguro que a muchos, y en tiempos de redes sociales las opiniones fluyen a alta velocidad.
Porque, les guste o no, el Festival es tema para nosotros, concita atenciones, y hasta los más desencantados tienen parte de su mirada en él. Una mirada que hoy ya se da con retrovisor, con aires de resumen.
Los que lo vieron y los que dicen no haberlo visto tienen sus opiniones claras, y nosotros no somos la excepción. ¿Qué fue lo bueno, lo malo y lo feo de Viña 2013? ¿Qué cosas se pueden mejorar? Acá nuestro veredicto.
El astro: Había muchas fichas puestas en él. Incluso algunos le encomendaron la misión de entregar el mejor show que haya pasado por el Festival en su historia. Si lo logró o no, será un tema de discusión entre sus seguidores y los que defiendan a anteriores estrellas, pero lo cierto es que la presencia de Elton John engalanó y le subió el pelo al evento, gracias a un repertorio de clásicos interpretados con impecable factura, y a unos pergaminos qe están sencillamente a años luz de la gran mayoría de artistas que suelen pasar por la Quinta Vergara.
El pop local clavó la bandera: El año pasado Manuel García logró abrir las puertas a una nueva generación de músicos, en quienes la mirada del Festival simplemente no se estaba poniendo. Ahora, Francisca Valenzuela logró que el foco se expandiera aún más, como representante de la gran camada de artistas que mueven al pop local por Chile y el mundo. La joven cantautora demostró que apuestas como la de ella pueden mezclar calidad, novedad y popularidad, mismos ingredientes con que ya cuentan figuras como Gepe y Ana Tijoux, entre otros en los que la mirada de la organización también debería ponerse.
31 Minutos: No hay otra forma de llamar a este punto que por el propio nombre de quienes lo motivan. El espectáculo de música y títeres representó sin dudas uno de los momentos más altos de la presente edición, y puso un punto y aparte en la oferta festivalera, gracias a una presentación tan entrañable como mordaz, llena de guiños a la trayectoria del Festival y de críticas a las instituciones locales. Fue un verdadero hito en la historia del certamen.
El tono en el humor: El año 2011 marcó el punto más crítico en el humor festivalero, con rutinas que terminaron siendo recordadas por soeces y discriminatorias. Por lo mismo, marcó un punto de quiebre, y al año siguiente lo que predominó fue precisamente lo contrario: El humor blanco. Si se trata de movimientos entre ambos extremos, la oferta humorística de este año dio unos pasos hacia atrás, con rutinas en las que el tono volvió a subir. No hubo víctimas del "monstruo". De hecho, nombres como Nancho Parra y Los Atletas de la Risa se anotan entre los ganadores del evento, pero de todos modos se echó de menos una mirada "curatorial" algo más clara en este aspecto.
Ruido en la animación: Esto va in crescendo. Cada año, los cuestionamientos a Rafael Araneda y Eva Gómez se renuevan, y esta vez la tendencia se mantuvo. Que entregan los premios en paquete, hacen esperar a los artistas, no hablan inglés, no se ven compenetrados o que sufren lamentables lapsus en escena, fueron algunas de las críticas. Y aunque es imposible que éstas desaparezcan cuando hablamos de quienes toman la misión de conducir del Festival, Araneda y Gómez tendrán que redoblar los esfuerzos por minimizarlas en 2014.
¿Cuatro trofeos? Hasta el embajador de Inglaterra en Chile y el ministro de Cultura se quejaron de haber tenido siete minutos a Elton John recibiendo un trofeo tras otro, entendiendo poco y nada, sobre el escenario de la Quinta Vergara. En redes sociales incluso se cuestionó severamente la entrega de premios, pero tal vez eso aún sea mucho decir. Sin embargo, es claro que cuatro galardones es una cifra exagerada que no sólo atenta contra los tiempos en el espectáculo, sino que además no tiene relación con las tradiciones del Festival. Por eso, para resolver el entuerto, qué mejor que volver a las mismas: Antorcha de Plata para los artistas, Gaviota para los competidores, y listo.
Lo feo: Ni tener a Elton John recibiendo trofeos por siete minutos ni los traspiés que la pareja de animadores haya podido sufrir. La escena realmente penosa en esta edición del certamen fue ver a la Sonora de Tommy Rey actuando ante tres mil personas, en el cierre de la penúltima jornada. Los organizadores dicen que no hay problemas con terminar a las 04:00 de la madrugada si es que la Quinta quiere seguir de fiesta y en casa los televidentes quieren mantener sus aparatos encendidos, pero eso suena más a justificación ante un escenario ya en curso. Sin embargo, la postal del jueves obliga a pensar en ajustes en el orden. Y tal vez de verdad no importe amanecerse en la Quinta si es que el público está feliz, pero para eso, primero que todo, se requiere que efectivamente haya gente.