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Álex & Daniel

Álex Anwandter y Daniel Riveros (Gepe) se unen en este trabajo anclado en el sonido de sintetizadores y el sello ochentero, con los aportes de cada uno asomando con nitidez, aunque siempre en función del fin colectivo.

07 de Marzo de 2013 | 12:25 |
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Formas de levantar proyectos musicales conjuntos, se sabe, hay varias. En un extremo están las reuniones que parecen enfocadas en rentabilizar lo que una dupla ofrece como marca, y que terminan validándose por lo que simbolizan antes que por lo que producen (¿Narea y Tapia?). En el otro, están las sociedades que aparentan haberse formado por un genuino interés creativo, y de las que brota un material que se asume inconcebible con sólo una de las mitades en los créditos. Colores Santos, de Gustavo Cerati y Daniel Melero, puede ser un ejemplo de ello.

Si se trata de situarlos en un punto de este continuo, a Álex Anwandter y Daniel Riveros definitivamente habría que ubicarlos en el último extremo. En Álex & Daniel, el ex Teleradio Donoso y Gepe logran dar con un trabajo en el que la sensibilidad y el perfil de cada uno se manifiesta con nitidez, pero siempre al servicio de ese bien mayor que aquí representa la dupla (finalmente, un ser con vida propia).

La apertura con "Mundo real" es demostrativa al respecto, con dos momentos claros: Una entrada que parece sacada de cualquier disco a solas de Riveros, que luego gira a un coro inscrito de manera reconocible en los más recientes ejercicios de Anwandter (Odisea y Rebeldes). Son las construcciones y fraseos que identifican a cada uno, ahora unidos como retazos en una misma camisa. Uno pone el cuello, el otro el puño, y así sucesivamente.

El soporte que atraviesa a los ocho temas, eso sí, parece más afincado en las inquietudes del ex líder de Teleradio Donoso —por mucho que ambos músicos estén explorando con decisión en las distintas posibilidades del pop—. De este modo, son los sintetizadores y la matriz ochentera los que gobiernan casi en plenitud, sin muchos espacios para los toques acústicos que Riveros ya ha transformado en sello de su propia obra. "Segunda" expresa esto con un synth pop sensual, que remite al lado menos optimista (aunque siempre bailable) de Pet Shop Boys, mientras que "Miña" y "Una nueva aventura" se anudan en un romanticismo desdramatizado, que se emparenta con el lado más luminoso de ancestros como New Order.

En "Cada vez que invento algo sobre ti", en tanto, la mixtura es total, y el resultado es la canción más adherente de esta aventura, a la que si hubiera que encontrarle un símil gastronómico bien podría ser un suspiro limeño: Allí, el manjar y el merengue se presentan en partes iguales, aunque claramente diferenciadas, para que luego cada cucharada los mezcle en porcentajes y maneras diversas. Puede haber más de uno o más de otro, pueden estar revueltos o no, pero una cosa es clara: No se entiende el uno sin el otro, su mejor expresión la alcanzan combinados, y el resultado es siempre irresistible.

Sebastián Cerda

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