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People, Hell & Angels

20 de Marzo de 2013 | 12:34 |
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Hace exactamente dos años, los herederos del legado de Jimi Hendrix anunciaban la edición de Valleys of Neptune como la joya oculta del tesoro del mítico guitarrista. 12 cortes desconocidos que harían remecer los cimientos de la leyenda, escuchando tomas hasta ese minuto desconocidas de clásicos como "Fire" o "Here my train a comin'", como también temas que sólo se conocían en versiones piratas sueltas, como "Valleys of Neptune". En esa oportunidad, a cuatro décadas de su muerte, este álbum resultaba ser el disco póstumo ideal que cumplía tanto con los fanáticos coleccionistas, esos ávidos en completar sus bibliotecas, como también con la propia familia Hendrix y sus dobles discursos: preservar el legado explotando aún más, la imagen del malogrado Jimi.

Sea esto bueno o no, es discutible. Lo que sorprende es que, a dos años del que se supone sería el "disco definitivo", aparezca People, Hell & Angels como el testamento final del virtuoso guitarrista. Quizás por la biopic que recoge el periplo de Hendrix por Inglaterra, lo cierto es que este álbum, que se construye de tomas realizadas durante la decadencia de las relaciones de la Jimi Hendrix Experience a fines de los sesentas, con el guitarrista ya consciente de sus armas como solista. En este elepé, Hendrix reúne a Billy Cox (bajo) y Buddy Miles (batería) como sus acompañantes.

Son 12 los temas que componen People, Hell & Angels (trece, en una edición especial), los que se registraron para First Rays of the New Rising Sun, álbum póstumo del guitarrista que, de no ser por su temprana muerte el 18 de septiembre de 1970, habría visto la luz durante ese mismo año y no en 1997, como finalmente ocurrió. Estos descartes de esas sesiones, que cuentan con una muy buena calidad de sonido, pueden ejemplificar de mejor forma el progresivo alejamiento de Hendrix de la psicodelia de sus inicios y su relación cada vez más directa con la música afroamericana.

Así, se siente el blues directo en el inicio del disco con "Earth blues" y "Somewhere". También, se nota la influencia del soul y el funk que estaba teniendo Hendrix en su música, gracias a Sly & The Family Stone, con "Let me move you". Asimismo, la unión de ambas corrientes, se nota de forma inmediata en "Izabella", grabada por la banda que acompañó a Hendrix al festival de  Woodstock. Cada vez menos despojado de sus alucinantes inicios, Hendrix realiza performances mucho más directas y crudas. Ya sea en el plano del blues puro, como los dos temas que dan inicio al disco, o en instrumentales que, de alguna forma, recuerdan que estos son descartes.

Dentro de las instrumentales, "Inside out" merece, sin dudas, una mención aparte. Su sola construcción, que evoluciona desde un blues primitivo a una pieza de alto octanaje rockero, también es prueba de las constantes búsquedas de sonido que Jimi Hendrix solía llevar, las que se enmarcaban en jams interminables. Sin dudas que "Inside out" era una de esas jams que, quizás por qué motivo, se decidió cortar. Y en contraposición a estos pasajes más rockeros y crudos, también Hendrix decantó en baladas de corte más psicodélico (quizás lo único en este elepé que tenga esa característica) como "Hey gypsy boy", con uno de sus mejores solos de guitarra en este registro.

Más blues, más rock, más jazz, más funk, más guitarras. Quizás esa búsqueda de sonidos fue lo que llevó al colapso a Hendrix, un perfeccionista. No se puede comprobar esa teoría. Lo que sí podemos decir, luego de escuchar People, Hell & Angels, que moviendo a un lado las aspiraciones económicas de quienes manejan el legado del guitarrista, este álbum resulta mucho más llamativo como "el disco final" del virtuoso músico y nos permite conocer, un poco más, sobre cómo estaba evolucionando musicalmente después de haber hecho historia con la Jimi Hendrix Experience.

Sin dudas que este nuevo lanzamiento significa mucho más aporte que el de hace un par de años atrás y, tanto para el seguidor acérrimo del guitarrista como para quién recién se está acercando a él, puede resultar toda una experiencia el conocer estas grabaciones póstumas de un hombre que en sólo tres años, hizo evolucionar de forma cualitativa la forma de ver a la guitarra eléctrica y a la música rock.

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