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Una historia, una canción

Si el mundo está lleno de canciones de amor, esta compositora y cantante chilena tiene algo nuevo que mostrar: es Araucaria, su reciente segundo disco, poblado por una historia de desamor transformada en canciones. Y en bolero, soul, bossa nova o jazz entre otras variedades.

01 de Abril de 2013 | 20:02 |

El más reciente disco de Martina Lecaros, Araucaria, es varias cosas a la vez, y la colección breve de canciones que trae es sólo un comienzo. Al mismo tiempo es una experiencia real transformada en canciones. La experiencia aparte de real es íntima: una relación sentimental que terminó en desencuentro. Así que además de real es dolorosa. Y como ahora circula en un disco para quien quiera escucharla, más que una fractura simple es una fractura expuesta.

Pero no hace falta meterse en la vida privada de esta cantante chilena para hablar de su disco. Por real, íntima, dolorosa y expuesta que sea la experiencia, ella misma la transforma en música y crea algo nuevo, un relato propuesto como reflejo de esa historia. Y Araucaria está hecho de modo que es posible prescindir de todas las posibles consideraciones biográficas y volver al nivel uno: a las canciones. Once canciones que van de bolero a soul y de bossa nova a jazz, con el desamor como base.

"En algún momento durante el proceso de creación me di cuenta de que este disco tenía que ser una historia. Todas son distintas etapas de lo que pasa con el personaje", explica. "Benjamín", el título del primer single y videoclip, es el nombre de ese personaje central del argumento. Y la canción más temprana de Araucaria es "Sintiendo", que fue compuesta hacia 2004 o 2005 y grabada en su primer disco, también llamado Sintiendo (2009). Pero vino a calzar bien en 2012 cuando ella armó el orden del disco nuevo.

-De hecho si te fijas dice Benjamín, date cuenta sintiendo lo que hay en tu jardín -sonríe, conectando los títulos consecutivos de cinco de esas canciones. Todo cuadra.

La valentía de decir

-Para mí la música es una herramienta de sanación o desahogo: me pasó eso con este disco -explica Martina Lecaros-. En esto plasmé todo lo que estaba adentro. La música es algo súper preciado, es un tesoro. Por eso es que no canto covers, ponte tú, a no ser que sean mis propias versiones y realmente me provoquen algo. Ocupo la música para vaciar desde la pena o la alegría hasta la rabia.

-También hay que componer, hacer arreglos. No es sólo sentimiento, ¿no? ¿Cómo separas esas dos cosas?
-Tampoco se separó: cada acorde me conmovía cuando lo hacía, y de hecho ahora escucho "Araucaria" (la canción) y a veces me emociona.

-¿Ni siquiera conseguir que quedara sobrio y no cursi ni dramatizado implica dejar el sentimiento de lado?
-Es que es algo que me sale no tan pensado.

-¿No fue un esfuerzo hacer el disco?
-¿En el sentido de escribirlo? No.

-¿Y en qué sentido sí?
-En tener la valentía de publicarlo y de decir lo que me pasaba. Ése es el verdadero esfuerzo.

-¿No lo técnico de escribir ni de componer?
-Lo que pasa es que tengo la suerte de haber nacido en una familia de músicos -explica: Martina Lecaros es hija de la cantante Nené Lecaros y sobrina de reputados músicos como Roberto, Mario y Pablo Lecaros, entre varios otros exponentes de esa familia principal en la música chilena-. Entonces para mí la música… yo empecé a componer a los doce años, y me salió una canción (con una esquema) A A B A A B y final: ya entendía cómo era la estructura de las canciones hace años, sin haberle preguntado a alguien. El proceso de componer es súper natural, es algo que pasa nomás, y desde que empecé a hacerlo lo más importante para mí ha sido poner afuera un sentimiento o una emoción real, algo que me esté haciendo ruido. Si no, hacer canciones no tendría sentido, porque no estaría vivas, serían de plástico. Por eso componer es algo que atesoro tanto.

-¿Ahora ves el disco como una sanación personal, o es el resultado musical el que importa?
-Ambas cosas importan. Para mí es súper importante el símbolo, entonces este disco representa de verdad el cierre de un ciclo. Igual es un poco caro hacerlo así -sonríe-, pero ésta fue mi forma de hacerlo, y hubo muchas cosas otras cosas bonitas que se dieron, como compartir con mi banda. Escucho los temas y me sigue doliendo la situación, o me fijo en el arte (de la carátula): aquí estoy sentada en una ilusión. Son dibujos: no es un paisaje real. Y planto una semilla: todo está relacionado con la ilusión. De lo que pudo ser. Y que no fue.

Eso es intuición. "De lo que pudo haber sido y no fue" es con todas sus letras un verso de bolero: de "Amar y vivir", bolero original de Consuelo Velázquez. Y aparece a tono con un bolero original de Martina Lecaros que viene en Araucaria, llamado "Date cuenta".


-Con el primer acorde de "Date cuenta" dije "Ya: esto es un bolero" -recuerda-. Al tiro.


-¿Y cómo quedó la versión nueva de "Sintiendo", al lado de la que grabaste en 2009?
-Es mucho más acústica. La otra tiene más teclados, más efectos. Y en este disco quería que todos los temas tuvieran una sonoridad parecida. Cuando lo escuchas es una sola cosa.

7 años en ½ hora: ecuación y sentimientos

Desde años antes de ese primer disco Martina Lecaros venía dedicada a la composición. Nacida en 1985, recuerda haber empezado a escribir en la infancia y bajo la influencia familiar doble de Nené Lecaros, su madre, y su padre, Patricio Valenzuela, bajista e integrante de la banda de Juan Antonio Labra.

-Él me hizo ver tantas veces "El submarino amarillo". Y mi mamá escuchaba bossa nova y Stevie Wonder. Entonces al final amo esas canciones, están muy metidas dentro mío, son las influencias que tuve desde chica. Además de que obviamente me gustaban las Spice Girls y el pop de ese tiempo. Entonces al final salió esto.

Y no hubo estudios formales de música involucrados, explica: recién en 2011 inició estudios de armonía con el maestro Toly Ramírez.

-¿Todo el conocimiento es por la familia?
-Tampoco. Mi mamá me enseñó tres acordes de guitarra, La, Mi, Re, los clásicos, a los siete años. Desde los doce me puse a componer muchas canciones. En La, Mi, Re; en Re, La, Mi; todas las combinaciones posibles. Cuando escuché bossa nova ésa fue la primera música que me puse a sacar: en (la clase de) música le pedí a mi profesora que me diera de tarea bossa nova. Y estaba toda la semana tocando un bossa nova y aprendí un montón de armonía. Con eso fue que hice el "Sintiendo", que al final tiene armonías muy cercanas a la bossa nova, y todas las canciones de ese disco también.

-¿Entonces nunca has estudiado música, salvo en el colegio?
-No. Ahora estoy estudiando con el Toly, viendo armonía, que en fondo la mayoría son las cosas que ya sabía, pero con nombre, y me gusta mucho porque es muy matemático. Antes sabía cómo se llaman los acordes, pero no sabía mucho lo que estaba haciendo.

-¿Y la voz tampoco?
-Ah, no: canto sí, estudié desde los catorce -dice, y menciona entre sus profesores a Juan Carlos Pérez, Francesca Ancarola, Ana María Meza y Pamela Flores, con quien toma clases de canto lírico italiano en la actualidad-. Para mí siempre ha sido muy importante diferenciar mi trabajo del de mi familia y mi voz de la de mi mamá, aunque obviamente ella influyó un montón con lo que cantaba. El recuerdo más antiguo que tengo es en la playa, yo tenía cinco años (en 1990) y estaba haciendo voces con mi mamá y una tía, la tía Chechi. Y yo ya podía hacer segundas voces en esa época.

Ya enrielada en su trabajo como compositora, con la canción "Suele suceder" Martina Lecaros ganó en 2006 el Concurso de Composición Musical Luis Advis. Y desde antes figura como invitada en discos de Octopus King (Cocktail, 2005), Daniela Conejero (Ángel de Ciro, 2006), Carito Plaza (Sabor a chocolate, 2009) y De Kiruza (Música pa’l mundo, 2009). Además ha compuesto canciones para Ana María Meza ("En tu jardín", en el disco Atrapasueños, 2012), Daniel Donoso ("Nuestro amor", en Elévate, 2012) y hasta para una figura de la farándula como Raquel Calderón, alias Kel ("Detesto", en No molestar!, 2008).

Y en su ruta como solista trabajó con Felo Foncea, integrante de De Kiruza, como productor de Sintiendo (2009), el primer disco. Allí combinó a músicos como Roberto Trujillo, Chicho Espinoza, Tata Bigorra y C-Funk con jazzistas como Supertrío. Y cuando lanzó ese álbum en octubre de 2010 en el centro cultural Amanda ya tenía formada su actual banda, con Ronald Báez, Esteban Fonseca y Francisco Saavedra, quienes la acompañan en Araucaria.

-Todos los músicos que trabajaron conmigo son increíbles. Este disco no fue un Fondart. Fue un Fonmart -sonríe-: fue todo hecho con mucho amor, todos aperrando. Y las canciones son honestas: con cada acorde que pongo me tiene que pasar algo. Generalmente hago la armonía de las canciones antes, y muchas de esas armonías me dan pena, me hacen llorar, como cuando compuse el coro de "Araucaria". Es una suma de demasiadas cosas este disco.

-A pesar de que sólo dure media hora.
-Media hora. Porque no hay más que contar. Ta nana naná… -se vuelve a reír, tarareando ahora la canción de "Love story"-. Siete años de drama que se traducen en media hora.

-Es lo que duraban los long play.
-Bueno -invita-: los que se queden con ganas pueden escuchar el primer disco. O esperar el tercero.

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