Ricky Wilson desplegó nuevamente su carisma y energía en Chile, esta vez, en la versión 2013 de Lollapalooza.
EFESANTIAGO.- El blanco y negro se apropia del escenario, la música comienza y los eufóricos suecos de The Hives dan rienda suelta a su teatralidad en su debut en Lollapalooza.
"Somos los Hives, la banda sensación del rock mundial", dice el carismático Howlin' Pelle Almqvist, su vocalista, a la audiencia, en una de las muchas interacciones en español que mantiene con el público, cumpliendo así con el rito de comunión que crea con sus fanáticos.
Desde un inicio, con temas como "Come On!", "1000 Answers" o "Main Offender", el grupo intentó mantener arriba el ambiente y no escatimó en recursos para hacerlo: bajaron del escenario, anunciaron sus "cantando" (canciones) en español y dijeron ser los reyes del punkrock.
El grupo se subió a uno de los dos escenarios principales de Lollapalooza a sólo horas de ofrecer un concierto en solitario en La Cúpula del Parque O'Higgins, cerrando así la trilogía de shows que iniciaron en septiembre de 2008, cuando debutaron en el Teatro Caupolicán.
La fórmula de la banda fue, como siempre, apelar a una conexión con la audiencia, lograr que se corearan sus "magníficas" canciones y que se desplegara una fiesta.
Horas antes, en contraste con el pop electrónico que Hot Chip hizo sonar temprano, los islandeses Of Monsters and Men llegaron a instalar en medio un espacio propio, sobre la base de un pop-folk que cuadró bien con la atmósfera festivalera en las primeras horas de la tarde.
Había prometido guitarras acústicas, acordeones, trompetas y órganos, además de los instrumentos básicos del rock. Y con esas sonoridades el grupo se las arregló para hacerse oír fuerte y establecer una estrecha conexión con el público, que reaccionó con familiaridad ante canciones como “Mountain Sound” y “Love, love, love”. El resto corrió por cuenta de las voces de la cantante Nanna y su compañero Raggi en primer plano y la espontanea comunicación con la audiencia, que incluso coreó el “Cumpleaños feliz” en inglés para uno de los integrantes de la banda.
"¡Somos Kaiser Chiefs!"
En el turno anterior, en el Coca-Cola Stage, los británicos Kaiser Chiefs respondieron a su cartel de favoritos para el segmento diurno con una hora de canciones al hueso, fruto de más de una década de trabajo en la edad post britpop.
Éxitos como "Never miss a beat", "I predict a Riot" y "Ruby" lograron contagiar a más de siete mil personas que corearon cada hit (que son varios), sin contar a los miles que escucharon a distancia, gracias al influjo bailable y a la urgencia juvenil que esos temas mantienen, más allá de las arrugas que hoy comienzan a cubrir la cara de los integrantes.
Entre ellos, sobresale el cantante Ricky Wilson, no sólo por las obligaciones derivadas de la naturaleza de su cargo, sino también por un carisma y una energía de las que ya hizo gala en 2008, cuando la banda visitó por primera vez el país. Esta vez, volvió a exhibir esas características con permanentes saludos en español rematados con un "¡somos Kaiser Chiefs!".
Mientras que en al otro lado del Parque O‘Higgins, Puscifer, con una gran puesta en escena en la que simulaba ser parte de una tripulación de avión, se encargó de llevar, durante una hora a sus fanáticos, en un viaje recargados de sus éxitos. De esta forma, la banda liderada por Maynard James Keenan, logró entregar un espectáculo de calidad, al más puro estilo Lollapalooza, ante el cual sus seguidores no pararon de responder con eufóricos gritos.
En ambos escenarios principales, además, ya son cada vez más las personas que permanecen en sus puestos al término de cada show, muestra clara de la expectación que generan los números de cierre, a cargo de Pearl Jam y Queens of the Stone Age.