Keane fue la gran atracción de su segmento horario en Lollapalooza.
El MercurioSANTIAGO.- La circulación de personas es una de las tónicas que marca al segmento diurno en Lollapalooza: Desde quienes no se deciden por qué ver, hasta los que concursan en un stand para ganar merchandising, pasando por los que intentan conseguir algo de comer. Son diversas las modalidades en las cuales el evento evidencia su carácter de pasatiempo integral, más allá del festival de música.
Sin embargo, fuera del horario estelar hay quienes de todas maneras logran quebrar esa tendencia, y uno de ellos (tal como ayer hiciera Kaiser Chiefs) fue el grupo británico Keane. En su tercera visita al país, el cuarteto logró entusiasmar a cerca de diez mil personas que los vieron en los alrededores del Coca-Cola Stage, gracias a un repertorio de pop amable, con tanto espacio para la melancolía como para el optimismo.
Y pese a que los más celebrados fueron éxitos nostálgicos de la escuela de Coldplay (es decir, con adn en U2), la presencia del trío en Lollapalooza de todos modos logró quebrar la tendencia a alejarlos del nicho juvenil que se estaba dando en nuestro medio, de la mano de la programación radial.
Así, Tom Chaplin y compañía demostraron que éxitos como "Everybody's changing", "This is the last time" e "Is it any wonder?", también pueden entusiasmar y surtir efecto en públicos tan transversales como el que a esta hora se apiña bajo el abrasador sol de la elipse del Parque O'Higgins, bajo la forma de un concierto de rock.
Previamente, en el Claro Stage, Gary Clark Jr. subió a hacer lo suyo y el resto vino solo. Porque pergaminos previos tan pesados como "el nuevo Hendrix" o "la salvación de blues" no lograron entusiasmar de por sí a los miles que ya circulaban por el Parque O'Higgins, lo que llevó a que el tejano iniciara su presentación a las 14:00 horas ante una convocatoria que, en comparación con el resto de la figuras centrales, era notoriamente baja.
Sin embargo, la gente progresivamente se fue sumando, hasta totalizar cerca de cuatro mil espectadores a los pies del escenario, en quienes además el fervor fue creciendo a tal nivel, que terminaron regalándole unos "Gary, olé, olé, olé".
La clave estuvo en un set en el que efectivamente hay blues, pero releído bajo los patrones de la electricidad, el rock y la psicodelia, en una mezcla muchas veces lisérgica, coronada por la indiscutible destreza de Clark en las seis cuerdas, base fundamental de sus canciones, generalmente coronadas por epílogos de precisa, pero notable acrobacia.
Si en otras ediciones los escenarios principales sorprendían con espacios dedicados a figuras menos conocidas, que luego derivaban en decepción (Sublime with Rome en 2011 y Gentleman en 2012), esta vez el resultado fue distinto: Gary Clark llegó a Lollapalooza sin hacer tanto ruido, pero se retiró con una pequeña comunidad de seguidores, que de seguro irá creciendo.
Kidzapalooza y el el Mago Oli
El escenario infantil Kidzapalooza abrió poco antes de las 13:00 horas con el show que Transubhiriano preparó especialmente para la ocasión. Sin embargo, el que logró una llamativa convocatoria (poco menos de mil personas) fue el Mago Oli, quien cautivó a los más pequeños con trucos rudimentarios, aunque complementados con sus habituales dosis de humor. Esos elementos, por cierto, también surtieron efecto en los más grandes, para los que el mago nacional ya es un verdadero icono pop.