''Es probable que nunca veas la misma obra, porque tú ojo no va a ser capaz de abarcarla'', dice Vidal sobre ''Lo impermanente'', que define como ''un caos ordenado''.
Christian ZúñigaSANTIAGO.- Fueron doce años al mando del destacado coreógrafo Gigi Caciuleanu, quien llegó a transformarse en un verdadero guía para el elenco del Ballet Nacional Chileno. Sin embargo, esa era terminó junto con 2012, no sin algo de incertidumbre para el más destacado cuerpo de danza contemporánea de nuestro país, para entonces sumido en cierta orfandad.
Pero después de esa era tenía que venir otra para el Banch, y es la que comienza hoy con el estreno de "Lo impermanente", la primera obra fuera de la tutela del director rumano y a cargo del chileno José Luis Vidal, quien abre un período de transición que luego tendrá también a otros tres coreógrafos: El inglés James Cousins, el francés Mathieu Guilhaumon y el alemán Stephan Thoss.
El de Vidal es un montaje que desde diversos elementos metaforiza con los cambios que está viviendo el colectivo. "Es interesante el tema de las cosas que no permanecen, del azar. La estética apoya eso, hay visuales de imágenes orgánicas, el universo, puntos y líneas en movimiento. Y la coreografía es eso, una máquina de locos, que no es mecánica, es orgánica, por eso el factor error está siempre presente", adelanta.
Ése, dice, es uno de los principales elementos que llevó al Banch, desde su desarrollo como corégrafo en la danza contemporánea independiente. "Ha sido un desafío grande para mí y para ellos, incorporar nuevos lenguajes, maneras de trabajar, metodologías. Pero llegamos a puerto, y ellos están bailando ahora con mucha más libertad, descubriendo cosas de sus cuerpos y posibilidades que quizá hace un mes atrás no sabían", afirma Vidal.
El otro factor que intentó poner en práctica es la cocreación de la coreografía y los movimientos, a partir de las posibilidades de cada bailarín: "Yo no me paro a enseñarles un paso, sino a descubrir quién es cada uno, hasta que aparece algo interesante y trabajamos en eso. Ellos no se habían visto enfrentados a un proceso así, entonces descubres que puedes hacer cosas que nunca te imaginaste hacer, no te interesó o tal vez ni siquiera sabías que existían. Estás en un universo nuevo".
Sobre la recepción, cuenta que "el grupo tenía muchas ganas, estaba muy contento. Fue muy buena, tenían todas las ganas del mundo. Yo podría haber sido mucho más exigente, pero bajé un poco mis niveles para no frustrarme. Fue la mejor decisión, porque las cosas ceden igual".
Vidal, de este modo, deja entrever una cierta estandarización en el elenco, tras los doce años de Caciuleanu, cuestión que luego reafirma: "Son unas máquinas, bailarines profesionales, y desde esa perspectiva está todo bien. Lo que pasa es que había una escasez de lenguaje. Han pasado mucho tiempo tocando una misma tecla", asegura.
-¿Eso no es algo que suele ocurrir en los grupos de danza?
-No, no debería pasar. Lo bueno que está pasando ahora es que me invitaron, luego viene otro coreógrafo extranjero, son lenguajes muy distintos, entonces es evidente que hay una intención de producir un cambio, renovar el lenguaje.
-¿Cuestionas que un grupo permanezca mucho tiempo bajo la dirección de una misma persona?
-Sí, eso no es bueno para nadie. Las direcciones pueden ser de unos cuatro años, y eso ya es harto. Debe ser el tiempo necesario para desarrollar un plan que deje algún tipo de huella, pero doce años no, no es bueno para nadie, ni para el que está a cargo ni para los dirigidos.
"Lo impermanente" se estrena esta noche en el Teatro de la Universidad de Chile (Providencia 043), y tendrá funciones los días 18, 19, 20, 25, 26 y 27 de abril, además del 2, 3 y 4 de mayo, a las 20:00 horas. Las entradas están en venta en la boletería del recinto y a través de Ticketek, por valores que van de $2.000 (estudiantes) a $5.000. Los jueves son populares, con dos entradas por el precio de una.