Estuvo en Chile a comienzos de 2012 y fue la ocasión para reencontrarse con su cuna. Hasta Chillán llegó José Lautaro Parra Sandoval, uno de los hermanos más jóvenes de la generación de Nicanor Parra y Violeta Parra. Allí recibió el homenaje de la ciudad donde nació, el 16 de agosto de 1928. Fue una despedida también: un año más tarde, a raíz de un cáncer pulmonar, Lautaro Parra murió este jueves 2 de mayo recién pasado en Estocolmo, Suecia, el país donde vivió desde mediados de los '80, y se llevó consigo sus 85 años de experiencia, música, viajes y recuerdos de su connotada parentela.
Parte de ese testimonio compartió el año pasado en su última visita a Chile. Entonces hizo estas memorias en primera persona, a partir de la raíz en el apellido que este hombre lleva como el penúltimo de los nueve hermanos Parra Sandoval, todos hijos de Nicanor Parra (padre) y Clarisa Sandoval: es la generación de Nicanor Parra, antipoeta (1914), Hilda Parra, cantora (1916-1975), Violeta Parra, la más universal de la familia (1917-1967), Eduardo Parra, el popular Tío Lalo (1918-2009), Roberto Parra, autor del jazz guachaca y "La negra Ester" (1921-1995), Caupolicán o Polito (1924), muerto antes de los dos años; Elba Parra, también llamada Yuca (1926-1981); el propio Lautaro Parra (1928-2013) y Óscar Parra (1930), artista circense conicido como Tony Canarito y el menor de todos.
De Chillán a Santiago: años '30
Fiel a los oficios de la familia, Lautaro Parra dejó muestra de su voz y su guitarra en discos del trío Los Viejos Parra junto a Eduardo y Óscar, como Cuecas del Sr. Corales y 18 cuecas pa'l 18 a mediados de los años '60; además del LP Carpa de La Reina (1966), de Violeta Parra, y de su álbum como solista El caballo del diablo (1972). Más recientes son sus libros "La Pacha Mama" y "El desparramo", donde deja por escrito la historia de su familia. Y décadas antes de eso había llegado a Santiago a mediados de los años '30, tras el arribo de sus hermanos Nicanor y Violeta Parra.
-Cuando murió mi padre, Nicanor Parra Parra, casado con doña Clarisa Sandoval, quedamos en la orfandad durante dos años, con una jubilación de mi padre pero no con holgura. Y llegó ahí un señor con un auto que se enamoró de mi madre y que se llamaba don Miguel Ortiz Pacheco. En dos de mis libros lo menciono a este caballero. Él se hizo cargo de toda la familia y viajaron a Santiago, con Roberto, el tío Lalo, mi hermana Yuca y el hermano menor que es el Canarito, que en que ese tiempo tenía seis o siete años. Yo me quedé en el sur, en un circo con mi hermana Hilda, y a los meses de haber llegado a Santiago mi madre y don Miguel Ortiz recién se acordaron de que Hilda y yo estábamos en el sur y nos mandaron a buscar.
De la guitarra y el circo
La guitarra fue el instrumento al que se dedicó desde temprano. Con ella menciona no sólo haber acompañado en un principio al dúo de Las Hermanas Parra, que Hilda y Violeta Parra tuvieron entre fines de los años '40 y 1953, sino también a otros cantantes de la industria musical y discográfica de esos años.
-Cuando me inicié con la guitarrita fui de los buenos, y cuando Violeta con Hilda llegaron a grabar tonadas, cuecas y corridos mexicanos yo les llevé el canto en la guitarra. Le hice la guitarra no tan sólo a ese dúo sino que a todos los cantores de mi tiempo: Pepe Aguirre, Raúl Gardy, Los Huasos Quincheros, Ester Soré, y a argentinos, Hugo del Carril, Héctor Mauré, muchos (…). Había otros guitarristas como Pepe Fuentes, Humberto Campos en el tiempo mío, el Negro Sánchez, Eugenio Moglia, Tito Barrientos, otro de los buenos, Angelito Silva, y un músico muy bueno en acordeón, Hernán Bahamondes.
El circo fue otro ambiente habitual para los hermanos en sus inicios, y Lautaro Parra también anduvo en esas pistas, como artista y además dirigente gremial, según su testimonio.
-Fui presidente del sindicato circense varios años y el tío Lalo también. ¿Por qué? Porque andábamos en giras con ellos. Yo ayudé mucho a la (promulgación de) la ley de defensa del artista chileno, la conseguimos con un amigo mío, el Tony Caluga (el célebre artista de circo Abraham Lillo Machuca), y un hombre del sindicato de los folcloristas que se llama Fernando Vivanco (…). En todos los circos pobres trabajé yo, y después en los circos grandes con mi conjunto: Lautaro Parra y su Trío. Ahí había un muy buen guitarrista argentino, se llamaba César Lucero, en segunda guitarra, y el bajista Hernán Rosales. Con ellos trabajaba en todas partes.
En las giras y en los discos
Casado en 1951 con Ena Troncoso ("Me casé el 10 de diciembre de 1951 y me separé de ella el 11 de agosto del '86", dice de memoria), Lautaro Parra tuvo diez hijos: Jorge, Ena Verónica, Víctor Eduardo, Miguel Ángel, Elena Clara, Marcelo, María Alejandra, Sergio, Violeta y Lía Carol. Cinco de ellos nacieron en Argentina, como evidencia de que ese país tuvo un sitio importante en su recorrido.
Según reconstituye Miguel Ángel Parra, uno de sus hijos, Lautaro Parra y su familia vivieron once años en Argentina, entre 1957 y 1967, y el propio músico refiere otro trío musical que creó en ese lapso, llamado Tres para el Folclor. "En Argentina estudié a los grandes autores de décimas. Entre los grandes había uno que se llamaba el Negro Ezeiza (el payador bonaerense Gabino Ezeiza), que era tan grande que nadie podía payar con él".
De vuelta en Chile se inicia su trabajo discográfico. La voz de Lautaro Parra se escucha en el LP Carpa de La Reina (1966), que lleva el nombre del escenario que Violeta Parra inauguró en esos años en Santiago al regreso de su segunda gira europea, y en ese disco canta las canciones "El sueño" y "El cargamento". "Yo fui de los últimos Parra que actuaron con ella. En la carpa de La Reina solamente estaban los viejos Parra: Violeta Parra, Roberto Parra, yo y también la hija de Violeta Parra, Carmen Luisa, eran los integrantes permanentes de la carpa. En ese (disco) canté yo dos canciones, quise probar con mis décimas. Le puedo contar que fueron las primeras milongas porteñas que aprendí. Tienen una sola melodía que se llama milonga pampeana, que es la milonga en (tono) menor".
Luego, con Los Viejos Parra participó el discos cuequeros como 18 cuecas pa'l 18 (1967) y Cuecas del Sr. Corales (también editado en 1967, según la fecha impresa en la carátula). "Ése lo hizo mi hermano Oscar Parra", recuerda respecto de ese último LP, "y también le pusimos melodía Eduardo y yo a algunas cuecas. Hay una que se llama 'La trapecista': dice La trapecista del circo / enamoró al domador / y su marido, el payaso / llora y sufre por su amor. O sea que es un drama enorme. Después de eso saqué la revancha de esa cueca: Entró a la jaula de los leones / el payaso despechado / y entre rugido de leones / muere el pecho destrozado".
La familia según Lautaro Parra
Ya como solista, Lautaro Parra grabó el disco El caballo del diablo (1972), subtitulado "Vida folklórica de los Parra", un disco que es asunto de familia.
Allí el repertorio incluye títulos como la tonada canción "Viva tengo a mi mamita", décimas dedicadas a sus hermanos Nicanor, Hilda, Violeta, Eduardo y Roberto Parra, la tonada "Yuca y Canario", titulada con los nombres de dos de los hermanos menores, y un par de composiciones autobiográficas: "Lamento del autor" y "Nacimiento de José Lautaro Parra Sandoval", inscrita con el nombre de hueñe.
-Hueñe es un niño chico en mapuche, pero se le da ese nombre al ritmo porque los niñitos se mueven de una manera que han copiado los grandes para bailar. Ése es el hüeñe (…). El caballo del diablo fueron décimas que le dediqué a toda la familia, desde mi padre a Nicanor, a Hilda, a la Violeta, al tío Lalo, al Roberto, a la Yuca, a Canarito y después a mí también me dedico, a mi nacimiento.
De acuerdo con los créditos figuran como coautores de canciones en ese LP el payador y compositor Pedro Yáñez y el guitarrista Eugenio Moglia, este último en tres canciones, entre ellas la citada "Lamento del autor", descrita como canción trinada con arpegio. "Eso es mi orgullo, mi gran orgullo", dice Parra, y refiere parte de la letra: La flauta tocaba al viento la recortada caña / el río que lo acompaña llora y sufre sus lamentos / La lluvia con sentimiento se oía llorar muy triste, / por que tú no me cumpliste lloraron los elementos / Ay qué pena siento adentro, ingrata, por qué te fuiste. Eso es poesía total.
Viajes y regresos
Después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, Lautaro Parra permaneció en Chile. "Estaba en Santiago. Yo tenía harto trabajo con mi guitarra y me cortaron los brazos (por) la norma que se puso en el gran Santiago: quedé sin trabajo". Fue en 1984 que, luego de una gira por Europa, según explica su hijo Miguel Ángel, el músico se estableció en Suecia.
-Me vi obligado a aferrarme al idioma sueco para subsistir y trabajar, así que me puse a estudiar: donde iba andaba contando postes, contando en sueco para aprender. Antes de los dos meses yo estaba trabajando en Suecia.
Esa experiencia queda patente en una cueca escrita en el exilio, que se inicia con la cuarteta Yo soy el cantor que llora / soy andarín sin camino / con las alas recortadas / han destruido mi destino. "Claro. Y dice La jaula donde habito / sin puerta alguna / si hablamos de esperanza / ya no hay ninguna. / Ya no hay ninguna, no / si ya no vivo / Sin cometer delito / estoy cautivo. / Soy un triste canario / que llora a diario".
En Suecia Lautaro Parra dando presentaciones y grabando discos, uno de ellos compartido con su mujer, la periodista Birgitta Brorström. "Ella es una mujer múltiple, periodista, profesora de idiomas, cantante, guitarrista, periodista, pintora, grafista…". Sus viajes de regreso a Chile se hicieron más frecuentes con el tiempo, y en uno de los primeros recuerda haber grabado además un disco a tres guitarras con Pepe Fuentes, Roberto Parra León y Lautaro Parra. "De un arranque que hice para acá, entre el '80 y el '85, por ahí".
En su última visita, en 2012, recibió en aludido tributo en Chillán, donde actuó con el conjunto Nanihue de esa ciudad; fue homenajeado también por la Asociación de Periodistas de Espectáculos (Apes) en Santiago, y se presentó junto a un trío de músicos jóvenes en el restaurant familiar El Fogón de Los Parra, en la comuna de San Miguel. Allí, en el segundo piso de ese lugar, hizo estas últimas reflexiones en torno al regreso.
-Ahora (en 2012) hacía dos años que no venía y encuentro peor que nunca todo. No le echemos la culpa a los temblores: son las atroces consecuencias de que el pueblo gana poco y las cosas están tan caras como en Suecia, donde se gana tanto. La pobre gente tiene que trabajar en mil cosas para subsistir, y otros que tienen la posibilidad de ser artistas no tienen dónde actuar. Pero a pesar de lo que yo diga sobre Chile, también lo echo de menos: los dichos populares, los lustrabotas. Volver a Chile es como ver un film. Uno tiene que ser poético para entenderlo también.