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"Lo que no tiene que haber es la nostalgia"

"La memoria sí", distinguen en el conjunto chileno, que en estos días hace memoria en su disco La máquina del tiempo, compartido con varios invitados. "Se ha ido estableciendo un reencuentro que hacía falta, como le ha pasado a muchos chilenos", dicen: "pasamos veinte años cada uno para su lado y de repente nos dimos cuenta de que estábamos todos aquí".

18 de Mayo de 2013 | 19:09 |

Primero fue un concierto de aniversario en el Teatro Caupolicán: Inti-Illimani celebró sus cuarenta y cinco años los días 2 y 3 de agosto de 2012, con invitados que iban desde contemporáneos suyos como Isabel Parra hasta figuras recientes como Manuel García. Pero no se quedaron ahí. Luego vino un disco con varios de los mismos invitados, no grabado en esos shows, sino después, en el auditorio de la Radio Universidad de Chile, también llamado Sala Master.


-Con el vuelito -dice Jorge Coulon, uno de los integrantes del grupo-. La grabación fue pocos días después del concierto.


Esas noches de agosto quedaron sólo en la memoria de quienes llegaron al teatro. Pero el disco está disponible ahora para todos, con doble título y triple formato: 45 años y La máquina del tiempo son los nombres impresos en la cubierta del nuevo trabajo de Inti-Illimani, que contiene dos CDs y un DVD. Son canciones recreadas junto a Illapu, Fernando Ubiergo, Luis Le-Bert, de Santiago del Nuevo Extremo; Joe Vasconcellos, el cantante y compositor Alexis Venegas, el saxofonista Andrés Pérez Muñoz y Nano Stern, con quien el grupo comparte la canción inédita del disco: "La siembra".


-Pensamos en hacerlo con gente que tuviera que ver con esos cuarenta y cinco años, desde la Isabel Parra hasta el Nano Stern, pasando por Ubiergo, el Luis Le-Bert, Joe Vasconcellos, un abanico bastate importante -reconstituye Jorge Coulon acerca de los conciertos de agosto. Fue el aniversario de una carrera que se remonta a los inicios de Inti-Illimani en la Universidad Técnica del Estado en 1966, pasa por el exilio que el grupo vivió durante la dictadura de Pinochet y llega hasta su actividad en Chile desde su regreso en 1988 hasta hoy.


-¿Cómo fue el proceso de elegir las canciones?
-El montaje fue muy entretenido, porque propusimos que ellos eligieran una canción nuestra y nosotros elegimos una canción de ellos. Y también ensayando se produjeron momentos bien emotivos. Porque, imagínate, estas canciones son parte de la historia de todos. Después nos quedamos como siempre con la bala pasada: "pucha, el concierto tremendo y no lo grabamos, no lo filmamos". Entonces lo hicimos en la Sala Master, sin público pero en directo, grabado en vivo.


-Por eso dejamos las conversaciones entremedio, para que quedara el espíritu de lo que realmente fue, que se notara el ambiente -explica Manuel Meriño, director musical del grupo. Y en ese sentido un protagonista adicional de La máquina del tiempo es Alfonso Pérez, ingeniero de grabación del álbum y de los estudios Madreselva, que tiene su puesto entre la galería de invitados. "Sin él no hubiéramos podido hacerlo, porque el concepto era muy extraño: un disco tocado en vivo, pero no tocado en público, y al momento de mezclar fue todo un desafío", agrega Meriño. "Era una mezcla rara, y él le dio exactamente en el clavo, se transmitió lo que pretendíamos".


Blues, zamba y tangos: los invitados


Ya en mayo de 2011 Inti-Illimani celebraba en el teatro capitalino Ladrón de Bicicletas un ciclo con invitados con el nombre de "Endécadas": allí estuvieron Rebeca Godoy, Joe Vasconcellos, Nano Stern, Andrés Pérez y Max Berrú, tres de ellos presentes en el nuevo disco.


-Con algunos tenemos una relación muy antigua, como Illapu o Joe (Vasconcellos), que hace tiempo lo hemos invitado -dice Jorge Coulon-. Para mí el que ha sido un descubrimiento es Fernando Ubiergo, que era como la parte coja nuestra también, porque era como "el de acá" más o menos en el mismo tiempo en que nosotros estábamos en el exilio. Resulta que descubrimos con él una afición común al tango. "No, si todas mis canciones son tangos", nos dijo. "Después se hacen canciones, pero parten como tango. El 'Café para Platón' es un tango". Y en el arreglo de esa canción le metimos tango y milonga, o por lo menos reminiscencias.


Illapu está presente en dos formas: con el grupo completo y también con el baterista brasileño Sidney Silva como invitado en la canción "Rondombe". "Agarró una vida absolutamente distinta el candombe ése con la batería del Sidney", distingue Manuel Meriño. "Con la cercanía que tienen (en Brasil) con la música uruguaya, que están al lado, la manejan muy bien y él hizo una fusión con una especie de samba en el solo, que calzó perfectamente".


En cambio el bloque de voces característico del grupo de los hermanos Márquez se oye en las canciones "Arrurrú la faena" y "Señora chichera", pertenecientes a los repertorios de Illapu e Inti-Illimani respectivamente. "Illapu cantan 'Señora chichera' en el tono de ellos, por allá arriba", distingue Meriño. "El ingeniero de sonido nos dijo 'Ustedes tocan la guitarra como hombres, pero cantan como mujeres al lado de ellos' (risas). Yo escuchaba las voces, incluso la de Raúl Acevedo, que es quenista y no canta solo nunca, y es un nivel de fuerza increíble. Es su manera de cantar, siempre lo han hecho así".


-Y es interesante lo que plantean estas canciones acerca de la identidad de los grupos -agrega Jorge Coulon-. Estuvimos en Ecuador hace poco, llevamos el disco a una radio y la persona de la radio dijo "ahí estoy escuchando a Illapu". Lo identificaron al tiro.


-¿Cómo fue recrear una canción temprana del grupo como "Juanito Laguna" en este caso con Alexis Venegas?
-La versión de él es bellísma como interpretación -dice Coulon-. Y hay cuestiones más personales, como que en la introducción empezaron a sacar el punteo de una zamba que yo cantaba en la peña de la (Universidad) Técnica en el '66. "Zamba de usted", se llama. Y el comienzo de "Juanito Laguna" es ese punteo. Entonces la canción da toda una vuelta. Además está la cueca ("Pie de cueca", la otra canción grabada con Alexis Venegas), que es una de las canciones desconocidas del disco. No sé si el mercado, o la vida, han sido injustos con él, porque es tremendo cantante.


-¿Y qué les pareció la aproximación de Luis Le-Bert a "El aparecido", de Víctor Jara? ¿Lleva la canción para otro lado?
-Sí, él está en todo este discurso musical de blusear un poco.


-Entre los tangos de Ubiergo y los blues de Le-Bert.
-Claro, el Lucho busca esta identificación con las "cuecas blues", que en su caso tiene un relato teórico interesante, es el resultado de todo un razonamiento acerca de la negritud. Además teníamos historia anterior entre Inti-Illimani y Santiago del Nuevo Extremo, en los encuentros que tuvimos en Alemania y "La mitad lejana", la canción que grabamos con ellos (para el tercer disco de Santiago del Nuevo Extremo, Barricadas, de 1985): era nuestro primer contacto con la gente que estaba trabajando acá. Y en este último tiempo, a raíz de la movilización estudiantil y de Vivas Voces (el festival a beneficio de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos realizado desde 2011) se ha sido estableciendo un reencuentro que hacía falta también. Siento que habíamos estado cada uno para su lado, como le ha pasado a muchos chilenos: que pasamos veinte años cada uno para su lado y de repente nos dimos cuenta de que estábamos todos aquí.


-Con Nano Stern también coincidieron justamente en el festival Vivas Voces del año pasado, donde tocaron "La siembra".
-Para mí el Nano es el más importante de los compositores chilenos de la generación del Manuel García, de esta nueva trova, básicamente por el nivel de identidad que tiene -comenta Meriño-. Me llama la atención que teniendo veintiséis, veintisiete años, tenga la película tan clara. Me invitó a una gira en Australia, al (festival) Womad, fui tocando bajo y guitarra con él y me di cuenta del power que tiene. Era primera vez que lo veían en ese festival, y con el nivel de energía que tiene terminó metiéndose al bolsillo a los tipos. Creo que es uno de los que van a dar que hablar de esta generación.


La canción de Nano Stern elegida para el disco es "Takirari por despedida". "A todos les decíamos que eligieran las canciones más conocidas de cada uno", recuerda Meriño. "Y él nos decía 'Es que no tengo ninguna canción tan conocida… todavía' (se ríe). Y eligió ese takirari, con una capacidad de absorción que me sorprende. Improvisó una introducción con un lenguaje armónico como el que usamos nosotros en la guitarra, no el de él. Porque él tiene un mundo también, de la música nórdica, puede tocar un tema en estilo country, pero en esa introducción hizo exactamente lo que habríamos hecho nosotros con la guitarra. Es un capo".


-A mí me sorprendió mucho el Nano -agrega Coulon-, porque en tantos años y habiendo visto tantos músicos me doy cuenta de que está en la onda en que estaba yo cuando tenía veinte años. Escuchando grabaciones incluso de la misma gente que escuchábamos nosotros: la Leda Valladares, Jaime Guardia. Y él es realmente una esponja.


-¿Andrés Pérez llega por medio de Nano Stern, como ellos dos han tocado juntos?
-Yo lo conocí por el Nano -dice Meriño-. Es el jazzista joven más importante y aparte tiene todo un movimiento social, ha hecho festivales de jazz en La Legua, en La Victoria. Es impresionante verlo, cada versión que hacía era mejor. El tipo es una máquina. Creo que ése es un camino, una ventanita que hay que seguir cultivando, porque lo que se armó en "La caza del ñandú" (una de las canciones grabadas con Pérez en el disco) con él fue otra cosa. Claro, el Inti-Illimani nunca va a tener un jazzista improvisador como él entre sus filas, porque tampoco tendría sentido: la música del Inti es de estructura, con algún pequeño toque por ahí de improvisación. Pero sí musicalmente hay algo en la sonoridad que ojalá podamos seguir trabajando con él.


-Y es importante en este disco el panorama musical chileno hoy: tenemos una batería de músicos tremenda -concluye Coulon-. Yo pongo este disco un poco al lado de Autores chilenos (el sexto elepé de Inti-Illimani, grabado junto al compositor Luis Advis en 1971 y reconocido por la silueta de una araucaria en la carátula), en ese tiempo en que tocábamos pura música andina. Tal vez lo que ha faltado en todos estos años es un poquito más de identidad (en los músicos chilenos), aunque en los últimos diez años ha habido mucha más: Los Tres le han puesto bastante, aparece la Evelyn Cornejo o la misma Pascuala Ilabaca, que tienen una personalidad bien distinguible de esta parte del mundo.


Máquina del tiempo: un viaje de 1971 a 2013


Unos pocos de los invitados del concierto de noviembre no participaron en el disco. "Lamento mucho que la Isabel Parra y el Manuel García no hayan estado, porque el momento de la Isabel en el teatro fue tremendo", recuerda Jorge Coulon: entre todos tocaron "El amor", del disco Canto para una semilla (1972), y "Lo que más quiero", del citado Autores chilenos (1971). "Fue una cuestión realmente de carne de gallina la recepción de la gente".


-"Lo que más quiero" sí está en ese disco de la araucaria.
-Y además que inmediatamente después del Autores chilenos, o casi en paralelo, empezamos a preparar con la Isabel el Canto para una semilla.


-¿Cómo es esa conexión que mencionas entre Autores chilenos y ahora La máquina del tiempo?
-Desde luego entremedio hay cuarenta años, y también está el hecho de que el Autores chilenos era un disco muy de Luis Advis. Era un esfuerzo nuestro por hacer música chilena y la presencia de él fue súper importante. Los arreglos son suyos, todo el período ese fue una influencia muy fuerte de él. Aquí en cambio hay como cuarenta años transcurridos en los que nosotros hemos tratado de alguna manera de ser Luis Advis -sonríe-. Y conseguimos lo que está ahí.


"Además, hacer arreglos de otras canciones es por una parte un poco una insolencia, un desafío regrande porque está siempre el original", agrega. "Cuando escuchas las innumerables versiones que se han hecho de 'Gracias a la vida', creo que ninguna ha superado a la de la Violeta Parra con su charanguito. Pero al mismo tiempo es un homenaje. Lo importante es estar a la altura de la canción, viéndola naturalmente con un lenguaje propio".


-¿En el disco del '71 cuáles eran esos autores chilenos? ¿Violeta Parra, Patricio Manns y…?
-Y Víctor Jara. Además es una muestra de cómo el abanico era bastante más estrecho en la época. Desde nuestro punto de vista no podía ser mucho más amplio.


-¿Por una cuestión casi de disciplina?
-No, yo diría que porque los autores chilenos que en ese tiempo nos llenaban el gusto, y estoy tratando de no ser injusto con nadie, eran esos. Y no creo que haya habido muchos más. En cambio ahora el abanico es mucho más amplio, si piensas en la cantidad de buenos compositores, o menos conocidos, como Chicoria Sánchez (Juan Antonio Sánchez), la Eli (Elizabeth Morris), hay una cantidad importante.


-¿Un disco así se queda chico?
-Y eso que es doble -sonríe-. Y la otra diferencia es que este disco está hecho con los compositores.


-Justo 2012 fue bien pródigo para esos compositores que mencionas: salieron discos de Chicoria Sánchez, Elizabeth Morris, Magdalena Matthey, Francesca Ancarola, Entrama, Sagare Trío, Daniela Conejero con Simón González, Rodrigo Santa María, Tato Seves, Merkén, Sankara. ¿Te llama la atención?
-Sí, y además todos ellos tienen un bagaje y una cantidad de información musical muy superior a la que teníamos nosotros. Lo que están haciendo es mucho menos local, tiene mucho más sabor a world music si tú quieres.


-¿Cómo sientes que está la relación entre un grupo como ustedes y esos músicos? ¿Hay comunicación, podría ser más estrecha?
-Nosotros hemos hecho esfuerzos, en 2011 se rompió de alguna manera este aislamiento que existía. Empezamos a tocar juntos en las manifestaciones e incluso a marchar. Me parece súper interesante también la experiencia que está haciendo Juana Fe con (el sello) La Makinita, que están creando un centro de experimentación, de grabaciones, de video. Nosotros seguimos todas esas cosas también.


O'Higgins, Carrera y el impuesto del té


No sólo en escenarios y discos se ha dado la relación entre Inti-Illimani y otros músicos en el último tiempo. Desde 2011, y en conjunto con Illapu, Sol y Lluvia, Santiago del Nuevo Extremo y Schwenke & Nilo, el grupo dio forma al colectivo musical Cancionero Chileno, muy activo en las movilizaciones sociales de ese año.


-Es que el movimiento estudiantil despertó a todos -dice Coulon-. Yo no me hubiera esperando volver a vivir una cosa así. Y veo con mucha esperanza este año. El 2012 me preocupó en el sentido de que todo parecía volver a la normalidad, y me impresiona que se tenga que movilizar tantísima gente, tanto esfuezo y creatividad, para mover un milímetro las cosas. Hay cuestiones demasiado profundas en juego.


-¿Es posible que ese colectivo de músicos vuelva a aparecer ahora? ¿Qué expectativas tienes de este año, que más encima es de elecciones?
-Mira, veo que estamos en un punto tipo O'Higgins y Carrera, pienso yo. Porque hay una intransigencia republicana por un lado muy fuerte: no más de lo mismo, que está extendida entre mucha gente joven. Entonces se requeriría mucha sabiduría política. Y yo no la veo por ninguna parte. Porque está todo el mundo arrocado en su certeza, en un momento en que están en duda todas esas certezas.


"Todos los dirigente tienen tejado de vidrio", agrega, "salvo los más nuevos, como Giorgio Jackson, Camilo Ballesteros, que me parece un tipo extraordinario, el mismo (Gabriel) Boric, que están más limpios, lo cual tampoco es una gracia porque están empezando. Entonces, claro, cuando Bachelet sale con estas posiciones que me parecen interesantes, Asamblea Constituyente, gratuidad en la educación, es legítimo preguntarse, y preguntar a los que estuvieron veinte años, si realmente se la jugaron por eso. Porque la disculpa de que no los dejaron es verdad: no los dejaron. Pero el entusiasmo que vimos en ellos por que los dejaran tampoco es excesivo".


-Además hay como dos generaciones perdidas entre los dirigentes más antiguos y los nuevos. No ha habido un recambio natural, sino un tapón, y recién aparecen los cabros. Por eso, pensando en la Historia de Chile, esto se parece a la Independencia, a un cambio de régimen como dejar de depender de España, más que a cualquier otra cosa . Yo lo veo más así. Porque ya tuvimos la Unidad Popular, fue un esfuerzo por ese lado y ya sabemos cómo lo terminaron. Tiene que ser un cambio de ese tipo. Si no, no sé qué se va a incubar.


"Es como el impuesto del té", compara. "El pretexto de los norteamericanos para desatar la rebelión contra los ingleses (en 1773) fue el impuesto del té, ese tipo de episodios que hacen aflorar cuestiones mucho más profundas. La gente está cansada de la cuenta de la luz, del agua, de las inundaciones, del endeudamiento, de la falta de perspectivas, del hecho de que ya sabes cómo va a ser tu vida sin mucha esperanza de que cambie. Y eso es muy explosivo. La gente cree que uno arma estas cosas, y uno lo que hace es tratar de ponerles cierta racionalidad.


-Además se suma que en 2013 se cumplen cuarenta años del Golpe de Estado del '73. ¿De qué modo se conecta el Golpe con las reivindicaciones actuales? ¿Es una memoria que tiene que ver también con el momento actual?
-Yo creo que todo lo que se frustró en el '73 de todas maneras aflora ahora. Es como cuando dicen que te pueden cortar un brazo, pero lo sigues sintiendo. Y es increíble, porque si piensas que cuando ganó Allende habían pasado, qué, treinta años del gobierno de Aguirre Cerda, eso era algo lejano, para nosotros que fuimos protagonistas de ese momento. Ahora han pasado cuarenta años y la cuestión parece que hubiera sido ayer. Como que fue algo abortado violentamente, pero que siguió por debajo, como los incendios que se transmiten por las raíces.


"Tal vez tuvo que ver ahora el que había un Gobierno de derecha: estaban los meros meros en el Gobierno. Y de alguna manera la Concertación pasó veinte años siendo un anestésico, pero con ella podías esperar que la cosa cambiara para el otro lado, en cambio estando la derecha la frustración era más grande, y en 2011 también eso explotó. Lo que más me sorprendió del movimiento de 2011, y creo que ahora estamos más o menos así, fue el apoyo ciudadano. Porque los estudiantes siempre han estado. Es casi una cuestión orgánica en la Historia de Chile, por lo menos desde el año veinte del siglo pasado en adelante. O sea, en los últimos cien años los protagonistas de los grandes movimientos que han remecido el país han sido los estudiantes. Pero cuando junto a ellos está la sociedad, claro, ahí reflejan una cuestión mucho más profunda.


-¿Cuánto de esta memoria crees que va a estar presente este año en las actuaciones de Inti-Illimani, que es un grupo directamente afectado por el Golpe y por el exilio?
-Es que éstas son como las fechas en que se acaba el mundo, números rendodos que llevan a balances, a revisiones. Y aquí tengo que hablar a título personal, porque cada uno de nosotros, siendo de distintas generaciones, tiene distintas visiones. Salvo Juan Flores, Marcelo (Coulon) y yo (los tres integrantes mayores del grupo), todos los demás son prácticamente nacidos al final de la dictadura. Pero creo que lo que no tiene que haber, y ése es el gran riesgo, es la nostalgia. Porque la nostalgia es un sentimiento personal absolutamente respetable, pero como sentimiento social es súper regresivo. Es inmovilizador. Una sociedad con nostalgia qué ganas tiene. La memoria sí. La memoria es más ruda que la nostalgia.

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