BURGOS.- La universidad no puede ser un lugar para cualquiera. Esa es la hipótesis que plantea el intelectual italiano Umberto Eco al hablar de la educación superior. El escritor asegura que el alto número de alumnos que acceden a las universidades, así como la sustitución de los profesores por Internet son problemas importantes del sistema, y que por eso se debe considerar que sean "para una elite".
El exceso de alumnos entorpece la actividad académica y aboca a las universidades a la crisis, mientras que la progresiva influencia de las nuevas tecnologías ha modificado la relación de los alumnos con los profesores, especialmente a raíz de la "explosión" de internet, desde donde se puede acceder a mucha información, lo que en parte sustituye al papel del docente, explica Eco.
El autor, que mañana será investido doctor honoris causa por la Universidad de Burgos, ironizó en una rueda de prensa sobre el hecho de que en cada país se piense que la universidad propia funciona mal y el resto son mejores, cuando los problemas son comunes, al menos en el caso de Europa.
En Europa "hay más cultura de lo que parece", resumió Eco un día antes de recibir el mencionado título de doctor honoris causa, que añadirá a los casi cuarenta de esta índole que ya acumula.
Europa acusa una tradición común e incluso parte de unos principios legales comunes en el origen del Derecho Romano, insistió el pensador italiano en su defensa de la esencia y tradición europeas.
El escritor, que pidió de forma expresa que no se le formulara ninguna cuestión relacionada con la actualidad de España e Italia "para evitar malos entendidos", reconoció que, cuando se está en Europa, no parece tan claro que exista una cultura común.
No obstante, cuando se visita, por ejemplo, una universidad de Estados Unidos, se aprecia claramente cómo los estudiantes y profesores guardan una mayor relación entre sí.
Eco, que permanecerá tres días en Burgos, donde visitará la Catedral y la Abadía de Santo Domingo de Silos este viernes y ofrecerá un coloquio abierto, aceptó con especial agrado el nombramiento de doctor honoris causa en Burgos, porque desde joven se sintió atraído por la cultura y la estética medievales.
También recordó "cierto compromiso" por el hecho de que uno de los personajes principales de su novela "El nombre de la rosa" era Jorge de Burgos.