Idiotez. Ése es el concepto que más da vueltas alrededor de Vicentico en estos días, y que incluso adquiere un rol primordial a la hora de hablar de su más reciente disco, titulado sencillamente 5. "La idea era hacer un disco de canciones lo más simples, lo más tontas e idiotas que uno pueda hacer. Lograr el punto de idiotez correcto. Creo que lo logro, que soy lo suficientemente idiota musicalmente", dice al hablar del álbum.
Podría parecer un resabio punk en un divo aburrido de dar entrevistas, pero no confundirse. El argentino habla en serio, y al respecto profundiza: "Por ejemplo, hay una canción que se llama 'Esto de quererte', que es de Xuxa... Creo que ese punto de ingenuidad es muy bonito. En una persona como yo puede sonar a idiotez, porque tengo 48 años, y la ingenuidad desapareció en algún sentido en mí, pero de este modo me reencuentro con algo de eso. Quise hacer canciones simples, ingenuas, pero que intenten, con esa ingenuidad, ir un poco más allá".
Y algo de eso efectivamente hay en 5, un disco en que el romanticismo y la candidez fluyen en piezas como la difundida "Creo que me enamoré" o la mencionada "Esto de quererte". Y algo de eso también mostrará el músico nacido como Gabriel Fernández el próximo 15 de junio, cuando concrete una de sus mayores apuestas en solitario por estos lados: Una presentación en Movistar Arena.
Qué hara ese día, es algo que no tiene claro. En un reciente paso promocional por Chile, el líder de Los Fabulosos Cadillacs se encargó de reiterar que arma sus repertorios apenas momentos antes de subir al escenario. Puede que entonces lo haga. Pero también puede que no. "Hay veces en que durante un mes entero toco el mismo concierto, porque es como el teatro, que siempre es lo mismo, pero siempre es distinto, y eso es bonito. Hay una lista estándar de canciones, pero últimamente la estamos cambiando mucho", cuenta.
Hacia dónde vayan esos cambios, es algo que "depende de la noche, de la gente, de nosotros. Sabemos todas las canciones, así es que la mañana de ese día, o después de la prueba de sonido, elegimos. Creo que tocaremos este disco, pero no sé hasta dónde llegaré. A veces quieres tocarlo todo y la gente dice 'ah, canciones que no conozco', pero también es lindo eso. Otras veces uno tiene ganas de tocar una canción vieja, y la gente la está esperando, entonces no voy a dejar de tocarla por la convención del disco nuevo".
Rebeldía romántica
Lo que sí es claro es que parte de la atmósfera de 5 inundará a la performance que entonces desplieguen Vicentico y los suyos, para configurar una noche romántica, ingenua y, finalmente, idiota. Todos elementos que parecen lejanos al rebelde que en los 80 y 90 se mostró al mundo desde la cabeza de los Cadillacs, pero que para el argentino es simplemente la otra cara de una misma moneda.
"Para mí no tiene absolutamente nada que ver la rebeldía o la postura. Para mí el primer disco de los Cadillacs es un disco romántico. Black Flag o los (Sex) Pistols son bandas románticas para mí. No tiene que ver con el modo de hacer canciones, sino con lo que uno pone de sí al hacer una canción. Y volviendo a hablar de rebeldía, para mí, en cierto nivel, es un poco freak que yo haga lo que en un punto no se espera. Esa clase de rebeldía es la que me importa en este momento. Si es que me importa".
-Es una rebeldía contigo mismo...
-Sí, conmigo mismo. Lo que a mí me pueda resultar incómodo es adonde yo quiero ir. Si algo me resulta incómodo, voy para allá, a ver por qué me incomoda. Y sobre todo hablando de música, que jamás debería hacerte sentir incómodo. O sí... Pero, en todo caso, experimentar con eso para mí es interesante.
-¿Qué lugar ocupan el punk, el ska o el rock en ti, hoy en día?
-Son cosas diferentes. Una cosa son los estilos, que los sigo usando y me encantan, y otra es la actitud y la postura frente al escenario y a cómo uno hace música. Yo soy eso, no puedo ni me lo quiero sacar. Los estilos son una cosa, y la actitud frente a la vida son otra. No quiero nombrarme rockero, porque eso me parece una idiotez. Pero no de esa idiotez linda de la que hablábamos, sino de una tonta. Esto de creerse rockero... Llevo una vida lo suficientemente buena como para preocuparme de esas cosas. Sí puedo decir cualquier barbaridad sin miedo a que me digan nada, ni que soy romántico, punk, nada. Me pueden decir lo que sea y todo bien. Yo sé cómo encaro la música.
-Hoy vemos a Los Fabulosos Cadillacs como una banda de idas y vueltas. ¿Qué son ellos para ti? ¿Te sientes un Cadillac del presente o uno histórico?
-Del presente, los Cadillacs están siempre vivos, y no hacer nada no es lo que parece, es hacer un montón de cosas. Estamos esperando, que es distinto de estar inactivos. Yo soy el cantante de los Cadillacs y son mi banda. Lo que pasa es que encontramos un modo muy bueno de trabajar, que es cuando sentimos que es el momento perfecto. Eso depende de que alguno de nosotros inicie una cadena de llamados, o que nos juntemos de casualidad en el cumpleaños de un hijo. Que nos veamos simplemente. Yo con Flavio me veo muy seguido, vamos a andar en tabla al río. Y de repente decimos "queremos tocar". Este año vamos a hacer cinco o seis conciertos, uno de ellos tal vez en Chile. Después me queda mucho tiempo libre, y ahí yo hago mis discos, salgo a trabajarlos. Todo me gusta.
-¿Tu pulsión compositiva en la actualidad es solitaria? ¿O hay veces en que dices "esto no lo quiero hacer solo"?
-Los Cadillacs siempre compusimos por separado, y después nos juntábamos y trabajábamos las ideas. Yo estoy acostumbrado a trabajar solo. Si necesito un aliado, lo busco. Puede ser Cachorro (López), como en este disco, o mi hijo. Pero en general me gusta trabajar solo, y cuando siento que viene la pulsión de hacer canciones, le doy rienda suelta.
-¿Qué observas en tu país hoy? Hace pocos días se celebraron diez años desde que llegaron los Kirchner al poder...
-No sé. En principio sé que lo observo desde afuera. No es un clima que me interese, más bien detesto tanta locura por parte de todos. Creo que hay que poder mirar más por arriba.
-¿Te genera desconfianza?
-No. Es que la política no me genera confianza, pero no porque yo sea un desconfiado y crea que la política es mala. O sea, ¡eso es obvio! ¡Es la obviedad más grande que hay! Voy a decir una cosa bien idiota: Hay un colibrí que llega todas las mañanas a la ventana de mi casa, lo veo y soy feliz. Mi vida pasa por ahí. Eso no es que esté descomprometido con la realidad, sino que mi realidad es ésa, no lo que dice Cristina o el diario Clarín. Eso es otra cosa.
-Te está dando vueltas lo de la idiotez...
-Sí... ¡Y mientras más idiota, mejor! Más feliz.