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...Like clockwork

Con su sexto disco, el grupo que lidera el cantante y guitarrista estadounidense Josh Homme cumple con llegar a lugares inesperados, con gente inesperada y de modo inesperado. Que es de lo que se supone que se trata el rock.

14 de Junio de 2013 | 11:21 |
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Lo había avisado Josh Homme en persona y en el fragor de los minutos previos al show de su grupo en el festival Lollapalooza, de hace dos meses en Santiago: "Nos gusta ir donde no hemos estado, tomar a gente que no esperarías y yuxtaponerla de un modo que no entenderías", dijo a la prensa local el cantante y guitarrista de Queens of the Stone Age, y funciona bien como una aproximación a ...Like clockwork (2013), el sexto disco del grupo. No tanto por la cantidad de gente insospechada que efectivamente está yuxtapuesta de un modo no habitual aquí, sino sobre todo porque el resultado final es el de un grupo de rock a prueba de obviedades.

La primera canción estrenada como anticipo del disco había sido "Mi god is the sun", que vuelve a sonar acá como una enérgica muestra de rock bien ajustado, pero ahora en el contexto de ...Like clockwork convive con una paleta abierta de otras posibilidades. Entonces están las baladas de piano que vienen incluidas y el tono general oscuro de las letras por un lado, pero por otro la vocación pop sin disimulo de "I sat by the ocean", que llega a rayar en el britpop por intermedio de Blur si se trata de escandalizar a un público ortodojo; o la tensión sexual implícita de "Smooth sailing" y "If I had a tail", no sólo porque la letra de esta última incluya verbos como "chupar" y "lamer", sino por el modo provocativo en que están tocadas y cantadas.

La voz del cantante amerita un párrafo aparte, por ese falsete que logra en canciones como "Smooth sailing" y en especial por el efecto llamativo de que Homme está cantando muy como David Bowie, no sólo en uno sino en varios momentos del disco: en la balada ligera de piano "The vampyre of time and memory", en la soltura con que se planta en "If I had a tail", en la nueva bajada de revoluciones que viene en "Kalopsia" y en "Fairweather", que es la canción en la que además se puede escuchar el piano con el que Elton John viene a probar que nunca ha dejado de ser un rockero.

Porque la lista de amigos de la casa da para otro apartado. Es sabido que en este disco Queens of the Stone Age se reencuentra con ex integrantes o colaboradores históricos como el cantante Mark Lanegan, el bajista y fundador Nick Oliveri y el baterista Dave Grohl, el mismo de Nirvana y Foo Fighters, que aquí se hizo cargo de las baquetas tras la deserción de Joey Castillo, y se escucha en la mitad de las canciones del disco. Pero la fiesta se abre además a Jake Shears, de los muy pop Scissor Sisters; a Alex Turner, de los ingleses Arctic Monkeys; a Trent Reznor, de Nine Inch Nails, y al citado Elton John.

El timón sí lo tiene Homme. Y el nuevo disco de su grupo aparece a seis años de su predecesor y tras un período en el que el cantante volvió a grabar en 2008 con su grupo paralelo Eagles of Death Metal; formó en 2009 el supertrío Them Crooked Vultures junto a Dave Grohl y John Paul Jones, de Led Zeppelin; produjo un disco de los ingleses Arctic Monkeys, y hasta afrontó una emergencia clínica que lo tuvo al borde de la muerte, según la cobertura de la prensa especializada. Después de todo eso, Queens of the Stone Age cumple en su vuelta con llegar a lugares inesperados, con gente inesperada y de modo inesperado. Que es de lo que se supone que se trata el rock.

David Ponce

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