SANTIAGO.- ¿Y si un día, al abrir la puerta de casa, te encontraras con tu padre fallecido diez años antes? Ésa es la extraña y sobrecogedora experiencia que enfrenta Rodrigo, el protagonista de "Geología de un planeta desierto" (Alfaguara, $8.900), y con que se inicia la nueva novela del escritor y periodista Patricio Jara.
"La persona que estaba en el living del departamento efectivamente había vuelto luego de una década dentro de un nicho en el cementerio municipal, y no era un zombie ni un vampiro ni un monstruo ni nada parecido". Aunque Magaly, la novia de Rodrigo, no dude en decirle: "Señor, disculpe, pero usted no respira y su corazón no late; sus pupilas no responden y además está un poco frío".
Autor de libros como "El sangrador", "El Exceso", "Prat", "El mar enterrado", "Quemar un pueblo" y "Pájaros negros", con "Geología de un planeta desierto" Jara regresa a su natal Antofagasta, al norte de Chile y al desierto más seco del mundo.
Pero esta nueva novela —además de un recorrido por la vida de Rodrigo, desde su infancia hasta la muerte de su padre alcohólico— al mismo tiempo es una mirada profunda y descarnada sobre cómo ha cambiado la minería en Chile, pasando de una explotación hecha a pulso y el esfuerzo de hombres a la gran minería corporativa y tecnologizada. Y, por cierto, la manera en que esto ha cambiado a Chile.
-¿De qué manera surge una novela como "Geología de un planeta desierto"?
-Es una historia que fue armándose poco a poco durante siete años, incluso mientras escribía y publicaba otras novelas. Y si bien no es un libro extenso, las 130 páginas son el resultado de varios años de escribir y borrar hasta dejar lo realmente importante para la historia. Aunque tanto como escritura, hubo mucho tiempo invertido en dar con la estructura que la novela necesitaba.
-¿Por qué ese aspecto fue tan relevante?
-Así como le creo a quienes dicen que escribir es cortar —y sospecho de todos los que necesitan medir su trabajo por la cantidad de páginas, como quien cree que la virilidad es una cosa de centímetros—, hay un aspecto del que no siempre se habla: el montaje de la novela, la sintaxis mayor, el plano de construcción, como quieras llamarle. Eso fue lo que me llevó al menos un año, el último, antes de decidir publicarla.
-¿Y qué autores u obras sientes que te influyeron al momento de sentarte a escribir?
-A Michel Houellebecq lo considero un autor fundamental. Tanto sus novelas como sus ensayos y poesía me acompañan siempre. Yo siento que una influencia, más que un molde, es una compañía moral. De hecho, aparece como personaje al final de la novela. Lo mismo ciertas cosas de Blaise Cendrars, como "Moravagine" y "La cofradía de la uva", de John Fante. Hay otros autores como Agustín Fernández Mallo que tienen ensayos notables, o libros de cuentos como "Shiloh", de Bobbie Ann Mason, o la novela "Growing Up Dead in Texas", de Stephen Graham Jones.
-Al leerla, se nota que es una novela muy personal. ¿Cuánto hay de la relación con tu padre en esta historia?
-Mucho, pero terminó así, con más aspectos personales de los que al comienzo supuse. Poco a poco se fueron añadiendo episodios de mi infancia y de la relación con mi papá. De hecho el archivo Word primero se llamó "Geólogo", luego "Novela de papá" y al final "Geología".
-Tú naciste y viviste muchos años en Antofagasta. ¿Qué crees que marca a los chilenos que viven en el norte del país?
-El paisaje, al final, lo llevas a todos lados. Pero sólo cuando estás lejos te das cuenta de eso.
-En "La vorágine", del colombiano José Eustasio Rivera, la selva es un mundo que pone a prueba a los protagonistas, pero sobre todo un lugar donde extraviarse. ¿El desierto chileno es nuestra selva?
-El desierto nunca ha sido tan desierto. Eso dice el personaje y es verdad. Sobre todo lo que podría ser el nuevo desierto, en el que la épica de la pampa solitaria dio paso a la hipertecnología de quienes lo explotan. Pero junto con eso, hay espacio para la soledad más brutal. Y la relación con la selva es similar: hay un aspecto con el peso de la naturaleza que es implacable, con el que no puedes hacer nada. Es la gran "exageración meteorológica" de la que habla Ernesto Volkening sobre las novelas de García Márquez.
-¿Crees que "Geología de..." es parte de un universo literario formado por el resto de tus obras?
-Hubo un grupo de cinco novelas, desde "El sangrador" (2002) hasta "Quemar un pueblo" (2009), que ocurrían en otras épocas, en el pasado lejano y entre ellas hay varios puntos de conexión que el tiempo me ha permitido ver. Pero ahora quizás sea demasiado pronto para decir si ésta va por otro camino y se junta con otros libros en la misma tecla.
-¿Cuáles son tus siguientes proyectos literarios?
-Tengo varias cosas escritas, borradores más o menos armados, pero lo único concreto es la biografía de Pentagram, el grupo de death metal chileno formado en 1985. Se publicará en edición bilingüe junto a un disco doble que saldrá en Alemania el segundo semestre. Fue un año de reporteo y escritura para contar la historia de la banda desde muchos puntos de vista. Es una crónica de música, pero también una historia de amor. A lo bestia, pero historia de amor a fin de cuentas.